LA HABANA, Cuba. – Por estos días de Feria del Libro, cuando la cultura oficialista cubana se ufana de llevar a todas las provincias del país los títulos que más interesen a los potenciales lectores, conviene aclarar que todo no es más que una falsedad, ya que son muchos los textos que el castrismo nunca permitirá que lleguen al público de la Isla, al tratarse de libros que desmienten o incomodan a la maquinaria del poder. Entre todos ellos mencionaremos tres ejemplos.

La vida en rojo es una biografía del mítico guerrillero Ernesto Che Guevara, escrita por el político e intelectual mexicano Jorge Castañeda y publicada en 1997. Este libro la emprende contra el mito castrista que insiste en la supuesta lealtad entre Fidel Castro y el Che.

Castañeda aduce que a partir de 1963 la dirigencia soviética presionó a Castro para que apartara al Che del gobierno cubano. Las diferencias del malogrado guerrillero con Moscú habían comenzado en 1962, cuando Guevara reprobó la actitud del Kremlin durante la Crisis de Octubre, y después se profundizaron con las críticas del Che al sistema de Cálculo Económico, que era la estrategia aplicada por Nikita Jrushchov para dirigir la economía soviética.

El autor mexicano afirma que, finalmente, Castro cedió a las presiones de Moscú y maniobró para deshacerse del Che. En ese sentido se inscriben las aventuras guevaristas en el Congo y Bolivia, las que habrían transcurrido sin una preparación adecuada. Según Castañeda, cuando Castro dio a conocer públicamente la carta de despedida del Che, le estaba cerrando las puertas para un hipotético regreso a la Isla.

En el año 2001 vio la luz otra biografía maldita para el castrismo: una acerca de la vida del comandante Camilo Cienfuegos, y escrita por un antiguo colaborador de Castro, Carlos Franqui. El autor echa a andar la tesis de que Camilo no murió por un accidente, sino por un sabotaje. La avioneta Cessna en la que viajaba el Héroe de Yaguajay habría sido derribada por una batería antiaérea en la costa norte de la región central de la Isla, en una operación monitoreada por Raúl Castro desde La Habana. El hermano menor de los Castro resultó el más beneficiado por la desaparición física de Camilo, y que este, mucho más carismático que él, era un estorbo para su ambición de confirmarse como la segunda figura de la Revolución.

Además, Franqui sostiene que Camilo entorpecía, debido a su popularidad y las simpatías que despertaba entre las figuras no comunistas de la primera dirección revolucionaria, el giro hacia el comunismo que ya latía en la mente de Fidel Castro.

Mea Cuba es una selección de artículos escritos por Guillermo Cabrera Infante desde su exilio londinense. Cualquiera de esos artículos constituye una puesta al descubierto de los trapos sucios y las tropelías del castrismo, tanto en lo cultural como en lo político. Entre todos esos artículos hemos escogido el titulado “Entre la historia y la nada”, que trata acerca de los misteriosos actos de suicidios relacionados, de una manera u otra, con la cúpula castrista, y que no recibieron el tratamiento mediático que merecían.

Cabrera Infante nos habla del pistoletazo en la sien que se disparó Nilsa Espín, cuñada de Raúl Castro. También de la inmolación de Miguel Ángel Quevedo, director de la revista Bohemia, quien dejó escrita una nota que decía: “Me mato porque Fidel me engañó”. Asimismo, nos cuenta de la posible desilusión con Cuba de varios de los exiliados chilenos tras el golpe de Estado ocurrido en ese país en 1973. En ese contexto ubica el suicidio en La Habana de Beatriz Allende, la hija del presidente chileno, y el lanzamiento al vacío desde el piso 16 de un edificio habanero de Laura Allende, tía de Beatriz.

El plato fuerte de este artículo nos habla del pistoletazo que se dio Haydée Santamaría el 28 de julio de 1980 ―Cabrera expresa que pudo ser el 26 de julio―, y luego de su funeral celebrado casi a escondidas, en una vulgar funeraria, fuera de la pompa que merecía su historial revolucionario.

Por una cuestión de tiempo, el artículo de Cabera Infante no recoge otro pistoletazo, este el que se propinó Osvaldo Dorticós Torrado, ese pelele que un día se creyó presidente, y que terminó olvidado cuando la Unión Soviética le exigió a Castro que institucionalizara su régimen al estilo de Moscú.

Son solo tres ejemplos que demuestran que aquella frase con que Fidel Castro alardeaba de aperturista ―“No le decimos al pueblo cree, le decimos lee”― muchas veces se transformaba en “No le decimos al pueblo lee, le decimos cree”.

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Tres libros que desmienten o incomodan al castrismo

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26.03.2024

LA HABANA, Cuba. – Por estos días de Feria del Libro, cuando la cultura oficialista cubana se ufana de llevar a todas las provincias del país los títulos que más interesen a los potenciales lectores, conviene aclarar que todo no es más que una falsedad, ya que son muchos los textos que el castrismo nunca permitirá que lleguen al público de la Isla, al tratarse de libros que desmienten o incomodan a la maquinaria del poder. Entre todos ellos mencionaremos tres ejemplos.

La vida en rojo es una biografía del mítico guerrillero Ernesto Che Guevara, escrita por el político e intelectual mexicano Jorge Castañeda y publicada en 1997. Este libro la emprende contra el mito castrista que insiste en la supuesta lealtad entre Fidel Castro y el Che.

Castañeda aduce que a partir de 1963 la dirigencia soviética presionó a Castro para que apartara al Che del gobierno cubano. Las diferencias del malogrado guerrillero con Moscú habían comenzado en 1962, cuando Guevara reprobó la actitud del Kremlin durante la Crisis de Octubre, y después se profundizaron con las críticas del Che al sistema de Cálculo Económico, que era la estrategia aplicada por Nikita Jrushchov para dirigir la economía soviética.........

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