LA HABANA, Cuba.- Una vez más la atención de la opinión pública mundial se dirige hacia el impresentable Irán de los ayatolas. Esa curiosidad a escala planetaria se renueva de tiempo en tiempo. Los móviles para hacerlo son las recurrentes informaciones sobre las arbitrariedades, los atropellos y los crímenes contra los derechos humanos que suele perpetrar el régimen de Teherán.

En 2022, por ejemplo, los inconformes con el estado de cosas imperante en el país persa inundaron durante semanas las calles de la llamada República Islámica. Lo hacían para protestar por la brutal muerte de la joven Mahsa Amini. El lamentable desenlace se produjo debido a las golpizas que la muchacha de apenas 22 años sufrió mientras se encontraba detenida por la llamada “Policía de la Moral”. ¿Su “delito”? No haber llevado el velo que las discriminatorias leyes religiosas ordenan que usen sin falta las mujeres.

En el caso de la desdichada Mahsa se trató de una ejecución extrajudicial. Pero los ayatolas de porquería hacen que menudeen mucho más las muertes que sus propias cortes decretan tras escenificar la correspondiente farsa judicial. La ferocidad del sistema islamista chií se revela con absoluta transparencia cuando leemos la lista de las conductas que pueden ser castigadas con la ejecución, así como el número pasmoso de los que sufren ese castigo máximo.

Baste decir que, entre las conductas punibles con la pena capital en ese desdichado país figuran los “crímenes contra la religión”, “contra Dios” y los vinculados con las drogas. Por si las anteriores “figuras delictivas” no brindaran un margen lo bastante amplio a la arbitrariedad de las cortes chiíes, se castiga también con la máxima severidad el hecho de “sembrar la corrupción en la Tierra”…

Entonces no debe asombrarnos que, entre los que sufren ejecuciones judiciales, se encuentren “los que empleen armas para infundir temor y privar a las personas de su libertad y seguridad” (saco amplísimo en el que cabe cualquier conducta contestataria). También los que más de tres veces cometan “fornicación” (“acceso carnal entre dos personas no casadas entre sí”), o incurran en robo, “ingestión de bebidas alcohólicas” u “homosexualismo”.

Por cierto, este último “delito” no impide que los “socialistas del siglo XXI” mantengan las más armoniosas relaciones con el régimen de los ayatolas. No importa que ahora a los primeros, después de aburrirse de perseguir a los gays e incluso encerrarlos en los campos de concentración de la UMAP (“Unidades Militares de Ayuda a la Producción”), como sucedió en Cuba, les haya dado por ver con buenos ojos ese tipo de relaciones e incluso autorizar las bodas homosexuales. Lo único que les importa, a la hora de evaluar a Irán, es su decidido enfrentamiento a los Estados Unidos (bautizado por los ayatolas como “El Gran Satán”).

Según los datos recopilados por prestigiosas organizaciones de defensa de los derechos humanos, en 1988 fueron perpetradas entre 4.500 y 5.000 ejecuciones… Esa brutal orgía de sangre no se repitió en años posteriores. No obstante, ahora un titular de este martes del diario digital PanamPost (y fue esto lo que me motivó a redactar el presente trabajo periodístico) nos informa: “Espantosa ola de ejecuciones judiciales en Irán: van más de 900 en un año”.

En el artículo se recogen las declaraciones de Mahmud Amiry-Moghaddam, director de la organización conocida por su nombre en inglés Iran Human Rights (IHRNGO): “El régimen iraní usa la pena de muerte para prolongar su supervivencia. Es un régimen opresor, corrupto e incompetente para resolver los problemas diarios de la gente”.

La innegable realidad plasmada en la última frase (que, por desgracia, nos parece tan tremendamente familiar a nosotros los cubanos) no ha tardado en pasarle la cuenta al gobierno de los ayatolas. Según los datos oficiales divulgados este lunes, en las recientes elecciones parlamentarias del país persa concurrió a votar apenas el 41 % de los ciudadanos con derecho al voto: una aplastante victoria del abstencionismo predicado por la oposición.

No llama la atención, entonces, que la mayoría de los electos hayan sido ultraconservadores muy afines al “líder supremo” Alí Jamenéi. Conviene recordar aquí que en Irán, ¡en pleno siglo XXI!, impera un régimen teocrático. Hay elecciones competitivas, pero el llamado “Consejo de los Guardianes” se arroga el derecho de “filtrar” a los candidatos a los diferentes cargos electivos.

Entre estos, claro, no se encuentra el de “Líder Supremo”, que desde la trepa al poder de los fundamentalistas religiosos solo ha sido ocupado por dos clérigos de rango superior: el instaurador del régimen, Ruhollah Jomeini (1979-1989), y el actual, Alí Jamenéi, que ocupa el puesto desde 1989; o sea, ¡hace la friolera de más de 34 años!

En el ínterin, el régimen de los ayatolas presta intensa ayuda a cuanto movimiento terrorista o simplemente subversivo se mueva en el espacio geográfico del Cercano Oriente. Esto es especialmente cierto cuando ellos son seguidores de la secta chií. Es así como los hutíes yemenitas, los libaneses de Hezbollah (en castellano, ¡el Partido de Dios!) o Hamás reciben generoso financiamiento y suministros bélicos desde Irán.

A estos efectos, poco les importa a los ayatolas que los mencionados ataquen barcos mercantes en el Mar Rojo, como lo hacen los fanáticos zaidíes de Yemen, O que desaten una guerra, como lo hicieron los terroristas palestinos de Hamás al agredir a Israel, en donde masacraron a millar y medio de civiles y tomaron cientos de rehenes que hasta ahora permanecen privados de libertad. Lo único que importa a los clérigos persas es que se enfrenten a Estados Unidos y, de paso, al “sionismo”.

Entonces, no debe pasmarnos que los “socialistas del siglo XXI” mantengan relaciones cordialísimas con el régimen iraní sin que les importen los crímenes espantosos que este perpetra o apadrina. Tampoco debe asombrarnos que los demócratas de Nuestra América rechacemos por todos los medios esa teocracia agresiva, brutal y violadora de los derechos humanos.

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QOSHE - Irán y los “socialistas del siglo XXI” - René Gómez Manzano
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Irán y los “socialistas del siglo XXI”

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07.03.2024

LA HABANA, Cuba.- Una vez más la atención de la opinión pública mundial se dirige hacia el impresentable Irán de los ayatolas. Esa curiosidad a escala planetaria se renueva de tiempo en tiempo. Los móviles para hacerlo son las recurrentes informaciones sobre las arbitrariedades, los atropellos y los crímenes contra los derechos humanos que suele perpetrar el régimen de Teherán.

En 2022, por ejemplo, los inconformes con el estado de cosas imperante en el país persa inundaron durante semanas las calles de la llamada República Islámica. Lo hacían para protestar por la brutal muerte de la joven Mahsa Amini. El lamentable desenlace se produjo debido a las golpizas que la muchacha de apenas 22 años sufrió mientras se encontraba detenida por la llamada “Policía de la Moral”. ¿Su “delito”? No haber llevado el velo que las discriminatorias leyes religiosas ordenan que usen sin falta las mujeres.

En el caso de la desdichada Mahsa se trató de una ejecución extrajudicial. Pero los ayatolas de porquería hacen que menudeen mucho más las muertes que sus propias cortes decretan tras escenificar la correspondiente farsa judicial. La ferocidad del sistema islamista chií se revela con absoluta transparencia cuando leemos la lista de las conductas que pueden ser castigadas con la ejecución, así como el número pasmoso de los que sufren ese castigo máximo.

Baste decir que, entre las conductas punibles con la pena capital en ese desdichado país figuran los “crímenes contra la religión”, “contra Dios” y los vinculados con las........

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