TRAS las últimas hazañas electorales de la rancioderecha, protagonizadas Javier Miley y Geert Wilders, que están a la altura de Donald Trump en su rechazo frontal a los extranjeros que llegan sin capacidad para abrir empresas del pelaje de Mercedes, cuatro apuntes. Más allá del debate fachoide que compran, casi siempre, los que no tienen nada que perder porque apenas tienen manta que les tape los pies. Cuando no suenan tambores de recesión, la mano de obra disponible para cubrir los puestos de trabajo, desde el primer escalón hasta el más alto, es la que marca los límites de crecimiento de una economía. Y ahí no hay más remedio que recibir con los brazos abiertos a los que vengan de fuera debido al envejecimiento de la población. Cuando se habla de la inmigración, se olvida siempre el camino que recorrieron el siglo pasado nuestros familiares, que en general no fueron a robar sino a trabajar, como ocurre ahora con los que llegan aquí. Trump –alguien tendría que explicar por qué no está inhabilitado por los procesos judiciales que acumula– pergeña en su programa electoral duras restricciones a la inmigración. Y la derecha agita el debate en otros países. Alimentan el odio para copar la cuota de voto ultra. Pero ocurre que ni en Euskadi ni en Estados Unidos vamos a cubrir las necesidades de personal sin extranjeros. No hay que tener miedo a contaminarse. Si valoramos lo que aportan, solo podemos concluir que hacen más país y que levantar muros, en cambio, lo rompe.

QOSHE - Romper países - Asier Diez Mon
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Romper países

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27.11.2023

TRAS las últimas hazañas electorales de la rancioderecha, protagonizadas Javier Miley y Geert Wilders, que están a la altura de Donald Trump en su rechazo frontal a los extranjeros que llegan sin capacidad para abrir empresas del pelaje de Mercedes, cuatro apuntes. Más allá del debate fachoide que compran, casi siempre, los que no tienen nada que perder porque apenas........

© Deia


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