LA HABANA, Cuba. – Medios independientes han desmentido que la revista National Geographic haya recomendado a Cuba como primer destino para hacer turismo cultural. El susodicho artículo, del cual rápidamente se hicieron eco varios libelos oficiales, en realidad fue pagado por la agencia Exodus Adventure Travels, cuyos “expertos” están tan desconectados de la realidad como Miguel Díaz-Canel y su comitiva.

Historia y una intensa vida nocturna fueron los dos indicadores que llevaron a Cuba a ese dudoso primer lugar. Es más, la agencia asegura que para entender la complejidad de la Isla los viajeros necesitan pasar un par de días explorando La Habana a través de sus recovecos coloniales, degustando cócteles en bares art déco y paseando en almendrones elegantes, trasnochada expresión de ese encanto vintage que, por más que se esfuercen los turoperadores, ya no vende como antes.

Cuba se ha vuelto tan aburrida que es necesario “inflar” para atraer visitantes. Es el único destino turístico del Caribe que no se ha recuperado después de la pandemia y, según Exodus Travels, el turista puede desentrañar sus complejidades en 48 horas, chapoteando en alcohol.

Pero sucede que Cuba no es compleja. Cuba es pobre, sin romanticismo, y se está quedando vacía. La intensa vida nocturna que menciona el artículo solo existe en espacios recreativos y de ocio ―algunos muy exclusivos― que han podido timonear, con mayor o menor éxito, la tremenda escasez que tiene a los turistas pagando demasiado por bienes corrientes y de calidad cuestionable.

Los expertos de Exodus Travels pasan por alto el espectáculo diurno que La Habana ofrece a los visitantes: suciedad y destrucción extremas que hablan muy mal tanto del Gobierno como de sus habitantes, una limitada variedad de ofertas y gente pobrísima ―niños incluidos― que mendiga dinero o baratijas. La indigencia y el mal olor emergen por doquier, cual costra de miseria que cubre cada centímetro, al punto de hacer sentir al visitante incómodo.

Durante la noche el turista también puede disfrutar de todo eso, pero en calles oscuras o mal iluminadas, a riesgo de ser desvalijado. Eso es La Habana, y las agencias que insisten en vender una realidad tan precaria como exotismo caribeño ponen en riesgo su credibilidad. Un turista puede ser engañado una vez, pero de seguro no va a regresar y se tomará la molestia de contar su experiencia para alertar a otros potenciales vacacionistas.

La visión de “cultura cubana” es cada vez más reducida. El tabaco antillano ya no es el mejor del mundo, desbancado en 2023 por el de República Dominicana según el ranking de la revista Cigar Aficionados, de la compañía M. Shanken Communications. El buen café solo es posible si se importa desde Miami y hasta la música tradicional se ha esfumado de ambientes que en otros tiempos no sabían de silencios.

El mal aspecto de los bares del bulevar de Obispo, donde hace pocos años sonaban combos que competían entre sí para atraer turistas, evidencia cuánto se ha descuidado hasta la visión más estereotipada de la cultura. Todos están oscuros, mal atendidos, medio vacíos. El son no rompe sabroso, la gente no se detiene, como antes, a disfrutar la música y tirar un pasillo en pleno bulevar.

Esa alegría contagiosa que seduce al extranjero ya no existe. El Centro Histórico es una olla de calor y peste, atestada de carteristas y pedigüeños que se arriman a los turistas con una insistencia tal que los sacan de sus casillas y más de uno ha tenido que poner carácter para quitárselos de encima.

El turismo en Cuba no va a despegar “inflando” datos ni procurando transformar la decadencia social, política y cultural en un eslogan. Si el éxodo continúa, habrá que importar hasta las palmeras para darle color a una postal que, de tan desteñida, ya es irreconocible.

Ahora el régimen quiere que vengan los bielorrusos, tan hoscos y tacaños como sus vecinos rusos, que no dejan de quejarse ―con o sin razón― desde que llegan al hotel hasta que se van. Luego publican reseñas donde no queda títere con cabeza porque en los hoteles todo está malo: infraestructura, alimentación, coctelería y servicios. El tiro le sigue saliendo a Raúl Castro y a Díaz-Canel por la culata.

Una Cuba productiva ya es quimera. Habrá que seguir importando lo que comen y beben los turistas, salvo el ron, que en cualquier momento empezará a escasear. No importa cuánto alardee Díaz-Canel de sus “diálogos provechosos” con cuanto tirano queda sobre la faz de la tierra. Tampoco importan el plan para la estabilización macroeconómica, ni las escaramuzas para recuperar los flujos de remesas.

Esas medidas solo son viables en las mentes abotargadas de Manuel Marrero y Alejandro Gil. En la calle, dólar y euro siguen a galope cuesta arriba, las mipymes suben el precio de lo que les va quedando en inventario, ponen sus divisas a salvo y se preparan para la nueva ofensiva revolucionaria. Otros miles de cubanos venden todo lo que tienen en remates de última hora, prenden velas a sus santos y no ven la hora de emigrar porque saben que entre inflación e “infladera”, Cuba se sigue complicando.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

QOSHE - Entre inflación e “infladera” Cuba se sigue complicando - Javier Prada
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Entre inflación e “infladera” Cuba se sigue complicando

11 25
20.01.2024

LA HABANA, Cuba. – Medios independientes han desmentido que la revista National Geographic haya recomendado a Cuba como primer destino para hacer turismo cultural. El susodicho artículo, del cual rápidamente se hicieron eco varios libelos oficiales, en realidad fue pagado por la agencia Exodus Adventure Travels, cuyos “expertos” están tan desconectados de la realidad como Miguel Díaz-Canel y su comitiva.

Historia y una intensa vida nocturna fueron los dos indicadores que llevaron a Cuba a ese dudoso primer lugar. Es más, la agencia asegura que para entender la complejidad de la Isla los viajeros necesitan pasar un par de días explorando La Habana a través de sus recovecos coloniales, degustando cócteles en bares art déco y paseando en almendrones elegantes, trasnochada expresión de ese encanto vintage que, por más que se esfuercen los turoperadores, ya no vende como antes.

Cuba se ha vuelto tan aburrida que es necesario “inflar” para atraer visitantes. Es el único destino turístico del Caribe que no se ha recuperado después de la pandemia y, según Exodus Travels, el turista puede desentrañar sus complejidades en 48 horas, chapoteando en alcohol.

Pero sucede que Cuba no es compleja. Cuba es pobre, sin romanticismo, y se está quedando vacía. La intensa vida nocturna que menciona el artículo solo existe en espacios........

© Cubanet


Get it on Google Play