Hace unos años que iba Biden por un pasillo y desde atrás le asaltó alguien con el que no tenía previsto hablar. Era un personaje insistente, una auténtica mosca cojonera que no se iba por más que la indiferencia lo estaba rechazando de manera ostensible. El acoso duró apenas 20 segundos, transcurridos los cuales los itinerarios de ambos se bifurcaron y la cosa pasó sin pena ni gloria. Nadie sabe lo que le dijo, ni siquiera el lector de labios que años más tarde tradujo un “me gusta la fruta” desde la andanada de sol del parlamento. Alguien pensó que no sabía quien era, pero en el mundo de las relaciones internacionales, si no sabes a quien tienes al lado, o estás vendido o tienes que cesar al servicio de Inteligencia. Biden sabía de quien se trataba y con quienes había hecho pactos para gobernar, por eso intentaba quitárselo de encima. Pasado el tiempo no le quedó más remedio que tropezarse de nuevo con él en Madrid. El susodicho hizo de anfitrión exquisito y lo llevó al Prado para mostrarle lo mejor que tenía: los Velázquez, los Goyas y los Rubens, con lo que todo lo anterior fue agua pasada. Por fin nos estábamos codeando con la élite, a pesar de que el Consejo de Ministros tuviéramos sentados a quienes se negaban a enviar armas de apoyo contra la invasión de Ucrania. Incluso, en un acto de audacia, el gigante americano se atrevió a deslizar su mano por las posaderas de la señora del que lo había invitado, lo cual fue recibido como un gesto de acercamiento sincero. Por fin se había roto el hielo, se conocían y empezaban a intimar. Se hacían bromas y se devolvían los cumplidos. Vamos, como dos personas normales que habían demolido el muro de los recelos. La prensa lo presentaba por fin como el gran amigo, el enemigo del trumpismo que representaba a lo peor de la oposición que teníamos en nuestro país. Estábamos del lado de los buenos hasta que llegó lo de Israel. Nuestro nuevo amigo no nos llamó para hacer bloque condenando a los atentados de Hamás, para lo que contó con Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, entre otros países del tratado del Atlántico Norte. Eso estuvo muy feo y todavía alguien se pregunta por qué lo haría. Los servicios de Inteligencia deben saberlo pero no lo dicen. Si lo dijeran dejarían de ser secretos. Lo cierto es que aquella amistad ha fracasado por lo que se deduce a la vista de la negativa a echar una mano en el Mar Rojo, no vaya a ser que se molesten las milicias hutíes que nos han felicitado, junto con los terroristas de Hamás, por nuestro apoyo a Palestina. La ministra de Defensa, Margarita Robles, que tiene el mismo nombre que la inocente y candorosa amante de Fausto, ha dicho que nadie tiene que decirnos de qué lado nos tenemos que poner en ese conflicto. En eso estoy de acuerdo. Cada país debe ser independiente. Lo que no entiendo es a qué tanto esfuerzo anterior para entablar una amistad que no podía durar en el tiempo. En la Casa Blanca no lo entenderán, pero aquí seguro que sí, pues el eslogan acuñado en el argumentario es que eso es lo que se decía antes, ahora las cosas han cambiado y la necesidad hace virtud, que conviene regresar al no a la guerra, a no levantarse al paso de las banderas y a movilizar ecologistas en las playas de Galicia. A Zapatero le fue bien y puede que la historia se repita. Hay que crear tensión, aunque sean los otros los acusados de hacer ruido y provocar la desestabilización.

QOSHE - Amistades peligrosas - Julio Fajardo Sánchez
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Amistades peligrosas

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17.01.2024

Hace unos años que iba Biden por un pasillo y desde atrás le asaltó alguien con el que no tenía previsto hablar. Era un personaje insistente, una auténtica mosca cojonera que no se iba por más que la indiferencia lo estaba rechazando de manera ostensible. El acoso duró apenas 20 segundos, transcurridos los cuales los itinerarios de ambos se bifurcaron y la cosa pasó sin pena ni gloria. Nadie sabe lo que le dijo, ni siquiera el lector de labios que años más tarde tradujo un “me gusta la fruta” desde la andanada de sol del parlamento. Alguien pensó que no sabía quien era, pero en el mundo de las relaciones internacionales, si no sabes a quien tienes al lado, o estás vendido o tienes que cesar al servicio de Inteligencia. Biden sabía de quien se trataba y con quienes había hecho pactos para gobernar, por eso intentaba quitárselo de........

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