LA HABANA, Cuba.- Pese a que hay informaciones de que hubo una decena de detenidos durante las protestas ocurridas el 17 y 18 de marzo en Santiago de Cuba, Bayamo y El Cobre, sorprende a muchos que el régimen no desatara una represión como la de los días 11 y 12 de julio de 2021 que arrojó más de un millar de encarcelados. En vez de eso, han tratado de restar importancia y despolitizar el carácter de las protestas y aplacarlas con la distribución de comida sacada de la reserva estatal y las promesas de que se van a escuchar los reclamos de la población.

Pudiera pensarse que los mandamases del régimen de la continuidad castrista están resignándose y aprendiendo, en vez de dar la orden de combate a sus represores, a tolerar las protestas pacíficas de la población por el estado catastrófico en todo sentido al que han conducido el país.

No nos engañemos. Los mandamases nunca aprenderán a vérselas con las protestas pacíficas y menos aún a llegar a una conciliación con quienes les adversen un milímetro de poder. Son demasiado soberbios y asustadizos, y están conscientes de que está en juego la supervivencia del régimen. Basta tirar de un hilo para que se deshilache ese trapo podrido y lleno de desgarrones.

El presidente Díaz-Canel, tan viajero como es, en vez de ir a Santiago de Cuba y dar el frente a la situación, culpó de las protestas al Gobierno norteamericano y a “terroristas” radicados en Miami que, según afirmó, instigan desde las redes sociales. Y luego, se fue con el premier Marrero, ambos con kufiya, a un coloquio con propagandistas de la izquierda mundial donde se pusieron espejuelos de realidad virtual para interesarse por la situación… en Gaza.

Poco, casi nada aprendieron del 11 J los mandamases. Hay que estar demasiado desconectado de la realidad y subestimar demasiado al pueblo cubano para creer que son las instigaciones desde el exterior a tirarse para la calle y no el hambre y la desesperación las que motivan las protestas.

De nada vale que los mandamases finjan no oír, o atribuyan a unos pocos, los gritos de “libertad”, “patria y vida” y los improperios y pintadas en las paredes contra el gobernante. Está claro, incluso para quienes aún no se deciden a romper abiertamente con el régimen, que el cambio es una cuestión de vida o muerte.

En los medios oficialistas citan, una y otra vez, el memorándum de Lester Mallory de 1960 donde recetaba el hambre y la insatisfacción para acabar con el apoyo mayoritario al régimen de Fidel Castro. Pero sucede, y eso lo saben los mandamases, que ese apoyo mayoritario hace décadas que se esfumó, aún en vida de Fidel Castro. Y no ha sido tanto por las innegables privaciones impuestas por las sanciones económicas del Gobierno norteamericano como por la opresión y los abusos que han llevado al actual hartazgo popular.

Los cubanos quieren libertad y no solo “corriente y comida”, como quieren hacer ver los mandamases.

Culpar de las protestas a las incitaciones desde el exilio, más que simplista y ridículo resulta perverso. Es una maniobra del régimen para minimizar sus culpas y seguir dividiendo a los cubanos.

¿Por qué los cubanos en el exterior, que por vivir en otros lares no han dejado de ser cubanos ni de amar a los suyos, no van a tener derecho a pronunciarse sobre la situación de su país? ¿Acaso su único derecho es a pagar el rescate por sus hambreados familiares enviando remesas que inevitablemente van a parar a las arcas del régimen?

Con lo exaltados que somos los cubanos y lo caldeados que están los ánimos, deberían mostrar más responsabilidad y sensatez ciertos influencers, youtubers y otras figuras del exilio, cuyo apasionado tremebundismo vengativo está siendo aprovechado por la dictadura para asustar con las consecuencias que pudiera tener su eventual derrocamiento.

Se sabe que no es momento de andar con paños tibios, pero no se debe contribuir al atrincheramiento del régimen.

Los mandamases van a simular que escuchan los reclamos del pueblo, pero no van a dialogar con él para buscar un entendimiento, sino a continuar con su monólogo de embustes, tratando de ganar tiempo. Y cada vez les va a resultar más difícil. Puede que ahora consigan aplacar las protestas, pero como no podrán eliminar las causas que las provocan y como absolutamente todo se les está yendo de las manos, con tanta desesperación como hay, es inevitable que vuelvan a estallar. Y no se sabe, tan propensos como son los mandamases a la represión pura y dura, en qué puedan parar.

Por estos días son muchos los que se muestran preocupados por un desenlace violento. Entre ellos, el siempre tan ponderado y prudente respecto al castrismo académico Arturo López Levy, quien en un artículo en La Joven Cuba abogó por “una solución patriótica viable”.

La única solución de ese tipo sería que los mandamases se decidieran, no solo a hacer reformas económicas, sino a despenalizar el disenso, renunciar a la hegemonía del partido único, aceptar el pluralismo político y hacer elecciones libres. Sería un saludable primer paso para el levantamiento del embargo. Pero los mandamases son incapaces de eso. Tendrían que ser menos soberbios, intolerantes, cobardes y egoístas. Y entonces no serían ellos, no estarían donde están ni los cubanos hubiéramos llegado a esta encrucijada.

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Los mandamases de la continuidad nunca aprenderán a vérselas con las protestas pacíficas

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24.03.2024

LA HABANA, Cuba.- Pese a que hay informaciones de que hubo una decena de detenidos durante las protestas ocurridas el 17 y 18 de marzo en Santiago de Cuba, Bayamo y El Cobre, sorprende a muchos que el régimen no desatara una represión como la de los días 11 y 12 de julio de 2021 que arrojó más de un millar de encarcelados. En vez de eso, han tratado de restar importancia y despolitizar el carácter de las protestas y aplacarlas con la distribución de comida sacada de la reserva estatal y las promesas de que se van a escuchar los reclamos de la población.

Pudiera pensarse que los mandamases del régimen de la continuidad castrista están resignándose y aprendiendo, en vez de dar la orden de combate a sus represores, a tolerar las protestas pacíficas de la población por el estado catastrófico en todo sentido al que han conducido el país.

No nos engañemos. Los mandamases nunca aprenderán a vérselas con las protestas pacíficas y menos aún a llegar a una conciliación con quienes les adversen un milímetro de poder. Son demasiado soberbios y asustadizos, y están conscientes de que está en juego la supervivencia del régimen. Basta tirar de un hilo para que se deshilache ese trapo podrido y lleno de desgarrones.

El presidente Díaz-Canel, tan viajero como es, en vez de ir a Santiago de Cuba y dar el frente a la situación, culpó de las protestas al Gobierno norteamericano y a “terroristas”........

© Cubanet


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