Anoche le preguntaron a Manuel Campo Vida, en 24 Horas, sobre el referéndum que, según Victoria Prego, Adolfo Suárez le dijo que no convocó sobre la monarquía porque creía que no iba a resultar positivo. Siempre me pareció una majadería este asunto. Primero, porque no creo que Felipe González se lo pidiera (su silencio en este tema ha sido manifiesto). Segundo, porque esa consulta iba implícita en el plebiscito de la Constitución. Y tercero, porque a nadie se le hubiera ocurrido someter a referéndum la presencia de una institución que era el principal motor del cambio. En cualquier caso, la entrevista en la que supuestamente hizo esas declaraciones fue hecha cuando el expresidente mostraba síntomas avanzados de su enfermedad. No sé cuál fue la intención de la señora Prego, pero eso dio alas a una exigencia de revisión de la Transición política y al crecimiento de una posición destinada a demoler el llamado régimen del 78.
Todo ello coincide con un período de desafección que ha desembocado en la situación actual. Es saludable que, en este momento, 24 horas, de Televisión Española, dedique un tiempo a tratar este tema, justo cuando la opinión generalizada es que las cosas se han ido de madre y atravesamos por una temporada lamentable. La entrevista se realizó en 1995 y la periodista no reveló su contenido hasta 20 años más tarde, cuando el ambiente estaba más caldeado, en aquel 2016 donde no se conseguía formar gobierno ni a la de tres; cuando Pablo Iglesias y Albert Rivera pretendían dar sus respectivos sorpasos, uno de ellos con la conquista del cielo incluida.
Quizá el programa emitido anoche, en 24 horas, ha llegado tarde, como la canción de Rocío Jurado, y ya nada se pueda hacer para salir de esta espiral donde nos ha metido este tiempo de desaciertos y de desajustes. Quizá hemos llegado demasiado lejos y la cosa ya no tiene arreglo. Quizá nos conformemos con la justificación de que el mundo se ha vuelto loco y en todas partes cuecen habas. A pesar de todo, me congratulo de ver que todavía existe un oasis donde se puede advertir algo de sensatez y que este espacio lo ofrezca Televisión Española, a la que tanto se acusa de marcar tendencia. Campo estuvo generoso con el rey y con Suárez, recordando que fueron ellos los auténticos artífices de la Transición. Al final, uno se quedó con un ducado, unas exequias tumultuosas y un aeropuerto y el otro con un exilio con muletas en Abu Dabi. Reparar esto va a ser difícil, máxime en un tiempo en que la clave para gobernar se sustenta en el apoyo de los enemigos de la monarquía y de la Constitución.
Con estos mimbres es complicado avanzar en la recuperación de los viejos valores. Tendríamos que hacer un recorrido largo para desandar lo andado. Hemos elegido el camino de destruir la reconciliación para emprender otra que nos hemos inventado sobre la marcha y que consiste fundamentalmente en negar la primera. De aquí, la institución de la memoria democrática para revisar nuestra historia más reciente. Anoche, vimos la foto de dos hombres que pasean por el jardín, como en Solo pienso en ti, de Víctor Manuel. Uno ya no sabe quién es y el otro está luchando para que no lo olviden. Esto no significa nada, ni estremecerá el corazón de nadie porque ahora se ha desatado el odio que ellos pretendieron detener en su día, y lo consiguieron durante largo tiempo, hasta desembocar en un bucle que empieza en el novio de Ayuso y termina en las maletas de Delcy, mientras la prensa convierte a la política en un reality.
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