LA HABANA, Cuba. – Nacido en 1818 en Tréveris, antiguo Imperio Prusiano, Carlos Marx constituye una de las contradicciones más perturbadoras del pensamiento occidental. El filósofo y economista ejerció una influencia extraordinaria en la segunda mitad del siglo XIX y en gran parte del siglo XX, al punto de llegar menguada y deslegitimada hasta nuestros días.

En la Historia de la Filosofía y la Economía no existe un pensador que haya ejercido la atracción de Carlos Marx para un sector significativo de la intelectualidad, los llamados “movimientos progresistas” y las “revoluciones radicales” acontecidas en la centuria pasada. Sus tesis y propuestas están plagadas de apreciaciones erróneas y vaticinios desafortunados. Marx produjo una obra con pretensiones enciclopédicas, lo que los filósofos posmodernos llaman meta-relato, autoproclamada científica, dejó más sombras y tinieblas que luces; lo lamentable es la cantidad de iluminados impetuosos que en nombre de sus teorías construyeron una vulgata de imperfecciones seudocientíficas. Solo recuerden a sus más enconados continuadores ―Lenin, Trotski, Stalin― así como los manuales de filosofía marxista-leninista editados en la antigua Unión Soviética para popularizar la “ideología emancipadora de la clase obrera”. La supuesta praxis liberadora terminó en un calvario laberíntico hacia la dominación totalitaria y la nada.

Breve crítica a la “razón marxista”

Los críticos le señalan al marxismo, como teoría social y pretendido sistema normativo, un lenguaje vago, impreciso y una conceptualización dispersa y a veces contradictoria en todas sus obras. Tanto el joven Marx como el Marx maduro de El Capital hacen gala de un fuerte determinismo económico reduccionista, funcionalismo evolucionista y una concepción etapista y teleológica de la historia.

Algunas tesis y vaticinios de Marx han sido refutados por la historia: en las sociedades capitalistas las relaciones de producción (entiéndase propiedad) frenan el desarrollo de las fuerzas productivas. Es todo lo contrario: el sistema capitalista de propiedad ha desarrollado las fuerzas productivas hasta un extremo inimaginable, humanizándolo con el desarrollo de la innovación permanente, el ahorro productivo y la automatización de los sistemas tecnológicos.

La realidad ha demostrado que las contradicciones del capitalismo, que son múltiples y complejas, pueden ser reformadas y modificadas cuando se desarrollan en sociedades democráticas donde la crítica y la participación ciudadana juegan su rol y no como lo formuló Marx en su pregonada undécima tésis sobre “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, donde afirma: “Los filósofos, hasta el momento, no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo; ahora de lo que se trata es de transformarlo”. Este criterio presume una arrogancia intelectual desmedida, además de convertirse en la herramienta de legitimación simbólica de los experimentos de ingeniería social llevados a cabo por seguidores de Marx como Lenin, Stalin y Mao, por citar algunos que convirtieron esos eventos en sistemas de dominación totalitaria con graves e irreversibles daños en las sociedades donde se llevaron a cabo. El experimento cubano también es una muestra elocuente.

Entre las profecías (Marx) y la construcción socialista (Lenin): el camino de la nada

El año de 1989 demostró que el “socialismo real”, paradoja de la historia a quien Marx y sus discípulos soñaban modelar, “no está ni en contra ni a favor de la historia”, sino simplemente fuera de ella.

Lenin, artífice y guía de la primera revolución socialista de la humanidad, sentó las bases de una forma alternativa de organizar la sociedad desde la toma del poder político por los soviets. La llamada “dictadura del proletariado” como forma de gobierno fue criticada por comunistas heterodoxos como Rosa Luxemburgo, quien de manera visionaria se percató de las profundas limitaciones del proyecto en términos democráticos y del diseño de una sociedad Estado-céntrica, donde el Estado es el principio y el fin de la vida social-económica y política, con un partido único que dice representar a la clase obrera y sus aliados. Aquí el Estado es un mecanismo de justificación y legitimación ideológica junto con las organizaciones permitidas por ser las correas de trasmisión de su mandato en la sociedad.

En este paisaje desolador aparecen los sujetos que desplazan a la clase obrera de las estructuras de poder político y administrativo: la burocracia, un mecanismo de control social efectivo y omnipresente en las sociedades socialistas; la “policía política”; la economía centralizada altamente estatizada y, como colofón de este “paraíso obrero” en la tierra, el gulag para recluir a herejes de esta oportunidad única en el reino de Dios: “la construcción del socialismo”. Estos rasgos están presentes de una forma u otra en todas las experiencias de “revoluciones tipificadas” con la doctrina marxista-leninista.

Cuba vaga a la deriva en el siglo XXI, en medio de tres componentes ideológicos en crisis: el nacionalismo radical, el utopismo revolucionario y el marxismo-leninismo, que fueron las columnas y los pilares del castrismo. Pero en este tiempo, que también es de cambio, comienza a sentirse una brisa que puede convertirse en un viento fuerte, de esos que lo arrastran todo.

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Marx y el legado del “socialismo real”  

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19.02.2024

LA HABANA, Cuba. – Nacido en 1818 en Tréveris, antiguo Imperio Prusiano, Carlos Marx constituye una de las contradicciones más perturbadoras del pensamiento occidental. El filósofo y economista ejerció una influencia extraordinaria en la segunda mitad del siglo XIX y en gran parte del siglo XX, al punto de llegar menguada y deslegitimada hasta nuestros días.

En la Historia de la Filosofía y la Economía no existe un pensador que haya ejercido la atracción de Carlos Marx para un sector significativo de la intelectualidad, los llamados “movimientos progresistas” y las “revoluciones radicales” acontecidas en la centuria pasada. Sus tesis y propuestas están plagadas de apreciaciones erróneas y vaticinios desafortunados. Marx produjo una obra con pretensiones enciclopédicas, lo que los filósofos posmodernos llaman meta-relato, autoproclamada científica, dejó más sombras y tinieblas que luces; lo lamentable es la cantidad de iluminados impetuosos que en nombre de sus teorías construyeron una vulgata de imperfecciones seudocientíficas. Solo recuerden a sus más enconados continuadores ―Lenin, Trotski, Stalin― así como los manuales de filosofía marxista-leninista editados en la antigua Unión Soviética para popularizar la “ideología emancipadora de la clase obrera”. La supuesta praxis liberadora terminó en un calvario laberíntico hacia la dominación totalitaria y la nada.........

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