Cualquiera diría que de un ventarrón se nos han ido este mes de febrero de 2024 amigos, compañeros, gente señalada y valiosa, y todo ha sucedido casi simultáneamente. Es difícil pasar página a los más longevos, como José Sabaté Forns (96), que tuvo una influencia vital en esta isla en el último medio siglo, cuando estaba todo por hacer, aquel tiempo entre costuras a caballo de los mayores saltos de la humanidad que nos reservaba la historia.

La consigna el mundo que queremos que proclamaba cada año Fernando G. Delgado en la Fundación CajaCanarias contenía aquel latido en esta latitud. El periscopio insular era consustancial a Pérez Minik y, por tanto, a Fernando, que visitaba al célebre crítico en su casa de la calle General Goded como a Vicente Aleixandre en Velintonia.

Culto como un elegido, tenía todo a favor, el don de la estatura, de la voz y de las letras, y un temple que lo hacía ser siempre solemne. Era el enigma de un hombre que parecía vanidoso y forcejeaba con la timidez. Fernando tenía solo 76 años y ha hecho el viaje al infinito como un expedicionario. Ahora él sabe el mundo que viene, que no sé si se parece al de su famoso foro. Es curioso que se hayan ido tan lejos como dos astronautas en la misma cabina, el mismo día, el padre del Patronato de Turismo de Tenerife y uno de los dioses de la radio de este país que le daba vueltas a la idea del mundo. No había una voz como la suya en la radiodifusión española. Si se hiciera el ranking de esta cualidad, estaría en los puestos de cabeza. A Fernando se le admiraba por lo que decía, por cómo lo decía y por lo que escribía y cómo lo escribía. Su premio Planeta de novela como su Ondas por los telediarios que presentaba los fines de semana (lanzando guiños a los libros) hacían honor a aquellas dos almas del hijo prodigioso de la isla.

Mariano Vega amueblaba las ideas en las tertulias de sobremesa con Fernando. Yo participaba en ellas, cuando tenía la oportunidad, como un alumno ávido de grabarme lo que decían aquellos dos poetas. En una velada en el Círculo de Bellas Artes asistí a otra de sus ceremonias selectas, la presentación de un poemario de Fernando, en la tímida intimidad, donde los versos sonarían de aquel modo únicamente la tarde noche en que los recitaba la voz extraordinaria de su propio autor. Entró en una ocasión en Canal 7 para una entrevista, en la calle Numancia de recuerdos inolvidables, y me dijo nada más verme: “No te lo creerás, acaba de ficharme Polanco”. El director de RNE y Radio 3, una vida completa en la radio pública, cruzaba a la otra orilla, a la privada, a la mítica Cadena Ser ahora centenaria que había inventado la radio de la mano de Antonio Calderón, los padres del gremio que a un locutor de su pasta le atraían como un imán. Y Fernando iba a estar todo un decenio al frente de A vivir que son dos días.

Este raudal de ausencias en febrero lo inauguró Fran Domínguez, cuya claqueta ya nos advertía que se rodaban escenas definitivas. Acto seguido, se marcharon Pablo Rodríguez, el periodista que tenía pasta de héroe, y Nicolás González Lemus, que era nuestro historiador de cabecera por razones generacionales.

Sabaté, como Olarte, tenía la paciencia de Kissinger, que llegó a los 100 años. Fernando, en cambio, con 76, nos parecía tan joven y eterno que su muerte (llamémosla así) nos parece prematura. Bajando Ramón y Cajal, hace mucho tiempo, me contó su niñez, el secreto de la G muda de su apellido y los terribles deseos de estar siempre en la isla sin ocuparla. Esto último lo hacía como nadie. Ha muerto en Faura, en Valencia, lejos de su tierra natal, no así de su condición de isleño. Juan Cruz, su amigo y coetáneo, le citaría a Becket, que llevaba la isla a todas partes como una alforja invisible.

QOSHE - Fernando Delgado, eterno en las ondas - Carmelo Rivero
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Fernando Delgado, eterno en las ondas

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20.02.2024

Cualquiera diría que de un ventarrón se nos han ido este mes de febrero de 2024 amigos, compañeros, gente señalada y valiosa, y todo ha sucedido casi simultáneamente. Es difícil pasar página a los más longevos, como José Sabaté Forns (96), que tuvo una influencia vital en esta isla en el último medio siglo, cuando estaba todo por hacer, aquel tiempo entre costuras a caballo de los mayores saltos de la humanidad que nos reservaba la historia.

La consigna el mundo que queremos que proclamaba cada año Fernando G. Delgado en la Fundación CajaCanarias contenía aquel latido en esta latitud. El periscopio insular era consustancial a Pérez Minik y, por tanto, a Fernando, que visitaba al célebre crítico en su casa de la calle General Goded como a Vicente Aleixandre en Velintonia.

Culto como un elegido, tenía todo a favor, el don de la estatura, de la voz y de las letras, y un temple que lo hacía ser siempre solemne. Era el........

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