LA HABANA, Cuba. – A contra-discurso de la poca voluntad de cambio de la élite de poder (entiéndase ejército, aparato represivo y de inteligencia, y vieja y nueva nomenclatura petrificada en el Partido Comunista), de sus obsoletas estructuras políticas y del diseño institucional que por más de 60 años ha insistido en la misma fórmula ―desacreditada y obsoleta―, en su interior la sociedad cubana cambia, se transforma en sus relaciones autónomas con independencia y en ocasiones en conflicto permanente con las normas que el poder pretende imponer.

Estos cambios sociales están condicionados por fuerzas centrífugas que actúan impulsados por factores endógenos o exógenos y que colisionan al entrar en trance con las estructuras de poder, un freno de los procesos de liberalización fijados por el impacto entre la pluralización de la sociedad y la necesidad de reinvención de sus canales de participación en todos los ámbitos, pero con énfasis en el más restringido: el político.

La élite de poder tiene la necesidad de adaptarse a los nuevos contextos y necesita hacer corrimientos en el modelo de dominación. En estos procesos aparecen dos fenómenos contradictorios dentro de una lógica de poder (reformas adaptativas-contrarreformas regresivas), unidos en la dinámica (desnaturalización pasiva-desnaturalización activa) que responde a los corrimientos en el esquema de dominación para prolongar su efectividad en el control de la sociedad.

Los procesos de desnaturalización pasiva se estructuran cuando el poder necesita introducir algún tipo de reforma parcial para darle una viabilidad momentánea al esquema de dominación (las reformas de 1992 en Cuba, por ejemplo) y la desnaturalización activa, cuando un evento en la sociedad (protestas masivas de la población en 2021, por ejemplo) trae como resultado la aprobación urgente de leyes o normas legales (como las que dieron lugar a las mipymes) para paliar la crisis.

Esta precisamente es un medida que rompía el viejo dogma ortodoxo sobre la propiedad privada y se convirtió a la vez en una desnaturalización pasiva. Estos procesos están concatenados como diminutos caballos de Troya que minan las estructuras de poder, vulnerable tanto al inmovilismo como a las mínimas reformas. El régimen comienza a desnaturalizarse por la necesidad de reformas, por la desconexión con la sociedad que reclama espacios autónomos. Entonces se manifiesta un fenómeno de “extrañamiento”: la élite de poder tiene un discurso y un accionar que nada tienen que ver con las necesidades y las aspiraciones de la sociedad o gran parte de ella.

El discurso del poder se convierte en retórica vacía y pierde espacio, mientras que la sociedad comienza a buscar su identidad y a construir nuevos espacios o espacios alternativos, una suerte de transición en el ámbito socio-cultural, subterránea o silenciada por el poder político dentro de su mecanismo de dominación, pero que llega a un punto de ruptura sistémica.

Factores a nivel simbólico y operacional que influyen e impulsan el cambio en la sociedad cubana

En la recopilación de ensayos sobre el impacto de las reformas raulistas sobre la sociedad cubana ¿Ajuste o transición?, editado por Velia Cecilia Bobes, donde participan notables académicos de origen cubano, nos detendremos en el trabajo de Rafael Rojas Gutiérrez. Este filósofo e historiador nos brinda las claves para comprender la dimensión de la reforma impulsada por Raúl Castro hacia un “capitalismo de Estado” y nos dota de elementos para comprender las “lógicas pos-totalitarias” (como les llama Rojas) del régimen político con las dinámicas de cambios sustanciales que se aprecia en la sociedad. En esta dirección el análisis del académico es elocuente: “En Cuba, como en China o en Vietnam, podría estarse dando la paradoja de una mutación del antiguo régimen, por medio del capitalismo autoritario de Estado”.

Entre los factores simbólicos y operacionales que el régimen cubano tiene que enfrentar para lidiar con los cambios sociales y culturales que dinamitan silenciosamente unas estructuras de gobierno arcaicas está la dinámica de cambios inducida por la sociedad y adecuaciones en el ámbito económico promovida por el régimen para paliar la crisis sistémica. En este sentido, el líder opositor Librado Linares García manifiesta: “Ha llegado la hora cero, la nación tiene un imperativo de cambiar de paradigma. Las élites pueden desmontar el bloqueo interno, desanudar…”.

En otra perspectiva y dirección, Rojas Gutiérrez sostiene que la única dinámica de las élites del poder es acometer reformas para pasar de un poder único a uno hegemónico y negociar espacios de participación ciudadana con una sociedad más plural.

Factores que influyen a que la transición en Cuba se produzca en los límites de las tensiones pos-totalitarias del régimen y la puja de los procesos de pluralización-liberación de la sociedad con todos sus actores:

1- Liderazgo descentrado por la pérdida de su componente carismático, el debilitamiento continuo y la falta de legitimidad del Partido Comunista de Cuba.

2-Agudización de la crisis económica convertida en crisis global sistémica, que afecta todos los sectores de la sociedad, todos sus subsistemas operativos sin que las élites, más allá de las medidas económicas, tengan la capacidad de rebasarla.

3- “Aparición de fenómenos sociales ―apunta Rojas― propios de cualquier economía capitalista como la desigualdad, la pobreza”.

4-Nuevas formas de sociabilidad portadora de diversidad de imaginarios que atraviesan la sociedad en diferentes direcciones y como expresión de sus transformaciones con discursos alternativos y tendencia a distanciarse de las directrices y normas del poder.

5.-Al perder el Estado el monopolio de los medios de comunicación por la irrupción de las nuevas tecnologías informáticas, la diversidad de actores alternativos puebla la red y tiene repercusión en el ciudadano común, conformando en el ámbito virtual una suerte de poder de los sin poder, parafraseando a Václav Havel.

A modo de resumen, si miramos la sociedad cubana en su interrelación con el poder, se puede observar cómo esta, poco a poco y de manera tortuosa, se abre espacio ante un poder que enfrenta el dilema de desnaturalizarse para prolongar su existencia. Por eso, las reformas raulistas apelaron al “capitalismo de Estado” como paliativo a la crisis para prolongar su existencia.

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La sociedad cubana frente al poder: cómo se mueve 

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24.03.2024

LA HABANA, Cuba. – A contra-discurso de la poca voluntad de cambio de la élite de poder (entiéndase ejército, aparato represivo y de inteligencia, y vieja y nueva nomenclatura petrificada en el Partido Comunista), de sus obsoletas estructuras políticas y del diseño institucional que por más de 60 años ha insistido en la misma fórmula ―desacreditada y obsoleta―, en su interior la sociedad cubana cambia, se transforma en sus relaciones autónomas con independencia y en ocasiones en conflicto permanente con las normas que el poder pretende imponer.

Estos cambios sociales están condicionados por fuerzas centrífugas que actúan impulsados por factores endógenos o exógenos y que colisionan al entrar en trance con las estructuras de poder, un freno de los procesos de liberalización fijados por el impacto entre la pluralización de la sociedad y la necesidad de reinvención de sus canales de participación en todos los ámbitos, pero con énfasis en el más restringido: el político.

La élite de poder tiene la necesidad de adaptarse a los nuevos contextos y necesita hacer corrimientos en el modelo de dominación. En estos procesos aparecen dos fenómenos contradictorios dentro de una lógica de poder (reformas adaptativas-contrarreformas regresivas), unidos en la dinámica (desnaturalización pasiva-desnaturalización activa) que responde a los corrimientos en el esquema de dominación para prolongar su efectividad en el control de la sociedad.

Los procesos de desnaturalización pasiva se estructuran cuando el poder necesita introducir algún tipo de reforma parcial para darle una viabilidad momentánea al esquema de dominación (las reformas de 1992 en Cuba, por ejemplo) y la desnaturalización activa,........

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