LA HABANA, Cuba.- La mansión conocida como La Casa Encantada, ubicada en la esquina de 14 y Línea, en El Vedado, es importante por dos razones: por ser la más antigua de la calle Línea y porque en ella moró durante gran parte de su vida la escritora y poeta Dulce María Loynaz.

El inmueble, edificado a mediados del siglo XIX, fue propiedad del alemán August Groupe Meyer, que lo usaba como hotel de playa.

Cuando Meyer quiso cortar un flamboyán que crecía en el patio, la abuela de Dulce María, para evitar que cortaran el árbol que le gustaba mucho a su nieta, compró la propiedad del lugar.

Ese sería el hogar de María de las Mercedes Muñoz Sañudo, la madre de Dulce María Loynaz. Mujer de extraordinaria belleza, se casó con Enrique Loynaz del Castillo, quien fuera miembro del Ejército Libertador licenciado con grados de general de brigada.

La familia Muñoz Sañudo fue propietaria de una gran parte de los terrenos del actual Vedado, desde la Avenida Paseo, calle 19 y el río Almendares hasta el mar, colindantes con la conocida finca El Carmelo, y cuya parcelación total fue realizada por el Conde de Pozos Dulces.

Dulce María Loynaz pasó, sobre todo en sus primeros años de vida, largas temporadas allí para visitar a sus abuelos. Había nacido en Prado # 4 y a los seis meses la llevaron a residir en San Rafael esquina Amistad. En 1920 se mudó de forma definitiva para la casa familiar de la calle Línea.

Construyeron otra casona más confortable en un espacio del patio posterior. Ambas casas se comunicaban entre sí por una de las esquinas traseras de la vieja vivienda.

En la nueva casa, que tenía entrada por la calle Calzada y llegaba hasta el mar, se establecieron Dulce María Loynaz y sus hermanos.

Entrevistada por su amigo y albacea Aldo Martínez Malo, Dulce María Loynaz recordaría: “El edificio se levantaba en medio de un frondoso jardín donde crecían las begonias, los jazmines del cabo, los embelesos, la dalia color lila, la madreselva y los corpulentos árboles; en cualquier sitio se encontraban bancos acogedores, mármoles antiguos, fuentes con peces de colores, donde se miraban los pavos reales blancos (nunca vistos en Cuba), cacatúas de igual color, flamencos de rosado plumaje, monos traídos de las selvas de Venezuela…Había varios pabellones y capillas a media luz…”.

En esta residencia se efectuaron las “Juevinas”, tertulias que se hacían los jueves en su salón gris azuloso, donde se reunían las amistades intelectuales cubanas y extranjeras. Entre otros participantes concurrían José Antonio Fernández de Castro, Gustavo Sánchez Galarraga, Aurelio Boza Masvidal, Gonzalo Aróstegui, José María Chacón y Calvo, Emilio Ballagas, José Antonio Ramos, Alejo Carpentier, Virgilio Piñera, y españoles, Juan Ramón Jiménez con su esposa y Federico García Lorca.

Dulce María Loynaz vivió en la casona de la calle Línea hasta 1946, cuando contrajo matrimonio con el periodista Pablo Álvarez de Cañas, el cual como regalo de boda, le compró la mansión situada en la esquina de 19 y E, también en El Vedado. En esa casa se auto enclaustró después de la instauración del régimen de Fidel Castro y mantuvo un mutismo de más de 20 años en rechazo al sistema político imperante.

La casa de los Loynaz en 14 y Línea es hoy un edificio multifamiliar. La antigua estructura arquitectónica, con paredes de mampostería, techo de tejas y columnas de madera, a pesar de las modificaciones hechas por sus actuales moradores, el deterioro causado por el tiempo y la falta de mantenimiento adecuado, conserva aún en parte su estilo original. Pero las estatuas y otros elementos ornamentales desaparecieron. El jardín lateral de la antigua vivienda también desapareció y sus vecinos usan el terreno para realizar cultivos menores.

La casa del fondo, muy deteriorada, hecha una ruina, está rodeada de una selva de árboles y arbustos. En nada se parece al esplendoroso jardín que allí existió.

Hoy, la manzana está subdivida por varias casas y la pequeña parroquia El Carmelo, edificada en el espacio que Dulce María Loynaz donó a la Iglesia Católica.

En una parte del terreno que fuera parte de la propiedad, construyeron viviendas de micro-brigada.

En su autobiografía Fe de Vida, Dulce María Loynaz expresó: “Nuestro Vedado fue enterrado vivo por la estulticia y la avaricia de hombres nacidos bajo su mismo cielo… Del Vedado no queda más que el nombre”.

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La Casa Encantada de Dulce María Loynaz: un símbolo que se desvanece

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16.11.2023

LA HABANA, Cuba.- La mansión conocida como La Casa Encantada, ubicada en la esquina de 14 y Línea, en El Vedado, es importante por dos razones: por ser la más antigua de la calle Línea y porque en ella moró durante gran parte de su vida la escritora y poeta Dulce María Loynaz.

El inmueble, edificado a mediados del siglo XIX, fue propiedad del alemán August Groupe Meyer, que lo usaba como hotel de playa.

Cuando Meyer quiso cortar un flamboyán que crecía en el patio, la abuela de Dulce María, para evitar que cortaran el árbol que le gustaba mucho a su nieta, compró la propiedad del lugar.

Ese sería el hogar de María de las Mercedes Muñoz Sañudo, la madre de Dulce María Loynaz. Mujer de extraordinaria belleza, se casó con Enrique Loynaz del Castillo, quien fuera miembro del Ejército Libertador licenciado con grados de general de brigada.

La familia Muñoz Sañudo fue propietaria de una gran parte de los terrenos del actual Vedado, desde la Avenida Paseo, calle 19 y el río Almendares hasta el mar, colindantes con la conocida finca El Carmelo, y cuya parcelación total fue realizada por el Conde de Pozos Dulces.

Dulce María Loynaz pasó, sobre todo en sus primeros años de........

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