El gran Juan Rulfo zanjó lo que distingue a los dos mundos: “Los gringos jamás distinguirán qué significa la palabra relajo”. Y eso construye, en verdad, las dos fronteras, lo que los sudamericanos percibieron desde muy pronto: América Latina es el sendero de la luz y de la concordia (pensó Rodó), EE.UU. defiende el positivismo, la manipulación y la intervención. Y de ahí el miedo razonable que se fundamentó en Hispanoamérica con los pensadores incipientes (Sarmiento o el citado Rodó) y lo que se instaura en los últimos tiempos. El sur es la zona de recreo o de explotación del norte por los premios industriales, militares, científicos o económicos que han alcanzado. Y, así, se prueba con Cuba desde el año 98 o las infaustas iniciativas en favor de la dictadura de Pinochet en Chile o de Videla en Argentina. La diferencia no atañe a las disposiciones; sitúan. Por ejemplo, Cuba sufre aún hoy el castigo por haber roto con su peso. No caben disposiciones, ni ante los acuerdos productivos ni ante el diálogo divergente. O lo que es lo mismo, dependiendo de la discrepancia, los poderosos intervendrán o no. Y, así, el mundo no tiene contrapartidas, como ocurre entre Israel y Palestina. Lo que deberían señalar esas zonas es un intercambio productivo, que EE.UU. ayude al desarrollo y a la consolidación de la democracia allí y los de abajo cediendo mano de obra (por más urgente) hacia el otro lado. Eso no ocurre por el signo fundamentalista que programa ese norte. Son blancos, protestantes y hablan inglés. Un signo exclusivo que lleva al temor y a la lucha para que no se rompa, cual confirma el inicuo Trump en contra de la inmigración o en contra del español. ¿Todo perdido? Rulfo lo aduce: a los mexicanos, a los latinoamericanos los defiende el “relajo”. Que es un modo de ver la vida y de comprometerse con la vida. Frente a lo que delata el signo positivista y especulativo, abajo las copas de más con los amigos y los conocidos, las fiestas a guardar (incluso a los muertos), salirse de sí para ver y admirar o la siesta, eso que no forma parte fidedigna de semejantes mortales. ¿Cómo perder el tiempo de ese modo en una sociedad productiva? De lo cual se deduce que, si una proba necesita semen para concebir a un hijo, elegirá a Einstein, Picasso, Amancio Ortega, etc., etc. No a un pendejo como Rulfo, que nació en un pueblucho del tercer mundo, con familia parcamente estructurada, un abuelo muerto por las guerrillas cristeras o estudios no del todo revelados. Pero ese hombre, como el parcial Cervantes, ha fundado y es dueño de la absoluta maravilla, de una de las novelas más ingentes de cuantas el mundo conoce: Pedro Páramo. Una obra extraordinaria, esplendorosa, compleja, sublime y exacta. Y ello es consecuencia del relajo, solo puede ser fruto del relajo. Y eso el norte jamás lo entenderá.

QOSHE - El relajo - Domingo Luis Hernández
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El relajo

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02.03.2024

El gran Juan Rulfo zanjó lo que distingue a los dos mundos: “Los gringos jamás distinguirán qué significa la palabra relajo”. Y eso construye, en verdad, las dos fronteras, lo que los sudamericanos percibieron desde muy pronto: América Latina es el sendero de la luz y de la concordia (pensó Rodó), EE.UU. defiende el positivismo, la manipulación y la intervención. Y de ahí el miedo razonable que se fundamentó en Hispanoamérica con los pensadores incipientes (Sarmiento o el citado Rodó) y lo que se instaura en los últimos tiempos. El sur es la zona de recreo o de explotación del norte por los premios industriales, militares, científicos o económicos que han alcanzado. Y, así, se prueba con........

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