LAS TUNAS, Cuba. — “Los servicios secretos de regímenes totalitarios para reclutar colaboradores extraídos de la democracia, se introducen a través de apologías comunistas que pueden estar muy bien desarrolladas en la literatura marxista-leninista, pero son de exiguas, cojas o nulas realizaciones prácticas”, afirmé en el artículo Topos castrocomunistas made in USA (III). Y como en aquel tema no pude desarrollar esa aseveración, ahora vengo a hacerlo por utilidad pública, la de los hechos en su contexto histórico, pues, por estos días, se ha producido un debate a partir de declaraciones de la administración Milei, refutadas por el dirigente de Izquierdas Socialistas de Argentina José Castillo, afirmando él lo que hemos venido diciendo desde hace muchos años, “en Cuba no hay socialismo”. Yo, un republicano que no cree ni en el socialismo ni en el comunismo, he afirmado en este y otros sitios que “en Cuba hay un gobierno dictatorial” que reprime las libertades civiles, políticas y los derechos económicos fundamentales con doctrinas de apartheid.

Dije y sostengo que “son de exiguas, cojas o nulas realizaciones prácticas” todos los regímenes comunistas, aunque en la literatura marxista esas teorías “pueden estar muy bien desarrolladas”, porque precisamente esas revoluciones desde 1917, con Lenin y Stalin al frente, se erigieron cuales hechos criminales de lesa humanidad, genocidas algunos, precisamente, contrariando la doctrina marxista. Karl Marx y Federico Engels, autores en 1848 del Manifiesto comunista, y principalmente Marx en El capital, (1867), interpretaron que dado el carácter creciente de la producción por manos obreras y dado también a la creciente concentración de la propiedad privada en manos capitalistas, esas contradicciones suponían una luchas de clases, por lo que el socialismo se establecería primero, y de forma simultánea, en los países capitalistas más avanzados.

Pero como sabemos no ocurrió así, y no fueron unos líderes obreros de manos encallecidas quienes iniciaron la revuelta comunista en Inglaterra, Francia o Estados Unidos, no, sino que, forzando la teoría marxista, fueron unos profesionales de los motines (Lenin, Stalin, Trotsky) quienes iniciaron la “revolución mundial” en un país burdo, cuasi feudal, de economía agropecuaria, sin fábricas donde exclamar: “¡Proletarios Uníos!”, y donde no existía la llamada “situación revolucionaria” en la que los de abajo no aguantan más y los de arriba no pueden sostenerse, simplemente, por la ignorancia y docilidad de los mujic (sí, del campesino ruso), que de la hacienda de los zares y príncipes, igualmente continuarían doblando la espalda, ahora con Lenin y cofradía, en las cooperativas comunistas conformadas a partir de las tierras confiscadas a los zaristas.

Con tristísimos resultados, trascendiendo continentes, la revolución bolchevique anotó un capítulo de la historia contemporánea lúgubre: la estatización total: de la tierra, la industria, el comercio, la banca, los puestos de trabajo, los salarios, los precios, la educación, la cultura y lo que cierto profesor que tuve siendo muy joven, irónicamente, definió como “el gigantismo del enano”. Resulta que abandonando o no prestando el debido interés a la agricultura, a la ganadería, a la pequeña y mediana industria productora de bienes de uso o consumo diario, los comunistas rusos se enfrascaron en el desarrollo de la industria pesada, algo así como en un santiamén, hacer de Rusia, país de zares y zarinas, de príncipes y mujics, un país de obreros fabriles, industrializado, conllevando tal política al hambre y la miseria de millones de seres humanos.

Y, desde el mismo año 1959 en que el castrismo tomó el poder, aunque negaba Fidel Castro ser comunista, pero actuando con bolchevismo clásico (entiéndase totalitarismo), expropió tierras, ganados, industrias y comercios. Algo parecido está ocurriendo en Cuba, no a favor de la industria y de la agroindustria azucarera que dio sostén a la nación cubana, sino en contra de ella. Dando prioridad a la construcción de hoteles para el turismo internacional y relegando la agricultura, la ganadería, la silvicultura, la industria manufacturera y la producción de bienes y servicios a condiciones laborales penosas, con bajos salarios y retiros ridículos, y cortándoles o disminuyéndole drásticamente la asignación de recursos financieros y materiales, hoy los cubanos estamos al borde de una hambruna porque en el país no existen bases ni fuentes para la producción de alimentos. La ganadería carece de pies de cría y los que existen carecen de valor genético como para inducir a mediano plazo un aumento de la producción de carne, leche, productos lácteos o huevos. Como improductivos son y lo serán sin inversiones importantes la mayoría de los suelos labrantíos, para hacerlos otra vez arables, productores de granos, viandas, hortalizas, frutas o caña, no en sus cifras récord, sino para que al menos mitiguen la calamitosa subalimentación que sufrimos los cubanos desde hace años, por incuria del régimen castrocomunista y no solamente “coyuntural” post-COVID-19 como alegan algunos comisarios.

Puesto que en Cuba se ha cometido un crimen de lesa humanidad en tiempos de guerra civil (1959-1965), como también en tiempos de paz desde esos años de guerra y hasta el presente, al segregar a la población civil, ejercer traslados forzoso de población, deportación, encarcelamientos, persecución y muertes de personas, todos esos hechos con un fin premeditado, oculto y con un propósito avieso: el de inducir en una nación un credo político que por idiosincrasia, cultura, e historia le es hostil o cuando menos indeseable, el comunismo, todo con el propósito de instaurar en el poder a un grupo de personas, es necesario preguntar: ¿Es Cuba o lo fue antes de 1959 un país con población atraída por el socialismo o el comunismo?

En el próximo artículo daremos respuesta a esa interrogante, mostrando cómo y cuándo se fundaron o pretendieron fundarse los primeros partidos marxistas en Cuba, así como lo que respecto del comunismo y el socialismo decía el Manual de instrucción cívica adoptado con el nacimiento de la República en 1902, obra guía para los maestros cubanos, que fueron quienes cimentaron en los primeros cincuenta años del siglo pasado, lo mejor de la cubanidad, el patriotismo y la cultura.

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El comunismo en Cuba: apuntes de un crimen (I)

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09.01.2024

LAS TUNAS, Cuba. — “Los servicios secretos de regímenes totalitarios para reclutar colaboradores extraídos de la democracia, se introducen a través de apologías comunistas que pueden estar muy bien desarrolladas en la literatura marxista-leninista, pero son de exiguas, cojas o nulas realizaciones prácticas”, afirmé en el artículo Topos castrocomunistas made in USA (III). Y como en aquel tema no pude desarrollar esa aseveración, ahora vengo a hacerlo por utilidad pública, la de los hechos en su contexto histórico, pues, por estos días, se ha producido un debate a partir de declaraciones de la administración Milei, refutadas por el dirigente de Izquierdas Socialistas de Argentina José Castillo, afirmando él lo que hemos venido diciendo desde hace muchos años, “en Cuba no hay socialismo”. Yo, un republicano que no cree ni en el socialismo ni en el comunismo, he afirmado en este y otros sitios que “en Cuba hay un gobierno dictatorial” que reprime las libertades civiles, políticas y los derechos económicos fundamentales con doctrinas de apartheid.

Dije y sostengo que “son de exiguas, cojas o nulas realizaciones prácticas” todos los regímenes comunistas, aunque en la literatura marxista esas teorías “pueden estar muy bien desarrolladas”, porque precisamente esas revoluciones desde 1917, con Lenin y Stalin al frente, se erigieron cuales hechos criminales de lesa humanidad, genocidas algunos, precisamente, contrariando la doctrina marxista. Karl Marx y Federico Engels, autores en 1848 del Manifiesto comunista, y principalmente Marx en El capital, (1867), interpretaron que dado el carácter creciente de la producción por manos........

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