LA HABANA, Cuba.- En los últimos tiempos, los órganos de prensa independientes y las redes sociales han recogido denuncias dirigidas contra compatriotas comprometidos con el régimen castrista que han emigrado. La mayoría de esos casos se han observado en Estados Unidos, el país que desde 1959 es, de lejos, el que más ha abierto sus puertas a los cubanos anticomunistas.

Se comprende la irritación que esta situación, que era inimaginable hace apenas algunos años atrás, pueda provocar en nuestros compatriotas enfrentados al actual régimen de La Habana, ya se trate de residentes en la misma Cuba o de exiliados. En el primer caso, pueden haber sido ellos mismos quienes sufrieran los actos de los castristas ahora radicados fuera de la Isla; en el caso de los últimos, las víctimas en Cuba habrían sido parientes o amigos cercanos suyos.

Un caso que sirve para ejemplificar esta situación generada por las arbitrariedades provenientes del habanero “Palacio de la Revolución” es el de la ciudadana Anabel Campos Castro. Esta guantanamera, militante del partido único y colaboradora activa de la tenebrosa Seguridad del Estado, llegó al gran país del norte amparada en el llamado “parole humanitario” y se ha radicado en la zona de Tampa.

He conocido detalles del caso de la ahora emigrada y de su familia a través del también colaborador de CubaNet Roberto de Jesús Quiñones Haces. Este es mi colega por partida doble (como periodista, sí, pero también como abogado); es, además, mi amigo personal. Quiso el destino que, durante su época de estancia en Guantánamo, él tuviera que interactuar con esas personas, así como con el matrimonio compuesto por los pastores evangélicos Ramón Rigal y Ayda Expósito.

El caso de estos predicadores es conocido. Yo mismo, en septiembre de 2020, lo abordé en mi artículo “El castrismo frente a la patria potestad”. Ambos progenitores, cansados de la mala instrucción y del constante adoctrinamiento que caracteriza a los colegios estatales, decidieron no seguir enviando a sus hijos menores a estas instituciones y educarlos en su propia casa.

El de los padres a escoger el tipo de educación que reciban sus hijos es un derecho humano reconocido internacionalmente. Pero está claro que el régimen castrocomunista no se detiene ante “simplezas” como esa. Para ellos, el propósito de unos progenitores de eludir el adoctrinamiento político y ateísta a sus hijos, es motivo más que suficiente para acusarlos de “otros actos contrarios al normal desarrollo del menor”.

Por cierto, los jueces comunistas no hicieron ni el intento de determinar la calidad de la instrucción brindada por la pareja de religiosos (¡muy superior a la de la escuela estatal, claro!). Tampoco se interesaron por ese tema. Se limitaron a decretar la supuesta culpabilidad de ambos esposos y enviarlos a la cárcel: a él, por dos años; a ella, por uno.

Ya dije que el camino del amigo Quiñones se cruzó con el del reverendo Rigal, pero eso lo veremos después. Antes hubo cruces con los de los progenitores de la ahora fugitiva Anabel. El primero tuvo lugar con la madre, Valentina Castro. También esta es graduada en Derecho y por ello solía visitar la sede provincial de la Unión de Juristas, en la cual, por aquellas fechas, solían consumirse bebidas alcohólicas.

Al parecer, estas últimas habían exacerbado la chicharronería de la licenciada, y en tan gran medida, ¡que se declaró dispuesta a donarle un órgano al “Comandante” aunque ello significara su propia muerte!… Roberto, seguramente también “alegre”, consideró oportuno darse por aludido y expresar que él, llegado el caso, no le donaría órgano alguno a un individuo como ese…

En el lugar se encontraba el ahora cantante Israel Rojas, del grupo “Buena Fe”, que por aquella época se desempeñaba como oficial de la Seguridad del Estado. Hubo otro intercambio de palabras entre Quiñones y este sujeto. Durante el intercambio, Rojas, fiel a las prácticas de intimidación tan gratas a su cuerpo represivo, le espetó al abogado: “Tú no sabes el tamaño del expediente que tenemos preparado contra ti”.

Por su parte, el progenitor de la joven ahora fugitiva, Wilfredo Campos, fue director del Centro del Libro de Guantánamo y reconocido defensor del régimen en el campo cultural. Al terminar Quiñones su primera prisión en 2003, Campos le impidió participar en las ferias del libro de los años subsiguientes, y esto a pesar del derecho del abogado y periodista a hacerlo, dada su condición de escritor reconocido, que era por entonces miembro de la UNEAC.

En cuanto a la joven Anabel Campos, se prestó a concurrir como testigo de la Seguridad del Estado al juicio del matrimonio Rigal-Expósito. Allí declaró falsamente que se trataba de una pareja de “antisociales”, que no permitían que sus hijos se relacionaran con los restantes muchachos de la cuadra. También expresó que no participaban en las actividades de la cuadra (léase CDR), lo cual es mal visto por las autoridades, aunque sí era cierto.

En cuanto a los caminos de Quiñones y del matrimonio Rigal-Expósito, su cruce se produjo de forma curiosa. Al concurrir mi amigo a la sede del Tribunal para cubrir el juicio de los esposos, las fuerzas represivas le propinaron una brutal golpiza y lo detuvieron. Esto condujo en definitiva a la segunda prisión de Quiñones, durante la cual coincidió y trabó amistad con el pastor Rigal.

Hoy, Anabel Campos vive en tierras de libertad, mientras el matrimonio de pastores protestantes, perseguido y acosado por el régimen, no ha tenido éxito en las gestiones que realiza para emigrar de Cuba, como es su deseo. A quienes ven en esto una flagrante injusticia, les comento que los comprendo y comparto su opinión. A los que valoren lo sucedido como un éxito del régimen castrocomunista, yo quisiera introducir un importante matiz.

Desde su mismo inicio, y a lo largo de decenios, el régimen de La Habana ha presentado a sus adversarios como individuos ansiosos por emigrar a cualquier país; y a sus partidarios, como patriotas que se mantienen fieles a Cuba y permanecen en ella. Este mismo jueves, sin ir más lejos, en el acto de clausura del Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, el señor Díaz-Canel ha elogiado a los jóvenes que, pese a todas las dificultades, siguen aquí.

En esas condiciones, la salida del país de personas identificadas con el régimen, poseedoras de un carné rojo y de una hoja de servicios a este, no pasa de constituir una muestra más del grado de desintegración que aqueja a la dictadura castrocomunista. Por supuesto que hechos tan contraproducentes como esos tienen que provocar fundada inquietud entre los personeros más conscientes del régimen.

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QOSHE - Cuba: emigración y política - René Gómez Manzano
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Cuba: emigración y política

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09.04.2024

LA HABANA, Cuba.- En los últimos tiempos, los órganos de prensa independientes y las redes sociales han recogido denuncias dirigidas contra compatriotas comprometidos con el régimen castrista que han emigrado. La mayoría de esos casos se han observado en Estados Unidos, el país que desde 1959 es, de lejos, el que más ha abierto sus puertas a los cubanos anticomunistas.

Se comprende la irritación que esta situación, que era inimaginable hace apenas algunos años atrás, pueda provocar en nuestros compatriotas enfrentados al actual régimen de La Habana, ya se trate de residentes en la misma Cuba o de exiliados. En el primer caso, pueden haber sido ellos mismos quienes sufrieran los actos de los castristas ahora radicados fuera de la Isla; en el caso de los últimos, las víctimas en Cuba habrían sido parientes o amigos cercanos suyos.

Un caso que sirve para ejemplificar esta situación generada por las arbitrariedades provenientes del habanero “Palacio de la Revolución” es el de la ciudadana Anabel Campos Castro. Esta guantanamera, militante del partido único y colaboradora activa de la tenebrosa Seguridad del Estado, llegó al gran país del norte amparada en el llamado “parole humanitario” y se ha radicado en la zona de Tampa.

He conocido detalles del caso de la ahora emigrada y de su familia a través del también colaborador de CubaNet Roberto de Jesús Quiñones Haces. Este es mi colega por partida doble (como periodista, sí, pero también como abogado); es, además, mi amigo personal. Quiso el destino que, durante su época de estancia en Guantánamo, él tuviera que interactuar con esas personas, así como con el matrimonio compuesto por los pastores........

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