PUERTO PADRE, Cuba.- Descocado, sí, deshonesto o sin sentido de la realidad, como si otra vez nos propusiera una limonada cual “la base de todo”, miente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el gobernante designado por la sexagenaria autocracia castrocomunista.

Miente Díaz-Canel, secretario general del acaparador Partido Comunista de Cuba (PCC), cuando minimiza, simplifica, sí, desnaturaliza a cientos de personas que han protestado en Santiago de Cuba, porque lo han dicho y redicho, que tienen hambre, que sin electricidad se ahogan en sus casas.

Pero no nos confundamos: esas hambres por estado de necesidad más que por falta de comida, esas casas sin electricidad de los que protestaron, o de los que sufren en silencio, más que viviendas, muchas son cuchitriles insanos, calurosos en verano y fríos en invierno, con goteras, sin agua potable, por la avaricia del PCC, que siendo “fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”, prioriza la construcción de hoteles de lujo para el turismo internacional y la nueva clase, la de los políticos comunistas, los militares, los nuevo “ricos” aupados por el régimen totalitario, mientras las casas de los cubanos, de la mayoría de los cubanos, se vienen abajo junto con sus miserias.

Y entonces, hartos de estar hartos de indigencias, de discursos de comisarios —y por discursos de comisarios comunistas entiéndase que los cubanos estamos hartos, ahítos, repletos de mentiras—, viene Díaz-Canel y dice desde lejos, desde su ropero, desde su zapatera y su despensa, en X y, ¡qué bien queda esa X en este estado de incertidumbre!, pues, dice Díaz-Canel de “varias personas” inconformes, como si en medio de esta situación humana que es el ideal malogrado, la sensación de fracaso y la reacción de ira de un pueblo todo, sólo se hubiera expresado un barrio de Santiago de Cuba, como si ahora mismo la mayoría de los cubanos no sufrieran en silencio la misma ira que hizo manifestarse a los de Santiago.

Créanme. Como profesional de las Ciencias Penales que soy, delante de mí he tenido en los cuartos de interrogatorios a muchas, muchísimas personas bajas, cínicos genéticos y de grupo, con muy mala fe, desde cuatreros, traficantes de drogas y diputados, hasta jueces, fiscales y oficiales y jefes de policías, confesos y convictos todos, y puedo decir porque he estudiado e investigado la psicología humana en las circunstancias del delito de peligro, que pocas veces había visto como veo ahora el desprecio por el semejante, por el otro, por aquel que sufre, como lo estoy viendo ahora, con la arrogancia del que se sabe protegido por las bayonetas y la desfachatez del simulador.

Si Díaz-Canel cree según ha dicho en X que solamente son “varias personas” las que han “expresado su inconformidad con la situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos”, habría que decir que, en primer lugar, como ingeniero que es, matemáticamente Díaz-Canel tiene dificultad a la hora de identificar una magnitud.

No son “varias personas”, como los cientos que vimos manifestándose en Santiago, es Cuba, son miles, millones ya los cubanos que yéndose de su país, o enfrentado la cárcel, el paredón de fusilamiento, o el “¡cállate, porque vas preso!”, han “expresado su inconformidad” con el régimen sociopolítico que vivimos los cubanos desde hace más de 65 años, donde unos pocos, sin trabajar, viviendo de discursos, esquilman, arruinan a la mayoría, en nombre de una justicia social que cada día es más lejana, atribuyendo las miserias a un “bloqueo yanqui”, que, tal pareciera, por su modo de vida pródigo, inmoderado, por sus resultados de buena vida, se muestra especialmente bondadoso con la clase dirigente del PCC y quienes tienen en sus manos los poderes y haberes del Estado.

Viendo a la primera secretaria del PCC de Santiago de Cuba trepada en un techo, tratando de imponer su criterio en lugar de dar explicaciones a los manifestantes, y leyendo a Díaz-Canel cuando redujo a Cuba, toda sufrida por múltiples causas de raíz política, como si los demandantes solamente fueran “varias personas”, recordé a Juan Pablo II cuando, refiriéndose al totalitarismo de tipo marxista-leninista, dijo que esa ideología “sufre de arrogancia intelectual”.

Y es cierto. La arrogancia ciega. Y no hay peor ciego que el que no quiere ver que Cuba se hunde bajo el peso de unos pocos. Los de la nomenclatura comunista.

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Díaz-Canel, esas “varias personas” son Cuba

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20.03.2024

PUERTO PADRE, Cuba.- Descocado, sí, deshonesto o sin sentido de la realidad, como si otra vez nos propusiera una limonada cual “la base de todo”, miente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el gobernante designado por la sexagenaria autocracia castrocomunista.

Miente Díaz-Canel, secretario general del acaparador Partido Comunista de Cuba (PCC), cuando minimiza, simplifica, sí, desnaturaliza a cientos de personas que han protestado en Santiago de Cuba, porque lo han dicho y redicho, que tienen hambre, que sin electricidad se ahogan en sus casas.

Pero no nos confundamos: esas hambres por estado de necesidad más que por falta de comida, esas casas sin electricidad de los que protestaron, o de los que sufren en silencio, más que viviendas, muchas son cuchitriles insanos, calurosos en verano y fríos en invierno, con goteras, sin agua potable, por la avaricia del PCC, que siendo “fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”, prioriza la construcción de hoteles de lujo para el turismo internacional y la nueva clase, la de los políticos comunistas, los militares, los nuevo “ricos” aupados por el........

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