Cualquier cronista de esta época tendría que anotar en su libreta algo así: no sé por dónde empezar, entre todo lo que nos sobrecoge o nos aterra.


Es marzo y casi abril. Ya tenemos elementos de juicio para intuir de qué pata cojea 2024. ¿El año de esa vasta guerra que cuentan sus profetas? ¿La vuelta del género nazi a la política europea tras las urnas?¿El fin del invierno, visto lo acaecido? ¿La reencarnación de Trump?¿El desenlace de la hoguera de Ucrania?¿Qué magnicidio se masca en el ambiente?
Todo son apuestas al filo de la navaja. Este tiempo carece de certezas. Cada día hay un nuevo dogma en el horizonte y decaen los paradigmas. Ahora toca a rebato la invención del azar. Puede pasar cualquier cosa.


Puede que Trump no gane, cabe decir por llevar la contraria a las encuestas. Chochea financieramente, recauda cuatro veces menos que Biden para la campaña de noviembre. ¿Se apaga la estrella del republicano déspota que se confiesa dictador y anhela volver al despacho Oval para autoindultarse y perdonar a los que asaltaron el Capitolio en su nombre? Bien, este puede ser un año de serendipias.


Cuando la mano invisible descorrió las cortinas de 2024, empezó la fiesta. Es un año multitudinariamente electoral. De extremos. La crisis o el crecimiento; la salud o la enfermedad; el éxito o el fracaso; la paz o la guerra. Blanco y negro. Un año sin medias tintas. El último año de Putin o el primero de su temida cruzada contra Europa.


Nos hemos instalado en los grandes escenarios posibles. Y siempre es A o B. El atentado de Moscú aguanta todas las especulaciones. Putin, en los años 90, montaba operaciones de bandera falsa para culpar a los chechenos. Y, tras la muerte de Navalni, le crece la nariz. Responsabilizar a Ucrania es un chiste malo.


Así que, en esta carrera entre Putin y Trump por parecerse a Hitler, a ver si se les atraganta el personaje. Nos cuesta barruntar las elecciones americanas de este año parafraseando el latiguillo del asesor de Clinton: “Es la guerra, estúpido”. Tampoco, sobre las europeas en junio, por más que Macron se ponga los guantes de boxeo y Olaf Scholz espete: “Es la guerra, preparémonos”. Solo Sánchez y algún otro han matizado el cotilleo belicista respecto a Rusia.


En esta campaña, la derecha y la ultraderecha se frotan las manos. Como auspicia el mayor think tank conservador (ultra) del mundo, la Fundación Heritage, que anima a PP y Vox a conciliarse, publica un libro, como cuenta Soledad Gallego-Díaz en El País, una especie de manual de instrucciones para borrar hasta el último vestigio de progresismo allá donde gobierne la derecha.

QOSHE - Blanco y negro - Carmelo Rivero
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Blanco y negro

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26.03.2024

Cualquier cronista de esta época tendría que anotar en su libreta algo así: no sé por dónde empezar, entre todo lo que nos sobrecoge o nos aterra.


Es marzo y casi abril. Ya tenemos elementos de juicio para intuir de qué pata cojea 2024. ¿El año de esa vasta guerra que cuentan sus profetas? ¿La vuelta del género nazi a la política europea tras las urnas?¿El fin del invierno, visto lo acaecido? ¿La reencarnación de Trump?¿El desenlace de la hoguera de Ucrania?¿Qué magnicidio se masca en el ambiente?
Todo son apuestas al filo de la navaja. Este tiempo carece de certezas. Cada día hay un nuevo dogma en el horizonte y decaen los paradigmas.........

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