Contó Elsa Punset que este jueves la despertaron en el hotel dos gallos repentinos en una zona céntrica de Santa Cruz y que una “sirena brutal” le estropeó el momento mágico. Así es la vida en las ciudades, comentó, donde hay más problemas de salud mental que en las zonas rurales del planeta.

En un foro de Nueva York, en los albores de esta década, se dieron cita budistas y médicos occidentales, contra toda costumbre, para buscar puntos de encuentro. Y se pusieron de acuerdo en una cosa: la solución a los problemas de la mente pasa por la meditación. Lo que hoy llamamos mindfulness ya subyacía en ese concilio de polos opuestos.

Eduardo Punset, el padre de Elsa, cubrió aquella cumbre y dedicó un programa de Redes (TVE) a celebrar la noticia del diálogo entre dos culturas que no se dirigían la palabra. En esos años se dieron pasos que hoy parecen imposibles, ante esta segunda guerra fría que destruye todos los puentes. Tanto se hablaba de meditación como se firmaban acuerdos de desarme. ¡Qué tiempos!

Pese a todo, este jueves, Elsa Punset, que heredó del exministro y divulgador científico un don inconfundible para comunicar, defendió en el Foro Premium del Atlántico de la Fundación DIARIO DE AVISOS el privilegio de vivir “estos años extraordinarios, una época que todos hubiéramos elegido, el mejor momento de la historia”. Pero no todo son alicientes.

En el foro comenzó refiriéndose al desván de la casa, el cerebro paleolítico que nos provee de todo un surtido de miedos atávicos. Alguna vez, Elsa Punset nos ha remitido a Martin Seligman, el padre de la psicología positiva, y en esta ocasión citó a la legendaria Elisabeth Kubler-Ross, que decía que “en cada momento tenemos la opción de elegir entre el amor y el miedo.” Elsa tiene un sello propio. Es la perfecta comunicadora. Sus consejos de vida al volante de la inteligencia emocional o de la artificial son recetas que aplicaríamos mañana mismo si la escuchamos hoy. No falla. Una charla de este tema, según quien la dé, le cambia la vida a la gente. Juan Carlos Mateu y el que suscribe le comentamos el caso de un colegio de Tenerife con problemas psíquicos en todos los alumnos de una clase. La experta y filósofa, que ha ideado una mochila para el universo, fue sacando a la luz datos y precedentes. Mucho antes de la pandemia, en 2010, se detectó el pozo de la salud mental de la humanidad, ahondado con las nuevas tecnologías. La escritora acaba de sacar un libro infantil (de su saga Los Atrevidos) titulado La isla de los Nimóviles. Una escuela libre de esa clase de telefonía sale al rescate de toda una generación que nació delante de una pantalla. El siglo XX nos previno de la salud física y al siglo XXI le ha tocado hacerlo de la salud mental.Elsa Punset hace proselitismo para salvar las almas que se dejen. Recordó que los adultos sonreímos 17 veces al día y los niños, más de 300. Que habría que hacer jardines terapéuticos en medios urbanos para lograr una ciudadanía longeva. Que hacer amigos es el gran arcano de la vida. La autora de Fuertes, libres y nómadas alerta de la epidemia de la soledad. Y cuenta una anécdota: el método Jane Fonda. Escuchó a la actriz confesar, a sus 86 años, que si conoce a alguien con buena química le propone de inmediato:”¿Quieres ser mi amigo o mi amiga?” Como hacíamos de niños.Los expertos de Harvard, que llevan abordando las claves de la felicidad en una investigación casi centenaria, han concluido que las amistades y las relaciones humanas son los pilares básicos. Aumentan el tamaño de los telómeros de las membranas celulares, esos capilares con nuestro ADN que, de lo contrario, decrecen en señal de alarma. ¿Quién nos iba a decir que reunirnos con amigos de nuestra cuerda, para pasar un rato agradable, y hacerlo con regularidad, equivale a un chute de gozo y salud. Un torrente de dopamina, endorfina, serotonina y oxitocina. Cosas tan simples y providenciales.

Dice Punset que cuando veamos que la máquina es más inteligente que nosotros y más exitosa, nos esforzaremos en ser más creativos, tendremos menos estrés y más atención plena en el presente, ante la impotencia del robot.En la actualidad, el 50% de la población vive en ciudades y en 2050 lo hará el 70%. Es ahí donde residen los mayores problemas de salud mental respecto al mundo rural, según Punset. Porque el contacto con la naturaleza es vitamínico.La divulgadora no es ajena a que este cuarto de siglo, siendo un regalo de la historia, peca de algo grave: la enemistad humana con la naturaleza. Nos hemos cargado los jardines de la Tierra, y el envenenamiento del aire por primera vez se erige en el gran problema de la humanidad.

De ahí su campaña para fomentar yacimientos verdes donde recargar las baterías en medio de una vida acelerada que precipita nuestra fecha de caducidad. Acto seguido, se puso el ejemplo del Parque García Sanabria, el pulmón de los vecinos de esta capital.

Con la suerte no se juega, diríase contemplando el actual estado de cosas, al filo de 2025. Está la mala salud mental, la mala salud del clima y la flamante mala salud de la paz. ¿Qué decir del miedo a la guerra, incluso a la innombrable guerra nuclear?, le preguntamos. La culpa, dice Punset, moviendo las manos como hacía su padre, la tiene nuestro incorregible cerebro arcaico, que hace que prevalezca el miedo por encima del optimismo, al que tenemos tanto derecho o más.

QOSHE - Elsa Punset o la ‘guerra’ del optimismo - Carmelo Rivero
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Elsa Punset o la ‘guerra’ del optimismo

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17.03.2024

Contó Elsa Punset que este jueves la despertaron en el hotel dos gallos repentinos en una zona céntrica de Santa Cruz y que una “sirena brutal” le estropeó el momento mágico. Así es la vida en las ciudades, comentó, donde hay más problemas de salud mental que en las zonas rurales del planeta.

En un foro de Nueva York, en los albores de esta década, se dieron cita budistas y médicos occidentales, contra toda costumbre, para buscar puntos de encuentro. Y se pusieron de acuerdo en una cosa: la solución a los problemas de la mente pasa por la meditación. Lo que hoy llamamos mindfulness ya subyacía en ese concilio de polos opuestos.

Eduardo Punset, el padre de Elsa, cubrió aquella cumbre y dedicó un programa de Redes (TVE) a celebrar la noticia del diálogo entre dos culturas que no se dirigían la palabra. En esos años se dieron pasos que hoy parecen imposibles, ante esta segunda guerra fría que destruye todos los puentes. Tanto se hablaba de meditación como se firmaban acuerdos de desarme. ¡Qué tiempos!

Pese a todo, este jueves, Elsa Punset, que heredó del exministro y divulgador científico un don inconfundible para comunicar, defendió en el Foro Premium del Atlántico de la Fundación DIARIO DE AVISOS el privilegio de vivir “estos años extraordinarios, una época que todos hubiéramos elegido, el mejor momento de........

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