LA HABANA, Cuba. – Un elemento fundamental para abordar un fenómeno político es, como premisa, definirlo; mucho más cuando se genera con intensidad en los discursos de actores de la “real-política” y es esquivo a los usos de la academia. Así que, ¿a qué nombran “cambio fraude” periodistas, activistas políticos, influencers y analistas de la realidad cubana?

El “cambio fraude” se pudiera definir como una estrategia emergente de supervivencia del castrismo tardío para emitir señales a las administraciones demócratas de Estados Unidos y a la Unión Europea. Serían señales de cambios sustanciales en el sistema político, que sirven como mascarada para dialogar con una posible oposición construida y manipulada por los órganos de Inteligencia. Con esta operación, el régimen trataría de disminuir la presión sobre sí mismo y oxigenarse durante su agonía.

Cualquier análisis debe distinguir entre los procesos autónomos de la sociedad cubana, la inmensa mayoría a contracorriente de los discursos del poder que, aferrado a sus dogmas, se aleja cada vez más de las demandas simbólicas y operativas de una sociedad en tránsito, frente a un inmovilismo que, para poder ser, tiene que comenzar a negarse en “dinámicas intermedias” que provocan ciertos “espejismos” o “ efectos paradójicos”.

La sociedad cambia en su interior por una necesidad vital y el régimen construye un proceso de adaptación para apelar a mecanismos de sobrevivencia, al tiempo que posterga los cambios profundos que necesita la sociedad y que vienen naciendo en la tierra al parecer no tan baldía de los procesos de “des-totalización”.

Entre las premisas que condicionan el accionar del castrismo tardío, se destaca ―y subrayo― no suponer diálogos de ningún tipo como tendencia. Los órganos de Inteligencia, eficaces en su tecnología de la dominación política, están para reprimir, acosar, neutralizar, dividir a la oposición política organizada y toda la sociedad civil alternativa, no para reinventar en un juego operativo una “oposición dócil” y propiciar un “cambio fraude”. Eso estaría en primer orden negando la esencia última del poder: ningún poder autoritario como el establecido en Cuba le da visibilidad a su contraparte que, aunque en un principio puede ser apócrifa, en un futuro podría convertirse en su sepulturero.

Imaginar escenarios de transición y cambio sustanciales en el corto plazo en la depauperada sociedad cubana es una tarea ardua, frustrante y laberíntica que puede caer en el optimismo voluntarista, el pesimismo raigal o el escepticismo que sostiene que el sujeto o los sujetos del cambio son exógenos.

Una valoración puntual de las tendencias actuales de la sociedad cubana y sus actores emergentes en un punto crítico como el escenario de ahora mismo se puede describir en varias direcciones.

De las reformas económicas impulsadas por el poder, el único elemento positivo hasta la fecha fue el reconocimiento institucional de la pequeña y mediana empresa privada. Por lo demás la inflación ha llegado a índices insospechables y la devaluación de la moneda nacional es diaria. La insistencia en la empresa estatal socialista como eje de la economía es más bien un criterio ideológico que nada tiene que ver con una profundización de las reformas, ni con una reinvención del paradigma. El régimen buscará ampliar y profundizar el capitalismo de Estado, lo que en su lógica será tratar de encontrar fórmulas que estimulen la producción de bienes y servicios para frenar la caída permanente de la economía, y seguir apostando al esquema Estado-céntrico, con procesos de destotalización colaterales en algunos ámbitos para darle una movilidad restringida a la sociedad. En lo político su tarea sería tratar de mantener la visión leninista y el control de los militares y del Partido Comunista como fuerza política única, con alianzas con China y Rusia y buscando una ruta crítica de capitalismo de Estado con sus limitaciones (como en China y Vietnam: crecimiento económico con restricciones en lo político). Aquí se incluye mantener a sus aliados regionales tradicionales: Venezuela y Nicaragua, pero limitado en la región ante el zigzagueo y las oscilaciones pendulares de la izquierda y sus reformulaciones prodemocráticas.

Por otra parte, la sociedad comienza a perder el miedo y se manifiesta de manera puntual ante el agravamiento de la crisis sistémica. El movimiento pro-democracia no ha tenido la capacidad de movilizar a la población ni de capitalizar las protestas sociales que han sido pequeños focos espontáneos dispersos por la geografía nacional reprimida con doble estándar (represión intensiva selectiva combinada con persuasión preventiva) por los organismos policiacos.

Como patrón movilizador ha actuado el descontento debido al desabastecimiento, la falta de fluido eléctrico que es un catalizador fundamental en la crispación social, el abandono, la desesperanza, la frustración colectiva. No han sido protestas con motivaciones estrictamente políticas, pero lo político ha gravitado en su trasfondo. Hasta ahora son catarsis liberadoras de los demonios sociales que radican entre las necesidades y la libertad. La única lógica continuista para el régimen es la reforma en lo económico, liberalizar la economía para buscar al menos alguna viabilidad que pueda frenar los cambios en lo político momentáneamente. Por su parte, la sociedad, al margen de las políticas del poder y entre sus fisuras, buscará nuevos espacios de autonomía. El movimiento pro-democracia tendrá su más grande y difícil misión: construir un liderazgo capaz de capitalizar el descontento social hacia la instrumentalización de la democracia política.

Predecir la evolución y tendencia de la sociedad cubana y la proyección de sus actores es tarea difícil y extremadamente compleja. El arsenal de recursos operativos y mecanismos de contención que pondrá el poder en práctica para contener el avance de los cambios democráticos puede ser variado y de todo tipo. De lo que sí estoy convencido es de que en este momento otras son sus premuras y prioridades, lejanas del llamado “cambio fraude”, sin descartar que en otro momento se recurra a ese mecanismo.

El periodista Andrés Reynaldo en un artículo sobre el tema describe el “cambio fraude” como “la construcción de un nuevo modelo de opresión, nacionalista, oligárquico, dinástico, policíaco”. Yo tengo casi la certeza de que la dirección de los cambios será otra, que el intento por construir ese modelo chocará con los demonios reprimidos de la libertad.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

QOSHE - El “cambio fraude” y otras reflexiones - Colaborador Desde Cuba
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

El “cambio fraude” y otras reflexiones

29 7
03.04.2024

LA HABANA, Cuba. – Un elemento fundamental para abordar un fenómeno político es, como premisa, definirlo; mucho más cuando se genera con intensidad en los discursos de actores de la “real-política” y es esquivo a los usos de la academia. Así que, ¿a qué nombran “cambio fraude” periodistas, activistas políticos, influencers y analistas de la realidad cubana?

El “cambio fraude” se pudiera definir como una estrategia emergente de supervivencia del castrismo tardío para emitir señales a las administraciones demócratas de Estados Unidos y a la Unión Europea. Serían señales de cambios sustanciales en el sistema político, que sirven como mascarada para dialogar con una posible oposición construida y manipulada por los órganos de Inteligencia. Con esta operación, el régimen trataría de disminuir la presión sobre sí mismo y oxigenarse durante su agonía.

Cualquier análisis debe distinguir entre los procesos autónomos de la sociedad cubana, la inmensa mayoría a contracorriente de los discursos del poder que, aferrado a sus dogmas, se aleja cada vez más de las demandas simbólicas y operativas de una sociedad en tránsito, frente a un inmovilismo que, para poder ser, tiene que comenzar a negarse en “dinámicas intermedias” que provocan ciertos “espejismos” o “ efectos paradójicos”.

La sociedad cambia en su interior por una necesidad vital y el régimen construye un proceso de adaptación para apelar a mecanismos de sobrevivencia, al tiempo que posterga los cambios profundos que necesita la sociedad y que vienen naciendo en la tierra al parecer no tan baldía de los procesos de “des-totalización”.

Entre las premisas que condicionan el accionar del castrismo tardío,........

© Cubanet


Get it on Google Play