Tomo prestado para el título de estas líneas el desahogo del secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres -“estamos viviendo una epidemia de impunidad en el mundo”- para traer de nuevo a estas páginas el dolor por los más de 25.000 palestinos muertos y los miles de desaparecidos bajo los escombros causado por el fuego indiscriminado de Israel sobre Gaza. Un clamor que adquiere especial significación en estas fechas porque, como cada año, el próximo día 27 el mundo rinde tributo a la memoria de los más de seis millones de judíos víctimas del Holocausto y se conmemora la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, en 1945 por las tropas soviéticas.

Los judíos, que han sufrido persecución durante tanto tiempo a lo largo de la historia, no solo a manos del terror nazi, también de otras civilizaciones (?), reinos cristianos, musulmanes, en la Rusia de los zares… deberían desempolvar las viejas fotos familiares de muerte y éxodo y detener después la mirada en la desolación de los desvalidos palestinos huyendo a ninguna parte. Otra vez expulsados de sus casas y de su territorio. ¿Podrán permanecer impasibles los judíos ante el horror que el gobierno de Israel provoca hoy en Gaza mientras la comunidad internacional sigue movilizada contra el antisemitismo? La memoria y solidaridad del mundo con su dolor debería hacerles reflexionar y rechazar los asesinatos en masa y los desplazamientos forzados que ha denunciado Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya (Países Bajos).

No es fácil que prospere la denuncia por genocidio porque el gobierno de Tel Aviv se ha ocupado de utilizar el lenguaje adecuado para eludir los requisitos formalmente exigibles para tal calificación y se ha limitado a señalar a la organización terrorista Hamás, que ellos han alimentado, como único objetivo de su ofensiva militar. Si para alcanzar ese propósito se llevan por delante la vida de decenas de miles de personas, todos ellos palestinos como está sucediendo, dirán que son daños colaterales.

Sudáfrica, como el resto del mundo (incluido ahora EE.UU., que lo ha impedido antes por dos veces) pretende que la CIJ inste al Consejo de Seguridad de la ONU a ordenar a Israel que pare la guerra y con la denuncia de genocidio solicita la medida cautelar de un alto el fuego. La calificación penal de lo que está haciendo Israel en Gaza vendrá más tarde, no es lo más urgente, y podría sustanciarse como crímenes de guerra.

Negando la evidencia y apoyándose en cuestiones formales, en defensa del gobierno de Tel Aviv, el jurista británico Malcolm Shaw declaró ante la CIJ que no hay genocidio en Gaza, ni intención genocida por parte de Israel y trató de volver la acusación contra Sudáfrica (el mundo al revés) por apoyar a Hamás, pero su endeble argumentación teórica palideció ante la fuerza y convicción de la acusación formulada por la abogada irlandesa Blinde Ní Ghrálaigh, que en el alegato final subrayó que la prevención y el castigo del genocidio de Israel que se está produciendo “es mucho más que la construcción de precedentes legales. Es, sobre todo -enfatizó- la confirmación y el respaldo a principios elementales de moralidad”.

La denuncia contra Israel no exonera de responsabilidad y culpa a Hamás, ni a las demás organizaciones terroristas incrustadas en la vida y el territorio del pueblo palestino. Condenar la matanza indiscriminada que perpetra Israel no supone tomar partido por sus enemigos. Es una obviedad, pero conviene recordarlo, Israel tiene derecho a defenderse, pero no a exterminar a los palestinos. Los extremos se tocan. Netanyahu y sus partidarios alimentan a los terroristas de Hamás y a sus congéneres, y viceversa. La incendiaria verborrea del primer ministro de Israel no es más refinada que el pensamiento de los aliados de Hamás como, por ejemplo, de Mohammed Ali Al Huthi, líder del Comité Revolucionario Yemení, que proclama “muerte a EE.UU. y a Israel, malditos los judíos y victoria del Islam”.

Es tal el encono y el odio después de 77 años de confrontación que no es razonable esperar que las partes puedan alcanzar un acuerdo de paz, por lo que es imperativo buscar una salida desde fuera que imponga la solución de los dos estados (el palestino sobre su territorio del reparto de 1948). Si Mr. Biden colabora y corta el suministro de armas de EE.UU., quizá, como Cristo predicó en esa tierra ensangrentada, “todo lo demás se dará por añadidura” (Mateo 6,24-34).

QOSHE - Israel y la epidemia de impunidad - Laureano García
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Israel y la epidemia de impunidad

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23.01.2024

Tomo prestado para el título de estas líneas el desahogo del secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres -“estamos viviendo una epidemia de impunidad en el mundo”- para traer de nuevo a estas páginas el dolor por los más de 25.000 palestinos muertos y los miles de desaparecidos bajo los escombros causado por el fuego indiscriminado de Israel sobre Gaza. Un clamor que adquiere especial significación en estas fechas porque, como cada año, el próximo día 27 el mundo rinde tributo a la memoria de los más de seis millones de judíos víctimas del Holocausto y se conmemora la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, en 1945 por las tropas soviéticas.

Los judíos, que han sufrido persecución durante tanto tiempo a lo largo de la historia, no solo a manos del terror nazi, también de otras civilizaciones (?), reinos cristianos, musulmanes, en la Rusia de los zares… deberían desempolvar las viejas fotos familiares de muerte y éxodo y detener después la mirada en la desolación de los desvalidos palestinos huyendo a ninguna parte. Otra vez expulsados........

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