OCURRIÓ el pasado viernes en un partido de fútbol infantil. El encuentro, muy disputado, acabó con la victoria por un gol del equipo visitante, que tiene fama de cierta prepotencia y juego agresivo. Al retirarse al vestuario, un jugador del conjunto vencedor hizo una peineta a los padres de los rivales cuando estaba lo suficientemente cerca para que el gesto se viera y entendiera sin ningún tipo de duda y mirando a los ojos a uno de ellos. La cosa no pasó de ahí, no hubo ningún reproche, porque estos padres se quedaron tan asombrados por la actitud de ese crío de 13 años que no se sintieron ofendidos. A saber qué habría pasado con otros padres, que hay algunos que necesitan poca chispa para encenderse. Después, a la hora de volver, el niño de la peineta, junto a un compañero, coincidió en la entrada del metro con el padre al que había sostenido la mirada. No se dijeron nada, pero cuando fue a pasar la barik vio que no tenía saldo y le comentó a su compañero que tampoco dinero para recargarla. El otro tampoco. El padre del equipo rival les dio cinco euros y el chaval se lo agradeció ruborizado. Se supone que el karma funciona así. Al despedirse el chaval le mostró otro dedo, esta vez el pulgar hacia arriba en señal de aprobación. No podemos situarnos a la altura de las acciones de un niño de 13 años o de las de los adultos maleducados que no saben comportarse y chapotean en el caldo de la provocación. El karma, la energía que genera nuestras acciones, siempre está al acecho.

QOSHE - El karma nos acecha - Asier Diez Mon
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El karma nos acecha

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18.12.2023

OCURRIÓ el pasado viernes en un partido de fútbol infantil. El encuentro, muy disputado, acabó con la victoria por un gol del equipo visitante, que tiene fama de cierta prepotencia y juego agresivo. Al retirarse al vestuario, un jugador del conjunto vencedor hizo una peineta a los padres de los rivales cuando estaba lo suficientemente cerca para que el gesto se viera y........

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