Cuando se extrema la razón sobre el hombre, siempre se encuentra al hombre. De ese modo, lo proclamó el extraordinario Friedrich Nietzsche en su extremo, radical y valiente pensamiento. Constató y asentó que los sujetos nos manifestamos en este mundo por las costumbres (lo social), las imposiciones (ley, Estado) o las constataciones (religión). Somos construcciones de la cultura, de la formalidad, de Dios y de la moral. Lo cual nos lleva a dilucidar por qué los factores dichos afectan en su absoluto a la fundación del singular. Pues lo sabemos, somos el objetivo de semejantes proposiciones. Proposiciones que se perciben como agentes dilectos de las almas de los individuos pero que si las analizamos llegamos a la conclusión de que son inventos de los prójimos. Más aún esos componentes resultan activos del poder, de las imposiciones a las que estamos sometidos. De ahí que el Nietzsche portentoso se preguntara dónde está la gracia, en ser o que te impongan el ser. En ese punto el dilema. Dicho de otro modo: los españoles somos Quijote como los rusos son Raskólnikov o los suecos, aunque no lo acepten, son Bergman o Strindberg. ¿Por qué? Porque lo que razonan esas obras (Quijote, Crimen y castigo, Gritos y susurros o Inferno) nos señalan punto por punto en nuestra urdimbre general. Y eso es lo que se propuso deshacer punto por punto el gran filósofo alemán, acaso el más grande filósofo de cuantos hemos conocido. Volver al cero, arrastrar hasta el fuego del infierno todo lo que nos ha construido para de ese modo comenzar de verdad la construcción. ¿Nos atreveremos? Nietzsche se apodera de la consecuencia y la consecuencia arguye que solo puedes ser por el particular.

De ese estambre emerge uno de los más grandes libros de cuantos los hombres han inventado: Así habló Zaratustra. En cuatro extremos incondicionales de su radical constatación: Somos los agentes de la “voluntad de poder”, porque el poder ni puede ser comunal, ni estatal ni atender a grupos precisos que lo sojuzgan (como los fundamentalismos religiosos, catolicismo, islam…); el poder ha de radicar en quien sustancia el poder que es el sujeto singular. Dos: la dicha vuelta al origen que nombra el “eterno retorno”.

En tercer lugar acaso la enseña más radical que saca del ponderado Dostoievski y se llama “el super hombre”, el ser definitivo del encuentro. Y en último término, eso que ha puesto a llorar a todas las iglesias, “la muerte de Dios”. Según Nietzsche eso somos. ¿A qué nos fuerza (cual se explaya en el citado Zaratustra), ¿a que abandone a mi mujer?, ¿a erradicar a mis hijos?, ¿a vilipendiar al Estado o a la religión que no sigo a al Dios en el que no creo? Eso somos y eso es lo que ejecutó a este hombre por la referida consecuencia, hasta fenecer en la más trágica locura en agosto de 1900.

QOSHE - El ser - Domingo Luis Hernández
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

El ser

16 0
06.01.2024

Cuando se extrema la razón sobre el hombre, siempre se encuentra al hombre. De ese modo, lo proclamó el extraordinario Friedrich Nietzsche en su extremo, radical y valiente pensamiento. Constató y asentó que los sujetos nos manifestamos en este mundo por las costumbres (lo social), las imposiciones (ley, Estado) o las constataciones (religión). Somos construcciones de la cultura, de la formalidad, de Dios y de la moral. Lo cual nos lleva a dilucidar por qué los factores dichos afectan en su absoluto a la fundación del singular. Pues lo sabemos, somos el objetivo de semejantes proposiciones. Proposiciones que se perciben como agentes dilectos de las almas de los individuos pero que si las analizamos........

© Diario de Avisos


Get it on Google Play