LA HABANA, Cuba. – Hace ya algunos años escribí un libro al que titulé, en “franco desafío”, más bien coqueteo con Julián del Casal, En La Habana no son tan elegantes. Ese fue el título que escogí para narrar a una ciudad que había perdido toda su elegancia, sus galanuras mejores, las de siempre, esas que se encargó de destruir el comunismo desde que subió al poder. En Cuba no se podrían escribir, aunque algunos las prefieran, “novelas pastoriles”.

Ya no se escriben novelas pastoriles y casi nadie recuerda a Garcilaso de la Vega, sus églogas son casi una “mala palabra”. La gente piensa hoy mucho más en las ciudades, al menos en Cuba. Ya no hay domingos en el campo, ya no hay almuerzos en el campo. Ya no hay manteles tendidos sobre la yerba para amparar los platos, las comidas. Ya no hay almuerzos ni en los campos y tampoco en las ciudades.

Cuba dejó de mirar al campo y se concentró en las ciudades, en las más grandes, buscando la sobrevida. Y tanto fue así que Los Van Van se pusieron a entonar, hace ya mucho, aquella canción que nos advertía, casi en un grito, que “La Habana no aguanta más”, pero Los Van Van no consiguieron contener el éxodo del campo a las ciudades, y crecieron esos traslados, y, curiosamente, con esos éxodos crecieron los abandonos a la ciudad.

La ciudad se miró cada día más repleta, creciendo en esos entresuelos a los que llamamos barbacoas, en franca alusión a las casitas de techos cónicos de los nativos cubanos. La gente se fue del campo y vino a las ciudades. La gente abandonó el campo y sus cultivos, y desaparecieron el arroz, y los frijoles, y cualquier tipo de ganado se hizo extraño y aumentó sus precios.

La Habana, todas las ciudades, se fueron destruyendo, pero no poco a poco, más bien “mucho a mucho”. El Vedado se fue despedazando, y Miramar fue para los jefes que no se habían ganado un punto más cercano a Punto Cero, y lo mismo pasó con Nuevo Vedado. Lo mismo sucedió con ese Nuevo Vedado que se hizo como una extensión del Vedado, y en el que comenzaron a vivir jefes con menores jerarquías, pero jerarcas al fin. En Nuevo Vedado puso el Che Guevara su casa, y allí, se dice, que viven aún sus hijos, y la madre de sus hijos.

Y hoy se puede ver claramente el deterioro de esa parte de Nuevo Vedado en el que no viven los pejes más gordos, como sucede en la calle Marina, exactamente en Marina, entre Talleres y Santa Ana. Y lo que allí he visto nada tiene que ver con lo que dijera Colón tras su arribo a la Isla. Lo que allí vi es triste, un desparpajo: enormes huecos en la calle Marina desde donde brota el agua, desde donde se pierde el agua, mientras los habitantes de la zona sufren sin ella.

El agua que se pierde en ese punto de la ciudad es una alegoría de la miseria, el agua que fluye y reverbera, es un signo de la desgracia en uno de los barrios más elegantes y prósperos de la ciudad. Y mirando esos estropicios, recordaba aquellos días en los que caminaba con insistencia ese reparto con una amiga para, como decíamos, “comprarnos casas”. Mi amiga y yo comprábamos casas; lo mismo cierto penthouse de la calle 26 en el que viviera alguna vez Rosita Fornés, que la más majestuosa de las casas…

Y ahora el agua se pierde en ráfagas, a borbotones y sin recato, en Nuevo Vedado, esa agua que sigue siendo el principio de todas las cosas, como lo dejó muy claro el señor Tales de Mileto. El agua, decía él, le dio origen al universo, y yo tengo la certeza de que su ausencia será el fin del universo, y al parecer ese fin comenzará en La Habana, en esa ciudad en la que tanto escasea el agua, mientras en Nuevo Vedado se pierde a borbotones. En Nuevo Vedado, en cualquier sitio en el que se pierde el agua, podría suceder el comienzo del fin del comunismo.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

QOSHE - El agua es el principio y también el fin - Jorge Ángel Pérez
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

El agua es el principio y también el fin

34 0
08.12.2023

LA HABANA, Cuba. – Hace ya algunos años escribí un libro al que titulé, en “franco desafío”, más bien coqueteo con Julián del Casal, En La Habana no son tan elegantes. Ese fue el título que escogí para narrar a una ciudad que había perdido toda su elegancia, sus galanuras mejores, las de siempre, esas que se encargó de destruir el comunismo desde que subió al poder. En Cuba no se podrían escribir, aunque algunos las prefieran, “novelas pastoriles”.

Ya no se escriben novelas pastoriles y casi nadie recuerda a Garcilaso de la Vega, sus églogas son casi una “mala palabra”. La gente piensa hoy mucho más en las ciudades, al menos en Cuba. Ya no hay domingos en el campo, ya no hay almuerzos en el campo. Ya no hay manteles tendidos sobre la yerba para amparar los platos, las comidas. Ya no hay almuerzos ni en los campos y tampoco en las ciudades.

Cuba dejó de mirar al campo y se concentró en las ciudades, en las más grandes, buscando la sobrevida. Y tanto fue así que Los Van Van se........

© Cubanet


Get it on Google Play