LA HABANA, Cuba.- Este lunes, 4 de marzo, se cumplieron 64 años de la explosión del vapor “La Coubre” en el puerto habanero. Se trata, a no dudarlo, de un suceso impactante, que se saldó con la muerte de veintenas de compatriotas nuestros. Los medios de agitación castrocomunistas no han desperdiciado la oportunidad para regodearse en el lamentable sucedido.

Descuella en el coro el diario Granma, órgano del Comité Central del único partido. El miniperiódico que lleva el nombre inglés de “abuelita” consideró propia la ocasión para publicar una truculenta crónica perpetrada por José Llamos Camejo. En ella, el informador castrocomunista alcanza cumbres de manipulación y obsecuencia que, en verdad, parecían inalcanzables.

Vale la pena citar el párrafo inicial: “Ancha, oscura, aterradora, la columna de calor y tizne buscaba el cielo; en lo alto remataba su corona siniestra con un sombrero de humo, hongo mortal que, a las tres y diez de aquella tarde de viernes, 4 de marzo de 1960, dejó La Habana sin sol durante unos minutos, y a Cuba herida de una cuchillada que aún duele”.

Como resulta conveniente que potajones tan espesos como ese sean administrados en dosis homeopáticas, me apiadaré de los amigos seguidores de CubaNet, y les ahorraré la lectura de otros pasajes tan extensos del texto truculento. En lo adelante, me limitaré a hacer citas puntuales más reducidas y a parafrasear las parrafadas imponentes de don José.

Sí me considero en el deber de significar una cosa. Parece ser que, con el paso de los años, a los plumíferos al servicio del castrocomunismo se les exacerban las neuronas; sus cerebros fértiles y creativos aportan elementos novedosos que, por alguna razón que al menos yo no alcanzo a identificar, habían faltado durante estos 64 años, ¡pero que ahora salen a la luz de manera sorprendente!

Según aventura Llamos Camejo, la segunda detonación —la más mortífera— fue planeada de manera deliberada para unos minutos más tarde. Según el escribidor, “el criminal”, “consciente del temerario coraje de Fidel, del Che Guevara, Raúl, (…) calculó que ellos acudirían de inmediato al minuto y lugar de peligro mayor”. Y concluye: “No erraron en ese cálculo”.

Y acto seguido el autor, con respecto a la segunda explosión, asegura que “el azar la adelantó por muy escasos minutos a la llegada de los líderes revolucionarios, quienes, personalmente, encabezarían las labores de rescate de las víctimas de la monstruosa embestida”.

Supongo que esta muestra de exaltación del agitador, esa cita que él hace de los jefes —los ya muertos, sí, pero también del que, gracias a su portentosa longevidad, permanece vivo—, habrá hecho las delicias de sus superiores en el Granma y en el Departamento Ideológico. ¡Lo increíble es que los medios de agitación castrocomunistas hayan estado sesenta y tantos años sin resaltar un supuesto matiz de los sucesos tan impactante como ese!

De modo curioso, en los párrafos finales de su filípica, don José reconoce que hasta el momento no se cuenta con documentos desclasificados que puedan servir de fundamento sólido a las indignadas acusaciones de “sabotaje de la CIA” que desde el primer momento se dirigieron desde La Habana hacia Washington. Sobre este tema yo quisiera argumentar algo, pero primero deseo referirme al Noticiero de la Televisión Cubana.

Este lunes, en la emisión del mediodía, la rememoración del luctuoso suceso representó la principal noticia del día. Un hipotético especialista desbarró contra “el Enemigo”. El locutor Abdiel Bermúdez Bermúdez, cariacontecido y con la voz todavía más engolada que de costumbre, repitió el supuesto dicho de un abuelo suyo, y exclamó con énfasis: “¡Prohibido olvidar!”.

¡Resulta asombroso que un pronunciamiento como este último se escuche desde las filas castrocomunistas! Porque es un hecho indiscutible que, tras la trepa de estos señores al poder, por cada sucedido en el que ellos puedan alegar con cierto fundamento haber sido afectados de manera injusta o arbitraria por sus adversarios, ¡estos pueden citar veinte o treinta casos en que el atropello provino del régimen! (Y conste que no me refiero sólo a los enfrentados al comunismo, sino también a simples espectadores, como, por ejemplo, un empresario que haya sufrido el despojo de sus propiedades bien habidas).

Con respecto a la pertinencia o no de olvidar “La Coubre”, yo quisiera abordar un aspecto que la propaganda roja soslaya por completo. Me refiero al olímpico desprecio que, con este suceso, el régimen castrocomunista mostró por sus súbditos.

No solo las reglas para el traslado de armamentos y explosivos, sino hasta el simple sentido común, aconsejan que, al trasegar cargas tan peligrosas como la que portaba el referido vapor, se adopten medidas adecuadas de seguridad. Para realizar la descarga, conviene escoger un muelle o espigón apartado, de preferencia en algún subpuerto de poca importancia; también debe emplearse personal especializado. Todo ello, con el fin de reducir a un mínimo el peligro inherente a esa clase de maniobras.

La pregunta que se impone —creo— es: ¿Se prestó alguna atención a este aspecto de la cuestión? ¡De entrada, el lugar escogido, en una instalación portuaria enclavada en el mismo corazón de nuestra capital, demuestra que las preocupaciones de ese tipo estuvieron a mil millas de los cerebros de los jefes castristas que planificaron la descarga!

Entonces hay un punto en el que puedo coincidir con los cotorrones de los noticiarios castristas y comentar a mi vez: ¡Sí! “¡Prohibido olvidar!”.

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QOSHE - A 64 años de la explosión de “La Coubre” en la rada habanera - René Gómez Manzano
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A 64 años de la explosión de “La Coubre” en la rada habanera

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06.03.2024

LA HABANA, Cuba.- Este lunes, 4 de marzo, se cumplieron 64 años de la explosión del vapor “La Coubre” en el puerto habanero. Se trata, a no dudarlo, de un suceso impactante, que se saldó con la muerte de veintenas de compatriotas nuestros. Los medios de agitación castrocomunistas no han desperdiciado la oportunidad para regodearse en el lamentable sucedido.

Descuella en el coro el diario Granma, órgano del Comité Central del único partido. El miniperiódico que lleva el nombre inglés de “abuelita” consideró propia la ocasión para publicar una truculenta crónica perpetrada por José Llamos Camejo. En ella, el informador castrocomunista alcanza cumbres de manipulación y obsecuencia que, en verdad, parecían inalcanzables.

Vale la pena citar el párrafo inicial: “Ancha, oscura, aterradora, la columna de calor y tizne buscaba el cielo; en lo alto remataba su corona siniestra con un sombrero de humo, hongo mortal que, a las tres y diez de aquella tarde de viernes, 4 de marzo de 1960, dejó La Habana sin sol durante unos minutos, y a Cuba herida de una cuchillada que aún duele”.

Como resulta conveniente que potajones tan espesos como ese sean administrados en dosis homeopáticas, me apiadaré de los amigos seguidores de CubaNet, y les ahorraré la lectura de otros pasajes tan extensos del texto truculento. En lo adelante, me limitaré a hacer citas puntuales más reducidas........

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