LA HABANA, Cuba. — Mientras transitaba hace unos días por la calle Monte, al llegar a la esquina de Aponte, vi a un hombre de mediana edad sentado en piso de un portal con un cartel que decía: “Ayúdame para comer”. Aquello me impactó sobremanera. Excepto personas ancianas que piden limosnas a la entrada de los templos, hacía muchos años que no veía algo así. Lamentablemente, tal y como van las cosas en Cuba, es muy probable que tengamos que adaptarnos a ver cada vez más limosneros en las calles.

Luego del reconocimiento oficial del fracaso del reordenamiento económico, en su reciente discurso ante la Asamblea Nacional, el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, llamó a elevar la producción, sobre todo agrícola, para eliminar la galopante inflación. Sin embargo, las medidas que anunció no parecen ser la solución. Una de las disposiciones es el aumento del precio del combustible. Eso implicará el aumento del costo del pasaje, tanto en el transporte público como en el privado. También se dispuso el aumento de la tarifa del abasto de agua en sector sin metro contador de siete a 21-24 pesos por persona residentes en el domicilio; la electricidad en un 25%, para los que consuman más de 500 watts al mes; y el gas licuado, a 225 pesos el recipiente de 10 kilogramos y 1.014 pesos el de 45 kg.

Con el aumento del precio del transporte, la electricidad, el agua, el gas licuado y los cigarros, se verán reducidos aun más los ingresos de la población, lo que está generando gran malestar. Las mipymes, ante el anuncio de la subida de los aranceles en la importación de mercancías, ya han elevado los precios. Los cada vez más escasos productos que venden sin cumplir el tiempo de entrega por la Libreta de Abastecimiento (que el gobierno llama “canasta básica”) serán subsidiados solo para los vulnerables, o sea, las personas con pocos ingresos. Al menos, eso es lo que se interpreta de las palabras del primer ministro Marrero cuando dijo que la ayuda será a personas específicas y no a toda la población.

Las únicas mejoras en salarios anunciadas hasta el momento serán para los trabajadores de Salud Pública y Educación. El régimen sigue hablando de la necesidad de aumentar los salarios de trabajadores y jubilados, pero sin concretar cuándo se producirá el tan esperado incremento.

También hablan de la necesidad de bajar los precios de los alimentos, pero estos no paran de subir. La carne de cerdo llegará para enero hasta a 700 pesos la libra, según se especula. Con una reducción de los gastos generados al presupuesto del país por las prebendas y lujos de los altos dirigentes y el derroche en campañas políticas y en la esfera militar, daría para mejorar siquiera un poco el nivel de vida de la población.

Para los próximos meses no se ven venir soluciones, sino nuevas restricciones. Y para enfrentar el agobio del pueblo, habrá mayor represión. La tormenta que se cierne sobre los de abajo no parece tener fin. El futuro es bien oscuro.

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