LA HABANA, Cuba.- La película Los Frikis, de los realizadores norteamericanos Tyler Nilson y Mike Schwartz, estrenada el pasado 6 de abril en el Festival de Cine de Miami, está inspirada en casos reales de rockeros cubanos (freakies o frikis, como los llamaban en las décadas de 1980 y 1990) que se auto-inocularon el VIH-SIDA para, estando ingresados, en pleno Periodo Especial, mejorar sus condiciones de vida.

No pienso que la película de Nilson y Schwartz sea un remake, pero el tema ya había sido abordado en el año 2011 por el director cubano Gerardo Chijona en su filme Boleto al paraíso.

Chijona, para la película, se basó en testimonios de enfermos que halló en el libro Confesiones a un médico, del doctor Jorge Pérez, quien fuera desde 1982 y hasta fines de los años 90, el director del sanatorio Los Cocos, en Santiago de las Vegas, donde confinaban a los contagiados con el VIH-SIDA.

Según explicó Chijona cuando se estrenó la película, quiso “representar esa mezcla letal de inexperiencia, ignorancia, inocencia y familias abusivas, el rechazo de la sociedad en una Cuba que en aquellos tiempos difíciles vivió una situación material y espiritual muy compleja”.

Recuerdo la muy elocuente fotografía del cartel promocional de Boleto al paraíso. Se veía a seis freakies, tres muchachas y tres muchachos, los protagonistas de la película, recostados a una ruinosa fachada con una desvencijada ventana remendada con tablas, y una placa en la pared que indicaba el nombre de la calle: Desamparados.

Boleto al paraíso narraba la historia de seis jóvenes que, a inicios del Período Especial, decidieron inocularse el virus del SIDA para escapar del pan y el agua con azúcar del desayuno, la punzada en la boca del estómago del hambre, de la incomprensión de sus familias, las redadas de la policía contra los freakies, los apagones de diez horas y más, las guaguas que no pasaban, los CDR que repartían tickets para hamburguesas sólo a los revolucionarios y anunciaban la olla colectiva para cuando llegara la Opción Cero…

Era tanta la enajenación que prefirieron estar tras los muros del sanatorio Los Cocos, donde, con la manía oficial de encerrar a los “diferentes”, encerraban a los enfermos del SIDA. Allí al menos tendrían la comida y el techo seguros.

Una muchacha infectada les hizo el favor de contagiarlos. No fue un sacrificio. En aquellos años en Cuba, una de las pocas cosas agradables que un joven podía hacer sin demasiados problemas, en cualquier lugar y con cualquiera, era tener sexo…

Los jóvenes que se auto-inocularon el VIH-SIDA en aquellos años para que los enviaran a Los Cocos, la mayoría conscientes y otros tan drogados o borrachos que no sabían bien lo que hacían, fueron decenas. Hay quien afirma que más de cien, de ambos sexos.

Recuerdo que por aquellos tiempos se regó en La Habana la bola de que había freakies que se dedicaban a pinchar con agujas infectadas con SIDA a los asistentes a los conciertos de rock. La bola creó cierto pánico, pero duró poco porque no había muchos conciertos de rock y circulaban otras muchas bolas, cuál de ellas más terribles…

Conocí a una muchacha que se inoculó el SIDA. Se llamaba Dalia y la apodaban La Crazy, porque quedó muy afectada de los nervios después que murió su niña de menos de un año. Era trigueña, delgada, muy linda, con pinta de estrella de heavy metal o de gitana. Pero solía caer en profundas depresiones que no lograban atenuar el alcohol o las anfetaminas. Por suerte, siempre andaba con dos buenas amigas que la auxiliaban, rockeras a rabiar, asiduas del Patio de María y que tenían apodos tan sugerentes como ella: La Pirata y La Cobra.

Dalia presumía de no enamorarse. Podía entregarse “para descargar un rato” pero decía que reservaba su corazón para alguien que se pareciese a Axl Rose o Slash. Finalmente, allá por 1995, se enamoró de un freakie enfermo de SIDA. Se fue a la cama con él, dispuesta a contagiarse. Había encontrado el amor y ya no tenía nada que perder.

La última vez que me encontré a Dalia La Crazy fue hace más de 25 años en un concierto de Extraño Corazón en la sala Atril del teatro Karl Marx. Bailaba sola al compás de Jessie Rainbow. Le asentaba la ropa blanca y su pelo, negrísimo, corto. Se veía muy bien. Me dijo que en Los Cocos no se estaba mal, que la comida era buena y se entretenía mucho con los perros pastores que cuidaba como parte de su trabajo. No me atreví a averiguar por su novio. Preferí fingir que todo era como antes.

Es lo que hago cuando me acuerdo de Dalia, especialmente cada vez que escucho “November Rain”.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

QOSHE - Amor, rock y autoinfectados con VIH: el cine vuelve a representar sucesos del Período Especial en Cuba - Luis Cino
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Amor, rock y autoinfectados con VIH: el cine vuelve a representar sucesos del Período Especial en Cuba

16 44
10.04.2024

LA HABANA, Cuba.- La película Los Frikis, de los realizadores norteamericanos Tyler Nilson y Mike Schwartz, estrenada el pasado 6 de abril en el Festival de Cine de Miami, está inspirada en casos reales de rockeros cubanos (freakies o frikis, como los llamaban en las décadas de 1980 y 1990) que se auto-inocularon el VIH-SIDA para, estando ingresados, en pleno Periodo Especial, mejorar sus condiciones de vida.

No pienso que la película de Nilson y Schwartz sea un remake, pero el tema ya había sido abordado en el año 2011 por el director cubano Gerardo Chijona en su filme Boleto al paraíso.

Chijona, para la película, se basó en testimonios de enfermos que halló en el libro Confesiones a un médico, del doctor Jorge Pérez, quien fuera desde 1982 y hasta fines de los años 90, el director del sanatorio Los Cocos, en Santiago de las Vegas, donde confinaban a los contagiados con el VIH-SIDA.

Según explicó Chijona cuando se estrenó la película, quiso “representar esa mezcla letal de inexperiencia, ignorancia, inocencia y familias abusivas, el rechazo de la sociedad en una Cuba que en aquellos tiempos difíciles vivió una situación material y espiritual muy compleja”.

Recuerdo la muy........

© Cubanet


Get it on Google Play