Por Marcial Morera. El emblemático canarismo guanche, que ostenta, como es bien sabido, dos sentidos gentilicios diferentes, el sentido gentilicio restringido de ‘antiguo habitante de la isla de Tenerife’ y el ampliado de ‘antiguo habitante de las Islas Canarias’, ha recibido hasta el momento presente dos interpretaciones etimológicas distintas. Para unos, se trata de un derivado del topónimo Chinech (o Achinech), nombre que daban a Tenerife sus antiguos habitantes, según manifiesta fray Alonso de Espinosa, que los conoció personalmente: “Los naturales de esta isla (…) en su lenguaje antiguo la llamaron Achinech”. Al parecer de algunos, procedería concretamente de la combinación del bereber insular guanchinech, compuesta del demostrativo wa ‘este’, la partícula de genitivo -n- ‘de’ y el citado Chinech. Desde este punto de vista, guanche significaría en origen ‘habitante de Chinech o Achinech’. El sentido amplio de ‘antiguo habitante de las Islas Canarias’ surgiría más tarde, por metonimia expansiva. Para otros, por el contrario, nuestra palabra procede de la lengua de los normandos que ocuparon las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro a principios del siglo XV, que era el francés. Se trataría, en concreto, de una nominalización del verbo antiguo genchir (Del franconio *wenkjan.) ‘balancearse’, que supuestamente habrían aplicado aquellos a los aborígenes de las islas de señorío por la habilidad que, supuestamente, tenían estos para esquivar los objetos que se les lanzaban. Y, como se constata que dicho gentilicio tienen presencia en la toponimia de las siete islas del Archipiélago (v. gr., La Guancha, Los Guanches, Corral del Guanche y Callejón de los Guanches, en Tenerife; La Guancha, Cueva de los Guanches y Llano de la Guancha, en Gran Canaria; Fuente del Guanche y Los Guanches, en La Palma; El Guanche y Punta del Guanche, en El Hierro; Casa del Guanche y Cueva de los Guanches, en Fuerteventura; Cueva del Guanche y Casa de los Guanches, en Lanzarote; y Barranco de los Guanches y Cueva de la Guancha, en La Gomera), pues deducen los defensores del origen francés de nuestra voz que su significado originario fue ‘antiguo habitante de las Islas Canarias’, en general. Desde este punto de vista, el sentido reducido de ‘antiguo habitante de la isla de Tenerife’ habría surgido más tarde, por metonimia restrictiva, justamente al contrario de lo que postulan los defensores de la hipótesis guanche. ¿Cuál de estas dos interpretaciones genéticas lingüística, cultural e ideológicamente tan dispares es la más verosímil? Pues, sin ninguna duda, la hipótesis guanche, por varias razones. En primer lugar, por una razón documental: con el sentido de ‘natural de la isla de Tenerife’ aparece la voz tanto en las viejas crónicas del Archipiélago (las Ovetense, Lacunense y Matritense, de principios del XVI, la de Alonso de Espinosa, de 1594, la de Abreu Galindo, de 1632…) como en los acuerdos del viejo cabildo de Tenerife, en los libros de datas y en los protocolos insulares. “En otro tiempo fue habitada esta isla de los naturales della que llamamos guanches, cuyo origen, ni de dónde hayan venido a ella, no he podido descubrir”, declara el citado Espinosa nada más empezar su Historia de Nuestra Señora de Candelaria. Sólo más tarde, a partir de autores como el historiador Viera y Clavijo, empieza a estirar nuestro gentilicio su sentido a todos los antiguos habitantes de las Afortunadas, en general; un uso que encontramos consolidado ya en la obra de eruditos como los franceses Sabino Berthelot y René Verneau y el tinerfeño Juan Bethencourt Alfonso, que tantas páginas dedicaron a Canarias. ¿Cuál pudo haber sido la causa de tal ampliación semántica? Pues, muy probablemente, la ambigüedad étnica que implicaba entonces el gentilicio canario ‘natural de Canarias’ (extensión, a su vez, de su sentido originario ‘natural de la isla de Gran Canaria’), que se empleaba para referirse tanto a la población africana de las Islas como a su población europea. Con la ampliación del campo de usos de la forma guanche, quedaba resuelta la enojosa anfibología de la vieja forma canario, que se limitaría a partir de entonces a designar a los isleños modernos en general, predominantemente. Este cambio de sentido de la voz guanche surgió en círculos eruditos, que, por razones científicas, eran quienes más interés tenían en distinguir entre canarios bereberes y canarios europeos; como del ámbito de los eruditos surgió también la acepción moderna ‘lengua de los antiguos habitantes de las Islas Canarias’, por metonimia de aquel, y el derivado guanchismo ‘palabra de procedencia guanche’. Y es que una cosa son los sentidos y los derivados populares de las palabras, aquellos que han surgido espontáneamente entre sus hablantes naturales, que en el caso que nos ocupa parece haber sido sólo ‘natural de Tenerife’, y otra muy distinta sus acepciones y derivados cultos, aquellos que surgen artificialmente por decisión de los eruditos, que en nuestro caso son los sentidos ‘antiguo habitante de las Islas Canarias’ y ‘lengua que hablaban los guanches’ y el derivado guanchismo. En segundo lugar, es la hipótesis indigenista del origen del canarismo guanche más verosímil que la francesa por una razón onomástica: la frecuencia de uso del apellido Guanche de él derivado es abrumadora en Tenerife, en tanto que en el resto de Canarias es testimonial. En tercer lugar, es la más verosímil por una razón estructural: la forma que se postula como punto de partida de la palabra (derivada del topónimo Chinech) se atiende escrupulosamente a las reglas de formación de gentilicios, que suelen tener como base el nombre de la tierra que habita la persona que designa. El hombre sabe que polvo de la tierra es y que en polvo se convertirá.

*Catedrático de Lengua española de la Universidad de La Laguna

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¿Galicismo el guanchismo guanche? (I)

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07.04.2024

Por Marcial Morera. El emblemático canarismo guanche, que ostenta, como es bien sabido, dos sentidos gentilicios diferentes, el sentido gentilicio restringido de ‘antiguo habitante de la isla de Tenerife’ y el ampliado de ‘antiguo habitante de las Islas Canarias’, ha recibido hasta el momento presente dos interpretaciones etimológicas distintas. Para unos, se trata de un derivado del topónimo Chinech (o Achinech), nombre que daban a Tenerife sus antiguos habitantes, según manifiesta fray Alonso de Espinosa, que los conoció personalmente: “Los naturales de esta isla (…) en su lenguaje antiguo la llamaron Achinech”. Al parecer de algunos, procedería concretamente de la combinación del bereber insular guanchinech, compuesta del demostrativo wa ‘este’, la partícula de genitivo -n- ‘de’ y el citado Chinech. Desde este punto de vista, guanche significaría en origen ‘habitante de Chinech o Achinech’. El sentido amplio de ‘antiguo habitante de las Islas Canarias’ surgiría más tarde, por metonimia expansiva. Para otros, por el contrario, nuestra palabra procede de la lengua de los normandos que ocuparon las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro a principios del siglo XV, que era el francés. Se trataría, en concreto, de una nominalización del verbo antiguo genchir (Del franconio *wenkjan.) ‘balancearse’, que supuestamente habrían aplicado aquellos a los aborígenes de las islas de señorío por la habilidad........

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