SANTA CLARA, Cuba . – Desde hace siglos atrás, Santa Clara fue considerada una ciudad de paso, multicultural y desprejuiciada en la que sus noches solían ser eternas. Cualquier festival, evento o tertulia solía hartar las calles aledañas a su parque central, punto de encuentro de trovadores, artistas y estudiantes universitarios.

La llamada capital bohemia del centro de Cuba no parece ni la sombra de lo que antes fue. Cuentan quienes vivieron los difíciles años 90 que ni siquiera durante el llamado Período Especial dejó de notarse el trasiego de personas en horario nocturno. Los altos precios del transporte privado y la escasez de ómnibus locales, sumados a la incertidumbre de un posible robo en plena calle, han sido detonantes de que hoy Santa Clara se perciba como un pueblo fantasmagórico cuando empieza a caer la noche.

A no ser en fechas festivas, uno que otro fin de semana, o cuando tiene lugar alguna “actividad” en el propio Parque Vidal, otrora colmado de gente hasta la madrugada, apenas permanecen unas pocas almas pasadas las 10:30 de la noche. Quienes frecuentan los bares y centros nocturnos ya no son aquellos estudiantes que regresaban a la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas en la “guagua de la confronta”. Un nuevo estrato social, imberbe pero ciertamente adinerado, ha emergido para sentar marcadas diferencias entre la generación más joven. Por demás, el retorno en la noche desde el centro citadino hasta cualquier zona alejada implica el desembolso de más de 1.000 pesos por un carro de alquiler.

El llamado Malecón de Santa Clara, un muro al costado del Teatro La Caridad fue durante años un sitio de confluencia variopinta: armonizaban allí los hijos de negociantes con los menos privilegiados, frikis y “reparteros”, poetas y borrachos, gente maliciosa y bitongos de casa. El ambiente solía animar el centro de la ciudad cualquier día de la semana.

Desde hace un buen tiempo, el Malecón dejó de existir como punto de reunión y se impone cierta tendencia a pernoctar en bares particulares bastante costosos, los mismos que compiten por la afluencia de un público regido por la novedad y que son inaccesibles para la mayoría de los estudiantes o para quienes dependan de un salario. No se puede negar la existencia de una clase más pudiente y ostentosa, que no vacila en gastar miles de pesos en la cuenta de cualquiera de estos establecimientos privativos, al tiempo en que otros sobreviven a duras penas sin poder permitirse tamaños lujos.

Sumado a la pérdida de cierta nocturnidad, permanecer hasta altas horas en la calle implica la posibilidad de ser asaltado, aunque Villa Clara no se halla entre las provincias más críticas en cuanto a reportes de muertes o lesiones graves. Aun así, en los últimos meses los propios perfiles en redes asociados al Ministerio del Interior (MININT) han notificado una serie de detenciones de individuos que cometieron hechos delictivos tipificados como “robo con arrebato”, incluso a plena luz del día, y otros que portaban armas blancas en horario de la madrugada. También aseguran que capturaron a varios delincuentes dedicados a deambular en horario nocturno que “velaban” a los transeúntes para robarles las carteras y celulares o el dinero extraído de los cajeros automáticos.

El ambiente de las ciudades depende en gran parte del estado de ánimo de quienes la ocupan. La Santa Clara nocturna podría compararse con las descripciones del pueblo Luvina de Juan Rulfo, donde a veces se percibe que decretaron toque de queda. Está reportada entre las cabeceras provinciales más envejecidas del país, que ha perdido una parte importante de su población entre los 20 y 30 años. La migración de familias enteras también influye en esa sensación de soledad que hoy describen muchos de sus habitantes.

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Postal de Santa Clara: una ciudad “exclusiva” y desolada 

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28.02.2024

SANTA CLARA, Cuba . – Desde hace siglos atrás, Santa Clara fue considerada una ciudad de paso, multicultural y desprejuiciada en la que sus noches solían ser eternas. Cualquier festival, evento o tertulia solía hartar las calles aledañas a su parque central, punto de encuentro de trovadores, artistas y estudiantes universitarios.

La llamada capital bohemia del centro de Cuba no parece ni la sombra de lo que antes fue. Cuentan quienes vivieron los difíciles años 90 que ni siquiera durante el llamado Período Especial dejó de notarse el trasiego de personas en horario nocturno. Los altos precios del transporte privado y la escasez de ómnibus locales, sumados a la incertidumbre de un posible robo en plena calle, han sido detonantes de que hoy Santa Clara se perciba como un pueblo fantasmagórico cuando empieza a caer la noche.

A no ser en fechas festivas, uno que otro fin de semana, o cuando tiene lugar alguna “actividad” en el propio Parque Vidal, otrora colmado de gente hasta la madrugada, apenas permanecen unas pocas almas........

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