Desde el 23J no se había vuelto a vivir una jornada infartante como la de este miércoles 10E. Las dos fechas sellan un pulso sin tregua entre el PSOE y el PP, entre Sánchez y Feijóo. En ambas resucita Sánchez contra todo pronóstico. Nos recuerda aquellos dos finales de Liga Tenerife-Real Madrid, tozudamente calcados. Doble ración de euforias y fracasos.

La vispera en que convocó a sus barones en Madrid, la euforia de Feijóo los convenció de que Sánchez iba a sufrir una derrota sonrojante a los pies de Junts, sin poder aprobar los decretos preceptivos para recibir de Europa 10.000 millones de Next Generation. En las fotos, resaltan las caras sonrientes de Feijóo, Bendodo y Cuca Gamarra.

Hacía casi medio año de la arenga del candidato herido en su amor propio, asomado al balcón del PP, cariacontecido, tras la pírrica victoria que sabía a derrota amarga. Al aspirante lo manteaban las encuestas hasta apenas unas horas antes. El hombre que dejó Galicia para cubrir la vacante de Pablo Casado, defenestrado por Ayuso, reunía fuerzas para pasar el mal trago esa noche dirigiéndose a sus militantes. Vestía (España) camisa blanca y a su lado, una mujer inexpresiva con blusa roja no hacía sino mirarlo, hasta que, en mitad de la desolación, se oyó a un grupo coreando en la calle “Ayuso, Ayuso”. Feijóo el miércoles recordó ese episodio ofensivo que le persigue.

Sánchez salvó esta semana dos de los tres decretos in extremis, haciendo entrar en razón a Junts. Yolanda Díaz perdió el suyo y quedó cuerpo a cuerpo con Ione Belarra. Al ver a Sánchez resurgir de nuevo de sus cenizas, Feijóo revivió la misma pesadilla. Volver ahora a la calle el 28 a manifestarse contra acuerdos de rutina parlamentaria es un acto reflejo, una evocación. En las horas solitarias en los pasillos de Génova se escuchan voces. Feijóo y cualquiera en su lugar teme a esos murmullos traseros que muñen la caída del líder. La crucifixión de Casado y la imagen rediviva de Sánchez le acompañan como dos estampitas.

Los ayusistas susurraban tras el 23J que era un hombre de una sola bala, que no tendría una segunda oportunidad. Para sobrevivir a la maldición ha tenido que hacerse farruco y callejero. Aguantar, como decían Cela y Rajoy, hasta que Dios quiera o escampe. Ahora toca la borrasca Hipólito; venimos de la borrasca Feijóo.

Esto no va de Sánchez, que es un hueso duro de roer, ni de Abascal, que no es socio homologable tras la Nochevieja de Ferraz, los malos modos de Ortega Smith y la alegoría de Mussolini colgado por los pies. Esto va de Winston Churchill: “Tus adversarios se sientan en la bancada de enfrente; tus enemigos se sientan a tu lado”.

Lo peor es que el déjà vu se puede repetir indefinidamente. Sánchez ha dado con su musa, Feijóo le inspira. Su mano derecha, Miguel Tellado, portavoz y gallego como él, tuvo un debut fallido con la idea estrella contra la amnistía de ilegalizar y/o disolver los partidos secesionistas. Era inconstitucional, vaya, y nadie ha sacado el corvejón todavía, ni el líder ni Tellado el del maletero. Gamarra y Bendodo se cruzan miradas cómplices y de Tellado se desternillan. A ellos los degradaron y el preferido pisó una cáscara de plátano. El canario Domínguez dijo, “yo no he sido”, pero el martes creyó a Feijóo y se animó a negar a Clavijo, como Pedro a Jesús, antes de que el gallo cantara a la mañana siguiente. En efecto, el miércoles, CC no solo votó a favor de los decretos, sino también en contra del PP y su enmienda a la amnistía, pese a no compartir la medida de gracia. Parecía una Semana Santa parlamentaria, con el calvario y resurrección de Sánchez, y no era cuestión de hacer del Judas traidor por treinta denarios. A CC le salió redonda la apuesta, y recobró aquella divisa de socio preferente de Mardones votando a Felipe González o Mauricio, sin papeles, apuntalando a Aznar.

Las mayorías absolutas están absolutamente desaparecidas del mapa. El día de mañana veremos en coyunda a PP y Junts, como hacía Aznar con Pujol en el 96 en el famoso pacto del Majestic después de hacerlo con Manuel Hermoso y finalmente también con Xabier Arzalluz (PNV). ¡Qué tiempos los de entonces, cuando no se rompía España por cruzar las calles prohibidas!

Aquellos socios son idénticamente independentistas que ahora. Incluso, la Universidad Autónoma de Barcelona acaba de dar por muerta la independencia: solo la apoya el 5%. La amnistía va a ser como una cicatriz. A los vascos les rechina Vox, y Feijóo está condenado a restablecer lazos apóstatas aunque lo cesen en el partido.

Las llamadas extorsiones de Puigdemont a Sánchez (la delegación migratoria no es el grito de Munch, sino un acto constitucional) son del mismo jaez que las de Vox al PP en los gobiernos autonómicos que comparten dando el espectáculo de censurar espectáculos como en tiempos de Franco. Esas autonomías corifeas de derechas se erigen en gobiernos federales insumisos a la Moncloa. “A Sánchez, ni agua”, ordena la presidenta de Madrid y las autonomías afines asienten: “Ni agua ni mascarillas”. “Ni pellets”, apostilla Alfonso Rueda, presidente popular de Galicia.

En Canarias, durante décadas, hemos visto a presidentes gobernando en el alambre, dando a islas y siglas menores lo que en buena lid les reclamaban en plenos de recesos confiscatorios. Nadie pensó en Valle-Inclán, como ha hecho su paisano Feijóo llamando al superpleno “un esperpento”. En EE.UU., los presidentes no suelen tener mayoría en el Congreso y temen el cierre del Gobierno. La consigna “un gobierno derrotado y humillado”, en boca de Feijóo, es una clásica proyección de Jung (criticar en los demás lo que no nos gusta en nosotros).

En Francia, Mélenchon y Le Pen unen votos para ahorcar a Macron con la ley migratoria. En 2018 surgieron en las calles de París los chalecos amarillos para asediar al presidente que comparan con el español. Hay un clima bélico, gobernar se ha vuelto una pugna, una batalla. La batalla de los decretos. Después vendrán la batalla de los Presupuestos y muchas otras.

Se han hecho apuestas sobre la duración de esta legislatura. Pero lo único cierto es que Sanchez (volvamos al símil inicial) es del Atlético de Madrid y predica con el ejemplo: partido a partido.

QOSHE - Simeone en el Senado - Carmelo Rivero
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Simeone en el Senado

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14.01.2024

Desde el 23J no se había vuelto a vivir una jornada infartante como la de este miércoles 10E. Las dos fechas sellan un pulso sin tregua entre el PSOE y el PP, entre Sánchez y Feijóo. En ambas resucita Sánchez contra todo pronóstico. Nos recuerda aquellos dos finales de Liga Tenerife-Real Madrid, tozudamente calcados. Doble ración de euforias y fracasos.

La vispera en que convocó a sus barones en Madrid, la euforia de Feijóo los convenció de que Sánchez iba a sufrir una derrota sonrojante a los pies de Junts, sin poder aprobar los decretos preceptivos para recibir de Europa 10.000 millones de Next Generation. En las fotos, resaltan las caras sonrientes de Feijóo, Bendodo y Cuca Gamarra.

Hacía casi medio año de la arenga del candidato herido en su amor propio, asomado al balcón del PP, cariacontecido, tras la pírrica victoria que sabía a derrota amarga. Al aspirante lo manteaban las encuestas hasta apenas unas horas antes. El hombre que dejó Galicia para cubrir la vacante de Pablo Casado, defenestrado por Ayuso, reunía fuerzas para pasar el mal trago esa noche dirigiéndose a sus militantes. Vestía (España) camisa blanca y a su lado, una mujer inexpresiva con blusa roja no hacía sino mirarlo, hasta que, en mitad de la desolación, se oyó a un grupo coreando en la calle “Ayuso, Ayuso”. Feijóo el miércoles recordó ese episodio ofensivo que le persigue.

Sánchez salvó esta semana dos de los tres decretos in extremis, haciendo entrar en razón a Junts. Yolanda Díaz perdió el suyo y quedó cuerpo a cuerpo con Ione Belarra. Al ver a........

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