Porque quien quiera salvar su vida, la perderá. Irazoki es Cristo real desde las seis de la mañana viendo sus rostros toscos e increpando a los escribas y fariseos. Más tarde el obispo saluda a personas sentadas antes de saludar a las autoridades. Las autoridades perfectamente engalanadas ocupan su puesto en el palco principal. Si llueve, ellos no se mojarán, quizá el obispo, sí. Irazoki entra en Jerusalem entre palmas y olivos. Las palmas, de la palmera, que es la única planta que crece en el desierto. Los brotes de olivo que alimentan a las personas. ¿Veis todo esto? En verdad os digo que será destruido sin que quede allí piedra sobre piedra. Escribas y fariseos, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la gehenna el doble que vosotros. Hoy entra el príncipe de la victoria y lo recibimos con aplausos pero dentro de unos días todos diremos, crucifícalo. Todos ignoraremos todos los signos, todos los aplausos y volveremos a falsificar las palabras pronunciándolas con vehemencia y a apedrear a los enemigos nadando y guardando la ropa, entended, hijos míos que hay que estudiar la situación porque esos no son sino despreciables vestigios de nuestros mismos rostros que se reflejan en el espejo vano de la intrascendente fosa común de todas las falsas voluntades. Todo lo que prometía, en mi imaginación el día se rompe justo al despertar, todo se desmerece, sólo queda un resquicio de sol que quema durante unos instantes, aunque todo se recompone para volverse a destruir y encerrarme en el interior de los cristales nubosos e intranquilos. Pero encerrado tras mi cristal voy aprendiendo a desoír todas las ilusiones en una tarde sombría. Yo que me hacía un día luminoso y resplandeciente me hallo un día mortecino como las herrumbrosas nubes de los presagios. Vuelvo a mi jaula de paz siempre en guerra. El obispo vestido de rojo entra también en Jerusalem victorioso frente al palco de las autoridades y al lado de los religiosos. Miren cómo todo el mundo se ha ido detrás de él, miren como todo el mundo se ha fijado en él. Miren como feliz ha conversado con los costaleros y se ha puesto, a su manera, en el costal y ha golpeado el llamador. Y nos hemos ido. Yo a volver a Irazoqui en las páginas viejas de ese libro adquirido de segunda mano. No volveré a esperar días felices. Porque el que pierda su vida por mí, la ganará.

QOSHE - Luz sin luz - Fco. Sánchez Collantes
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Luz sin luz

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27.03.2024

Porque quien quiera salvar su vida, la perderá. Irazoki es Cristo real desde las seis de la mañana viendo sus rostros toscos e increpando a los escribas y fariseos. Más tarde el obispo saluda a personas sentadas antes de saludar a las autoridades. Las autoridades perfectamente engalanadas ocupan su puesto en el palco principal. Si llueve, ellos no se mojarán, quizá el obispo, sí. Irazoki entra en Jerusalem entre palmas y olivos. Las palmas, de la palmera, que es la única planta que crece en el desierto. Los brotes de olivo que alimentan a las personas. ¿Veis todo esto? En verdad os digo que........

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