PUERTO PADRE, Cuba.- “Mira aquí…”, dije a una amiga, mostrándole un fotograma del documental de 2015 Chicago Boys, y, aquella broma, traída por la semejanza física de uno de los asesores económicos del dictador chileno Augusto Pinochet con Alejandro Gil Fernández, entonces ministro de Economía de la dictadura castrocomunista, dio origen a Havana Boys, artículo publicado en este sitio el ya lejano domingo 30 de agosto de 2020.

Pero como la semana pasada el régimen totalitario prescindió del hasta ese momento muy confiable ministro, por su bien y el de Cuba toda, yo le hago a Gil Fernández una propuesta de un trabajo digno, que es un autoempleo, y de seguro, le será muy provechoso de forma económica, profesional y espiritualmente en la misma medida que él sea honesto.

Veamos. En Havana Boys, citamos a los académicos estadounidenses Michael E. Kraft y Scott R. Furlong cuando expresaron: “Las políticas públicas reflejan no sólo los valores más importantes de una sociedad, sino también el conflicto entre valores y dejan de manifiesto a cuál de los muchos y diferentes valores se le asigna la más alta prioridad en una determinada decisión”.

Respecto a esa afirmación de los académicos estadounidenses ahora cabe preguntar: ¿A qué le asigna la más alta prioridad el régimen castrocomunista, a sanear la economía de Cuba, incluso mediante una terapia de shock, o, a mantener a la nación cubana callada o aplaudidora, sumisa, aunque subalimentada y con el país en estado de parálisis?

Ilustrado con una fotografía en el que aparece el “presidente” Miguel Díaz-Canel escuchando muy atentamente al ahora defenestrado ministro Alejandro Gil Fernández, el encabezado del citado artículo de agosto de 2020 dice: “En Cuba las políticas públicas “gratuitas” de salud, educación, cultura y deportes, en realidad constituyen mercados; operan para monopolizar los poderes del Estado”.

Dicho de otro modo: si en el Chile de Pinochet para los Chicago Boys la prioridad fue reducir el gasto público un 20%, disminuir el 30% los empleos públicos, privatizar las empresas estatales, aumentar los impuestos y en definitiva hacer un Estado eficiente, la prioridad para los Havana Boys del general Raúl Castro al dolarizar comercios y “bancarizar” la tenencia del dólar en Cuba era mantener el monopolio del Estado sobre la economía y la nación toda, entiéndase, apuntalar el régimen totalitario.

Salvando las distancias, académicas, ideológicas, y de dirección, pues pese a ser una dictadura el régimen de Pinochet no hizo de Chile un Estado totalitario, recordando a los Chicago Boys, llamamos por analogía Havana Boys a los economistas cubanos que, -quizás creyeron ellos- iban a llevar la economía adelante, pues, Milton Friedman, el académico estadounidense que fue mentor de los Chicago Boys, dijo que dictó tanto en China como en Chile, “exactamente las mismas conferencias”, pero había visto muchas manifestaciones en contra suya por lo que aconsejó en Chile, pero que no había visto ninguna objeción por lo que dijo en China.

El profesor Friedman, tanto en Chile como en China, como sabemos, había comparado esas economías calamitosas como también lo es en Cuba, con un enfermo grave, al que se puede someter a una recuperación lenta, en la que el paciente de tanto esperar una mejoría, sencillamente, puede morir; o, de otro modo, podía arriesgarse al enfermo con un shock, que inicialmente provocaría daños graves, pero que a la larga, podía conseguir revitalizarse.

No escuché nunca críticas públicas de Díaz-Canel al diseño económico del ministro Gil Fernández. Por el contrario, siempre escuchamos a Díaz-Canel apoyar a las que llamó “medidas económicas”, que la oposición dentro y fuera de Cuba llamó “paquetazo”, lo que por cierto, habría que ver si continuamos llamando así a esas correcciones socioeconómicas, cívicas, administrativas, empresariales y jurídicas en una Cuba pro democrática.

Luego, desde una posición estrictamente de dirección, académica, personalmente, no entiendo cómo de forma ética, compréndase honrada, se prescinde por no decir se echa a un lado a un subordinado o directivo de rango inferior que, visiblemente, no ha dado motivos de sustitución y sí de anuencia por la dirección superior.

Hoy es útil preguntar: ¿En realidad se creyó presidente Díaz-Canel como para apoyar públicamente la política económica diseñada por el ministro Alejandro Gil? ¿Cómo puede ser posible que un presidente se acueste apoyando a un ministro y cuando se levanta lo despide? ¿Quién despidió al ministro Gil Fernández, Díaz-Canel, o fue el general Raúl Castro con base al descontento popular que pone en peligro la continuidad del castrocomunismo en Cuba, quien dio la orden de despido, para modificar una circunstancia adversa, la de posibles estallidos sociales según debió apreciar el estudio de situación operativa que debió presentar el Ministerio del Interior?

Como si Cuba no sufriera un régimen totalitario, dirigido de forma autoritaria y personalísima por los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz y un círculo muy reducido de comandantes y generales, sí, enjuiciando desaguisados tontos, en este mismo sitio leí este domingo: “Los defenestrados no sólo dejan detrás una sociedad cada ves más empobrecida y una escasez galopante”.

Valga decir que afirmaciones como esas, y todavía más publicada en un sitio como este, decano del periodismo libre pero no al servicio de la dictadura, sólo hacen el juego sucio al castrocomunismo, que, durante más de medio siglo, ha mostrado como seres impolutos a los máximos jerarcas, y, como delincuentes o ineptos a cuantos le sirvieron un día como hacedores de crímenes o desafueros y continuaron sirviéndoles como chivos expiatorios.

Con tales orígenes, el autoempleo que propongo al ex ministro Gil Fernández, y que de seguro le será muy provechoso de forma económica, profesional y espiritualmente, en la misma medida que él sea honesto, es que escriba sus memorias, desde el día en que fue nombrado ministro de Economía y Planificación hasta el momento en que fue cesado en el cargo de forma abrupta. Que lo escriba todo, sin obviar ningún detalle. Y aunque sea no ficción parecerá una novela de misterio y terror.

Si Gil Fernández tiene el valor y la honestidad para escribir ese libro, sea en Londres o en Madrid o preso en La Habana, será un best sellers. Pero más que un superventas, será el testimonio desde el poder dictatorial que todos los cubanos necesitamos leer para corroborar que un país económicamente pobre, pobrísimo lo será cívicamente y jamás será libre.

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QOSHE - Un trabajo para el ex ministro Alejandro Gil Fernández - Alberto Méndez Castelló
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Un trabajo para el ex ministro Alejandro Gil Fernández

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07.02.2024

PUERTO PADRE, Cuba.- “Mira aquí…”, dije a una amiga, mostrándole un fotograma del documental de 2015 Chicago Boys, y, aquella broma, traída por la semejanza física de uno de los asesores económicos del dictador chileno Augusto Pinochet con Alejandro Gil Fernández, entonces ministro de Economía de la dictadura castrocomunista, dio origen a Havana Boys, artículo publicado en este sitio el ya lejano domingo 30 de agosto de 2020.

Pero como la semana pasada el régimen totalitario prescindió del hasta ese momento muy confiable ministro, por su bien y el de Cuba toda, yo le hago a Gil Fernández una propuesta de un trabajo digno, que es un autoempleo, y de seguro, le será muy provechoso de forma económica, profesional y espiritualmente en la misma medida que él sea honesto.

Veamos. En Havana Boys, citamos a los académicos estadounidenses Michael E. Kraft y Scott R. Furlong cuando expresaron: “Las políticas públicas reflejan no sólo los valores más importantes de una sociedad, sino también el conflicto entre valores y dejan de manifiesto a cuál de los muchos y diferentes valores se le asigna la más alta prioridad en una determinada decisión”.

Respecto a esa afirmación de los académicos estadounidenses ahora cabe preguntar: ¿A qué le asigna la más alta prioridad el régimen castrocomunista, a sanear la economía de Cuba, incluso mediante una terapia de shock, o, a mantener a la nación cubana callada o aplaudidora, sumisa, aunque subalimentada y con el país en estado de parálisis?

Ilustrado con una fotografía en el que aparece el “presidente” Miguel Díaz-Canel escuchando muy atentamente al ahora........

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