LA HABANA, Cuba.- Salvo algunos focos de alegría alcoholizada y animada con melodías reparteras, La Habana cerró el año 2023 en un silencio desgarrador. No podía ser de otra manera, considerando que fue un año horrible en todos los sentidos, el cuarto desde que fuera declarada “la coyuntura”, eufemismo que este 2024 será sustituido por el de “economía de guerra”. Pocos cubanos tenían algo que celebrar y después de lo anunciado en la Asamblea Nacional del Poder Popular en su sesión del mes de diciembre, las menguadas esperanzas de que las cosas mejorarían se derrumbaron.

Además de los malos augurios expresados por Díaz-Canel y la fauna ministerial, este 2024 tiene la particularidad de ser bisiesto, una cualidad rodeada de supersticiones debido a lamentables acontecimientos ocurridos durante esos ciclos de 366 días.

En año bisiesto fueron asesinados Mahatma Gandhi, Martin Luther King y John Lennon. Sucedieron tragedias como el hundimiento del Titanic, el maremoto del Océano Índico o la pandemia de la COVID-19, cuyos primeros casos fueron diagnosticados en diciembre de 2019, pero se regó por el mundo al año siguiente, causando la mayor mortandad registrada desde la Gripe Española.

Cuba también tiene sus perlas bisiestas. Aunque todos los años han sido difíciles desde 1959, marcaron un punto de inflexión los fusilamientos ocurridos en 1960 (causa 829); la Ofensiva Revolucionaria de 1968 que arrasó con lo que quedaba de la iniciativa privada, decretando la pobreza general para todos los cubanos fuera de los Castro y sus acólitos; la crisis del Mariel y la masacre del Río Canímar en 1980 y, por supuesto, la pandemia de coronavirus que causó una cifra de muertes muy superior a la declarada por el régimen de Díaz-Canel, además de darle el golpe de gracia a la ineficiente economía del país.

Para los cubanos, de un tiempo hacia acá, todos los años han sido bisiestos; de modo que el 2024 no sorprenderá a nadie. Todos saben que la calidad de vida se deteriorará aún más y, con el aumento de la pobreza, crecerán también la delincuencia y la emigración.

Ninguna sociedad ha aceptado tan pasivamente el empeoramiento de sus condiciones de vida como lo han hecho los cubanos desde 2019. Año tras año el descalabro se ha profundizado hasta hacer de Cuba una nación absolutamente disfuncional, donde cada día menos personas quieren o pueden vivir.

Una pareja de turistas que se hospeda en mi edificio quedó sobrecogida por el silencio de fin de año y el mustio ajetreo del enero recién comenzado. No saben que hasta el mismo 31 de diciembre la gente estuvo buscado qué poner en la mesa; que en la tarde del día 30 las bodegas hervían de consumidores ansiosos por comprar las cuatro libras de arroz que faltaban por la canasta básica, y que muchos más amanecieron este primero de enero forrajeando un par de libras del cereal. Es imposible que quienes cierran un año en semejantes condiciones puedan esperar algo positivo para el siguiente.

El silencio de los cubanos es un mensaje clarísimo para los que gobiernan, pero estos insisten en confundir el mutismo con aguante, porque contra todos los pronósticos el 11J no se repitió en un año de tanta hambre y abuso como lo fue el 2023. La Letra del Año emitida por lo sacerdotes de Ifá-PCC sigue redundando en lo obvio, sin atreverse a señalar, aunque sea con metáforas, la raíz del problema.

Ahora mencionan la violencia contra la mujer o el abuso infantil, justo cuando el régimen se ve imposibilitado de continuar de espaldas a flagelos que se han propagado peligrosamente en la sociedad cubana. Más de ochenta mujeres fueron asesinadas por causa del machismo, un niño murió asfixiado en circunstancias que siguen siendo sospechosas a pesar de la declaración de las autoridades, aumentaron las denuncias de fallecimientos de menores en hospitales agobiados por la falta de recursos y un recién nacido muerto fue abandonado en un basurero del barrio San Isidro.

Siendo este el panorama, no hay nada que celebrar y nada que temer de un año bisiesto. Son tantos los infortunios que lastran la vida cotidiana de los cubanos, que muy poco puede ocurrir capaz de generar verdadero impacto en una población insensibilizada por la frecuencia con que se suceden las desgracias y la resignación ante un estado de cosas que considera inalterable.

En el signo regente revelado en la Letra del Año nace “Pasar de rey a esclavo”. Algunos creyentes optimistas han interpretado esas palabras como un vaticinio de la caída del régimen. Otra semilla de esperanza que podría germinar en el corazón del pueblo para darle el empuje definitivo, o acomodarlo aún más en la confianza de que el mal caerá por su propio peso, sin entender a conciencia el precio que seguimos pagando mientras esperamos el fin de la dictadura por intervención divina.

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De un tiempo para acá, todos los años son bisiestos

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06.01.2024

LA HABANA, Cuba.- Salvo algunos focos de alegría alcoholizada y animada con melodías reparteras, La Habana cerró el año 2023 en un silencio desgarrador. No podía ser de otra manera, considerando que fue un año horrible en todos los sentidos, el cuarto desde que fuera declarada “la coyuntura”, eufemismo que este 2024 será sustituido por el de “economía de guerra”. Pocos cubanos tenían algo que celebrar y después de lo anunciado en la Asamblea Nacional del Poder Popular en su sesión del mes de diciembre, las menguadas esperanzas de que las cosas mejorarían se derrumbaron.

Además de los malos augurios expresados por Díaz-Canel y la fauna ministerial, este 2024 tiene la particularidad de ser bisiesto, una cualidad rodeada de supersticiones debido a lamentables acontecimientos ocurridos durante esos ciclos de 366 días.

En año bisiesto fueron asesinados Mahatma Gandhi, Martin Luther King y John Lennon. Sucedieron tragedias como el hundimiento del Titanic, el maremoto del Océano Índico o la pandemia de la COVID-19, cuyos primeros casos fueron diagnosticados en diciembre de 2019, pero se regó por el mundo al año siguiente, causando la mayor mortandad registrada desde la Gripe Española.

Cuba también tiene sus perlas bisiestas. Aunque todos los años han........

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