LA HABANA, Cuba. – No me gustan las colas, más bien las odio. No me gustan esas filas enormes bajo el sol o la lluvia. No me gustan esas conversaciones, esos chismorreos que las colas favorecen. No me gustan esas reuniones, detesto las junteras que acompañan a las colas que facilitan el chismorreo, esas avalanchas de sandeces dichas a la carrera. La cola es uno de los peores males del comunismo.

Lo más sensato para evadir la realidad de una cola es contemplar el suelo y luego al cielo, y abstraerse, suponerse en el mejor de los mundos posibles y ser un Cándido muy cándido; pero a veces resulta imposible la abstracción si el vecino que vive al lado de la tienda sube el televisor que te hace recordar que un 7 de diciembre cayó Maceo en combate, y piensas en Maceo, y sientes otra vez su muerte, y hasta lo supones viviendo en estos días, y te preguntas por lo que haría Maceo hoy en Cuba.

Y la muerte de Maceo referida en la televisión te hace recordar otras muertes, y sobre todo una de la que no se habla en Cuba, una muerte que también ocurriera un 7 de diciembre, en un 7 de diciembre más cercano en el tiempo a nosotros. La muerte de Maceo me hace recordar cada año la muerte de Reinaldo Arenas, y la de Reinaldo me acerca a Antonio. Dos muertes en un día idéntico del mismo mes.

El 7 de diciembre es un día luctuoso, pero no solo porque murió Antonio Maceo. En otro 7 de diciembre, y en el año 1990 dejó de existir Reinaldo Arenas. El patriota recibió un tiro y murió luego, mientras que el escritor, ya enfermo, se suicidó, no esperó a morir “tranquilo en la cama”. Antonio y Reinaldo murieron en día idéntico, pero en años muy distantes uno del otro.

De Maceo se dicen en Cuba grandes cosas, a Maceo le dedican una y mil lisonjas, a Reinaldo han preferido olvidarlo, silenciarlo. Antonio y Reinaldo murieron un 7 de diciembre, por esas ¿casualidades de la vida? A Maceo lo presentan como un Titán de Bronce, pero a Reinaldo ni siquiera lo mencionan. A Maceo lo presentan como el “gran macho”, al otro le otorgan el silencio o el detrimento que dedica el poder a los homosexuales.

Y la vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida. La casualidad, y la vida, y hasta la historia han hecho coincidir, al menos en una fecha, a Antonio y a Reinaldo, pero este 7 de diciembre el escritor, como sucede cada año en Cuba, fue relegado otra vez, se le dedicó un silencio grande, mientras que el Titán fue el centro de todos los noticiarios.

Y este 7 de diciembre, a pesar de los pesares, tuve la certeza de que Antonio y Reinaldo entraron hace ya tiempo en la eternidad, y no solo porque duren en el tiempo. Antonio y Reinaldo están juntos en el tiempo y en sus eternidades. Ninguno de los dos se fue, ambos viven un presente continuo, y común, y con algunas coincidencias.

El escritor tiene ese mismo presente continuo del héroe. Son héroes el Titán y “el pájaro”. Los dos ya son parte de la eternidad, ambos serán fuego vivo para siempre, los dos están situados en el futuro, y quizá hasta en la consumación de los tiempos, aunque para los decisores cubanos el “pájaro” no existe ya.

Y para mí, para muchos, Reinaldo y Antonio son presente; un presente que se reconoce en el pasado y que va también al futuro. El presente y el pasado son partes del tiempo y presuponen al pasado y también al futuro. Reinaldo Arenas es parte de la historia cubana, tanto como Antonio Maceo. Reinaldo Arenas es para mí, y para muchos, un héroe, y creo que es ridículo, incluso grotesco, negar su grandísima importancia, y sus negadores son unos tarados.

Reinaldo fue, y lo sigue siendo, un escritor excepcional, un artista que siguió su propia pasión, su ambición. Reinaldo Arenas, aunque los comunistas lo desprecien y lo nieguen, fue uno de esos instrumentos de las más altas realizaciones de las artes. Reinaldo es, para la literatura cubana, tan importante como Lezama, como Carpentier y Virgilio Piñera.

Arenas está entre los más grandes conductores, inspiradores, de la literatura cubana. Reinaldo es sustancia, y es también historia en la más alta cultura cubana, a pesar de que los rectores de esa cultura se empeñen en obviarlo, en despreciarlo. Reinaldo es un escritor providencial, pésele a quien le pese. Y no por gusto Antonio Maceo y Reinaldo Arenas se fueron del mundo el mismo día de años diferentes: Reinaldo en 1990, Antonio Maceo en 1896. Y esa coincidencia tan curiosa e inusual, esa sincronía… da la impresión que no está dentro de los límites de la casualidad.

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QOSHE - Antonio Maceo y Reinaldo Arenas: tan lejos y tan cerca - Jorge Ángel Pérez
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Antonio Maceo y Reinaldo Arenas: tan lejos y tan cerca

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11.12.2023

LA HABANA, Cuba. – No me gustan las colas, más bien las odio. No me gustan esas filas enormes bajo el sol o la lluvia. No me gustan esas conversaciones, esos chismorreos que las colas favorecen. No me gustan esas reuniones, detesto las junteras que acompañan a las colas que facilitan el chismorreo, esas avalanchas de sandeces dichas a la carrera. La cola es uno de los peores males del comunismo.

Lo más sensato para evadir la realidad de una cola es contemplar el suelo y luego al cielo, y abstraerse, suponerse en el mejor de los mundos posibles y ser un Cándido muy cándido; pero a veces resulta imposible la abstracción si el vecino que vive al lado de la tienda sube el televisor que te hace recordar que un 7 de diciembre cayó Maceo en combate, y piensas en Maceo, y sientes otra vez su muerte, y hasta lo supones viviendo en estos días, y te preguntas por lo que haría Maceo hoy en Cuba.

Y la muerte de Maceo referida en la televisión te hace recordar otras muertes, y sobre todo una de la que no se habla en Cuba, una muerte que también ocurriera un 7 de diciembre, en un 7 de diciembre más cercano en el tiempo a nosotros. La muerte........

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