A España la felicitaron en la cumbre europea esta semana por su “exitosa presidencia” semestral, casi a coro, los líderes de la UE, Ursula von der Leyen y Charles Michel. Pero España no es profeta en su tierra y hay un cierto derrotismo que recuerda al del 98 (tras la pérdida de Cuba), bajo el que se envuelve un sector social que salió mal parado en las últimas elecciones y que no cesa de transmitir al resto de la población.

Es una clase de pesimismo político endogámico, claramente depresivo y contagioso. Se irrita a todo un país por una aspiración de poder no satisfecha, y se instaura de inmediato un sentimiento plaguicida de duelo nacional. Pero no hemos perdido Cuba, ni un partido ha de perder la cabeza por no hacerse con el gobierno.

Esto es lo que nos está sucediendo. Se crearon unas expectativas no consumadas. Y ni España se rompe ni la Constitución está hecha unos zorros. Siguiendo algunos cánones pérfidos de propaganda engañosa, se repiquetean consignas alarmistas de que la democracia española está en llamas y de que asistimos a un golpe de Estado perpetrado por el sátrapa Sánchez. Esa fake infumable ha calado en medio país y se exporta entre afines a Europa. El rifirrafe Sánchez-Weber esta semana en el Parlamento Europeo es el colofón de un bulo, que pinta una España que se hunde. Pero el país está en pie y atraviesa una situación envidiable para el resto de Europa. Este desastre de España recuerda al desastre de Cuba, una falacia.

Aquí se autoengaña el que quiere. Hay una compleja España que no cabe simplificar con nostalgias de imperio decadente del siglo XIX, tratando ahora a territorios como posesiones dentro del mismo país. Digamos de una vez: ¿continúa vigente el modelo de Estado heterogéneo, con nuestros tira y afloja, o alguien sugiere someter a las autonomías históricas que resulten antipáticas a Madrid, capital del reino? Un canario, no solo un vasco o un catalán, está al corriente de lo que digo.

En la UE, envuelta en una precampaña electoral de tintes dramáticos para junio, la mayoría conservadora juega sus bazas. Esta sobreactuación de la derecha española se traslada a Europa. Así, a la presidenta alemana de la Comisión, Von der Leyen, una democristiana excepcional, se le afea su amistad con el socialista Pedro Sánchez, pretendiendo hacerle sombra con la más ortodoxa conservadora maltesa Roberta Metsola, que preside la Eurocámara. Feijóo cogió de las manos a Leyen, este miércoles, en Bruselas, como si quisiera bailar un vals. Hay un vals del desengaño. Pero ella y el liberal belga Charles Michel, que dirigen Europa, dijeron este viernes confiar en España para que haga sus leyes, pues “los juicios de valor son siempre lamentables” (Michel), respecto a la actitud de Feijóo.

Volvamos a España. Feijóo amenaza con boicotear el encuentro prenavideño con Sánchez y le reprocha un pacto “miserable” con Bildu en Pamplona. Extraña que esperara mano de terciopelo tras la ira de su partido contra el presidente y el PSOE. Por suerte, el Consejo Europeo acordó abrir a Ucrania la puerta a la UE. Zelenski ilustra bien qué haces cuando te crujen a bombazos.

Lo de España se hunde por la amnistía (como el acorazado Maine en la guerra de Cuba, que agitó la prensa amarilla de Hearst, Ciudadano Kane) es un estribillo de PP-Vox que la derecha europea baila como aquella Macarena de Los del Río. Su presidente, el germano Manfred Weber (que toca la guitarra), jugaba con fuego echándose al monte cuando florece la ultraderecha en Alemania. Weber compra la versión feijooiana de una democracia iliberal, una dictadura encubierta, como si España no tuviera salida. Un raro laberinto con tantos minotauros.

La situación española poselectoral es lo más parecido a la de Trump en Estados Unidos cuando se negó en 2020 a aceptar la llegada de Biden. Megáfono en mano, alentó una rebelión que derivó en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, y presionó al gobernador de Georgia para revertir el resultado. Feijóo debería cuidarse de ciertos tics. Las manifestaciones del 12 de noviembre, determinadas arengas y los llamamientos al transfuguismo generaban ese déjà-vu hasta que el señalado, Page, desinfló el globo quitándose de en medio.

La España real acabó con ETA sin pretender acabar con el País Vasco, y doblegó al procés sin querer doblegar a Cataluña y los catalanes. Feijóo amaba Galicia como “una nación sin Estado” y en Canarias propuso “buscar un encaje a Cataluña” antes de retractarse por obediencia a su partido. Negoció a escondidas con Junts… y en el pecado lleva la penitencia.
Ahora, cada mañana ha de renovar el salmo monocorde antiSánchez, secuestrado por el personaje cascarrabias al que ha atado su destino. Gobernar en sintonía con catalanes y vascos sería el ideal de un país polimorfo como este. El futuro dirá.

Cuentan que Bolsonaro, que imitó a Trump hasta en el asalto a la Plaza de los Tres Poderes, convocó en el palacio de la Alvorada a los jefes de sus Fuerzas Armadas y les propuso dar un golpe de Estado contra Lula. Dos estuvieron de acuerdo, pero el comandante del Ejército, Marco Antônio Freire, se negó con una advertencia acerada: “Si sigues con esto, me veré obligado a arrestarte”.

Falta conocer posibles tramas de poderes fácticos cuando las encuestas se equivocaron por los cuatro costados (o por los cuatro escaños). El plan de enterrar el sanchismo no cesa. Abascal dijo en Argentina (en Clarín) que al presidente español “llegará un momento en que el pueblo querrá colgarlo por los pies”, como a Mussolini. No ha rectificado.

Sánchez recordó a Weber que el PP y Vox están recuperando el callejero franquista donde gobiernan, y le preguntó al alemán si él querría para su país “devolver a las calles y plazas de Berlín el nombre de los líderes del Tercer Reich”. Por lo visto, el bávaro (antes más contemporizador) se ha ofendido. Pero la pregunta es: ¿con qué Europa nos encontraremos a la vuelta de la próxima esquina electoral, con estas premisas?

Hemos llegado a un punto de inflexión. Será inevitable el choque de trenes durante años en España y en Europa. Los actores, actores son y los personajes son ficticios.

QOSHE - España se hunde, corre la voz - Carmelo Rivero
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España se hunde, corre la voz

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17.12.2023

A España la felicitaron en la cumbre europea esta semana por su “exitosa presidencia” semestral, casi a coro, los líderes de la UE, Ursula von der Leyen y Charles Michel. Pero España no es profeta en su tierra y hay un cierto derrotismo que recuerda al del 98 (tras la pérdida de Cuba), bajo el que se envuelve un sector social que salió mal parado en las últimas elecciones y que no cesa de transmitir al resto de la población.

Es una clase de pesimismo político endogámico, claramente depresivo y contagioso. Se irrita a todo un país por una aspiración de poder no satisfecha, y se instaura de inmediato un sentimiento plaguicida de duelo nacional. Pero no hemos perdido Cuba, ni un partido ha de perder la cabeza por no hacerse con el gobierno.

Esto es lo que nos está sucediendo. Se crearon unas expectativas no consumadas. Y ni España se rompe ni la Constitución está hecha unos zorros. Siguiendo algunos cánones pérfidos de propaganda engañosa, se repiquetean consignas alarmistas de que la democracia española está en llamas y de que asistimos a un golpe de Estado perpetrado por el sátrapa Sánchez. Esa fake infumable ha calado en medio país y se exporta entre afines a Europa. El rifirrafe Sánchez-Weber esta semana en el Parlamento Europeo es el colofón de un bulo, que pinta una España que se hunde. Pero el país está en pie y atraviesa una situación envidiable para el resto de Europa. Este desastre de España recuerda al desastre de Cuba, una falacia.

Aquí se autoengaña el que quiere. Hay una compleja España que no cabe........

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