LAS TUNAS, Cuba. — Encubierto, con fachada de periodista de la agencia moscovita TASS, el 16 de octubre de 1959, el coronel del KGB Alexander Alexeev se acercó en el hotel Habana Riviera al comandante Camilo Cienfuegos, jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Empleando la leyenda de querer entrevistar al entonces primer ministro, Fidel Castro, el oficial de la inteligencia soviética inició así lo que en jerga del oficio llamamos “estudio de situación operativa”.

Alexeev, un experimentado oficial operativo, como veremos más adelante, debía evaluar el estudio operacional de Cuba, apreciando las circunstancias favorables y adversas, y cómo modificar éstas haciéndolas propicias para atraer a la influencia del Kremlin una Isla situada a sólo 90 millas de las costas de Estados Unidos.

La misión de Alexeev no era sencilla: debía apreciar una población inmersa en una revolución en la que, por un lado, convivían con los nuevos dirigentes viejos comunistas, colaboradores o partícipes del derrocado régimen de Fulgencio Batista, mientras que por otro bando, y quizás el más complicado, debía observar, evaluar y contrarrestar la acción de importantes dirigentes estudiantiles, e incluso jefes militares cercanos colaboradores de Fidel Castro, como el comandante Huber Matos, que, precisamente por esos días, estaban denunciando o recelando la infiltración comunista en altos mandos de la recién victoriosa revolución, que se decía no comunista.

Misteriosamente, 12 días después de entrevistarse con el “periodista” Alexander Alexeev, como preámbulo a la entrevista con Fidel Castro, el 28 de octubre de 1959 desaparecería el comandante Camilo Cienfuegos en vuelo de Camagüey a La Habana. Mientras que ya para mayo de 1962, encontrándose como consejero de la embajada de la Unión Soviética en La Habana, el coronel Alexeev fue llamado a Moscú y nombrado embajador por Nikita Jruschov en unas circunstancias especialísimas: las de emplazar en Cuba misiles nucleares apuntando a suelo de Estados Unidos.

Y véase la preparación y nivel profesional de sólo dos de los oficiales del KGB que hemos mencionado o estaremos mencionando por su relación con Cuba: Nikolai Serguéievich Leonov, amigo de juventud (desde los años cincuenta) de Raúl Castro, diplomático, llegaría a general, jefe de la Dirección de Análisis del Comité para la Seguridad del Estado de la Unión Soviética; Alexander Alexeev, coronel del KGB, que por solicitud personal de Nikita Jruschov, el Presídium de la Unión Soviética nombraría embajador en La Habana para coordinar desde el ángulo de la inteligencia y la diplomacia la instalación de los misiles nucleares en Cuba.

Hago la reseña de estos hechos históricos con un propósito concreto: la de mostrar como ya en 1959 Cuba era un terreno fértil para el comunismo soviético. Fértil, porque ya había sido abonado desde hacía muchos años. Y en la segunda parte de este artículo adelantábamos ya algo de ese terreno labrado por el comunismo cuando prometimos relatar sobre “viejas peticiones obreras realizadas por simples trabajadores armados con estacas”. Estos son algunos hechos:

En 1922, el central Delicias se convirtió en el primer productor de azúcar de caña del mundo, cuando produjo 1 046 493 sacos de azúcar equivalentes a 157 055 toneladas métricas. Llegaría a ser entonces Puerto Padre por su población (unos 90 mil habitantes), el municipio número 18 de Cuba, y el sexto en el país por las recaudaciones de su Aduana, dado el volumen de exportación e importación operadas en el puerto.

Dadas esas circunstancias socioeconómicas, con cientos de trabajadores agrícolas, industriales y portuarios, no sólo cubanos, sino también proveniente de diversos lugares del mundo y ya residentes en el municipio, en 1931 fueron fundadas células del Partido Comunista en la ciudad de Puerto Padre, en el batey del central Delicias, en el puerto de cayo Juan Claro, y en las colonias cañeras de Pozo Prieto y Merchant, por citar sólo dos de las muchas células rurales.

No es ocioso decir que ya desde esos años el municipio Puerto Padre fue recorrido por Lázaro Peña, Jesús Menéndez, Romárico Cordero, César Escalante y un comunista con vínculos directos con Stalin y los servicios secretos soviéticos, el polaco Abraham Grobart, alías Antonio Blanco, ampliamente conocido en Cuba como Fabio Grobart. Tampoco huelga decir que en 1942, los comunistas de Puerto Padre aportaron días de salarios e hicieron fiestas y verbenas para recaudar fondos en una campaña de ayuda a la Unión Soviética.

Pero es la “comisión de estacas” (sí, una especie de pogromo bolchevique llevado al campo cubano) lo que quizás mejor ilustre la exportación del comunismo soviético a Cuba. En 1944, inconformes con los salarios que recibían por parte de los colonos, trabajadores agrícolas de filiación comunista organizaron un grupo de unos 20 integrantes, armados con machetes y garrotes, a la que se llamó, incluso por historiadores oficialistas, “comisión de estacas”. La misión de estas personas fue “visitar” a los colonos para que accedieran a sus demandas, rescate que, por supuesto, los colonos accedieron a pagar.

Por ser los principales utilitarios en unos casos y hacedores del crimen en otros, concluiremos este artículo con un breve retrato político de Fulgencio Batista y de Fidel Castro, encuadrando el crimen contra la humanidad, el delito genérico que subsume las graves transgresiones cometidas por el comunismo en Cuba con un único propósito: transformar una nación que se encaminaba a la democracia en un régimen totalitario.

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El comunismo en Cuba: apuntes de un crimen (III)

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17.01.2024

LAS TUNAS, Cuba. — Encubierto, con fachada de periodista de la agencia moscovita TASS, el 16 de octubre de 1959, el coronel del KGB Alexander Alexeev se acercó en el hotel Habana Riviera al comandante Camilo Cienfuegos, jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Empleando la leyenda de querer entrevistar al entonces primer ministro, Fidel Castro, el oficial de la inteligencia soviética inició así lo que en jerga del oficio llamamos “estudio de situación operativa”.

Alexeev, un experimentado oficial operativo, como veremos más adelante, debía evaluar el estudio operacional de Cuba, apreciando las circunstancias favorables y adversas, y cómo modificar éstas haciéndolas propicias para atraer a la influencia del Kremlin una Isla situada a sólo 90 millas de las costas de Estados Unidos.

La misión de Alexeev no era sencilla: debía apreciar una población inmersa en una revolución en la que, por un lado, convivían con los nuevos dirigentes viejos comunistas, colaboradores o partícipes del derrocado régimen de Fulgencio Batista, mientras que por otro bando, y quizás el más complicado, debía observar, evaluar y contrarrestar la acción de importantes dirigentes estudiantiles, e incluso jefes militares cercanos colaboradores de Fidel Castro, como el comandante Huber Matos, que, precisamente por esos días, estaban denunciando o recelando la infiltración comunista en altos mandos de la recién victoriosa revolución, que se decía no........

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