Visto cómo se presenta el año que acabamos de empezar, ganas dan de bajar la persiana y no darles a ustedes más motivos de preocupación. Hemos dejado atrás un áspero 2023, a la espera de un feliz año nuevo, pero la cosa no parece que vaya a discurrir por un camino de rosas. Los problemas que ya teníamos el año pasado gozan de buena salud, algunos empeoran a gran velocidad y vendrán otros nuevos que pueden hacer que 2024 sea el primer año de una nueva era. Pero no adelantemos acontecimientos.

En el ámbito doméstico la bronca está asegurada. Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no le van a faltar charcos que pisar en 2024 para buscar la salida del laberinto en el que él solito se ha metido, para desgracia de todos nosotros. Además de la controvertida ley de amnistía, que se podía haber ahorrado con nuevos indultos, ahora tiene que soplar y sorber al mismo tiempo para cohonestar sus frecuentes flatus vocis con las declaraciones de los nacionalistas vascos y catalanes, a los que se les entiende todo, a ellos sí, incluso cuando lo dicen en catalán o euskera. PNV y Junts, con Bildu y ERC como extraños compañeros de viaje en el progrebús de Sánchez, presentarán al cobro la factura de las promesas económicas, las competencias pactadas y el reconocimiento de Cataluña y el País Vasco como naciones, mientras el Gobierno trabaja en el alambre con la ley de Presupuestos para hacer concesiones a los otros apoyos de dentro y fuera del Ejecutivo y embridar el gasto para, tacita a tacita, recortar el déficit y cumplir con la UE.

Y todo tendrá que hacerlo solo, sin contar con el PP, el otro gran partido de la totalidad de España. No se ajunta con ellos porque dice que se han echado al monte y que su objetivo principal es “derogar el sanchismo”, como decían en la pasada campaña electoral, y no aportar soluciones a los problemas de la gente. Feijóo está atrapado en su propio laberinto. Fue a Madrid para ser presidente del PP por aclamación y marchar después a la Moncloa en loor de multitud, pero, aunque por muy poco, este último objetivo descarriló. Ahora mira de soslayo a Vox, al que ha puesto alfombra roja en las instituciones, pero ve que con Abascal y sin él sus males no parecen encontrar remedio. Tiene prisa en desalojar a Sánchez, al que no para de dar caña, y no censura de manera inequívoca los graves desmanes de su socio. Aunque con matices, coincide con Vox en su aportación al trámite de la ley amnistía, presentar enmiendas, de dudoso encaje en la legislación, para inhabilitar a los partidos que convoquen un referéndum ilegal o sean desleales a la Constitución. El polarizado clima político que sufrimos será hoy más crispado que ayer, pero menos que mañana, y el ambiente se avinagrará por efecto de la campaña sin fin de las elecciones en Galicia, País Vasco, Parlamento Europeo y puede que Cataluña.

No es mejor el augurio del panorama internacional. El año 2024 empezó con una tormenta de drones rusos sobre Ucrania, fuego a mansalva de Israel contra Goza, el asesinato en territorio libanés del segundo de Hamás, Saleh al Aruri, y la explosión de bombas del llamado estado islámico en Irán con 84 muertos. Siguen las guerras que ya sufríamos en 2023 (Ucrania, Gaza, Burkina Faso, Somalia, Sudán, Nigeria, Siria, Myanmar, Yemen…), las oleadas de emigrantes y el enfrentamiento de lo que se ha dado en llamar Sur global con Occidente.

Mención aparte merece la tensión China-EE.UU., hoy en modo espera hasta ver qué pasa en las elecciones del próximo sábado en Taiwán y, sobre todo, la amenaza Trump. Con la respiración contenida, muchos esperamos que no gane en las elecciones de noviembre. ¿Se imaginan? Vuelta a la guerra comercial con la UE, denuncia o incumplimiento de los acuerdos sobre seguridad global y cambio climático, abandono de Ucrania y manos libres a Netanyahu. En una cadena estadounidense de TV ha dicho que si gana será dictador por un día, el tiempo para decretar el cierre de las fronteras a la emigración y conceder permisos para perforar pozos y pozos de petróleo. Es decir, para marchar en dirección opuesta al caminar razonable del mundo.

Confiemos, pese a todo, que con inteligencia, voluntad y estoicismo logremos que la oscura sombra de 2023 se desvanezca más pronto que tarde y podamos ver un horizonte diferente.

QOSHE - Pintan bastos - Laureano García
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Pintan bastos

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09.01.2024

Visto cómo se presenta el año que acabamos de empezar, ganas dan de bajar la persiana y no darles a ustedes más motivos de preocupación. Hemos dejado atrás un áspero 2023, a la espera de un feliz año nuevo, pero la cosa no parece que vaya a discurrir por un camino de rosas. Los problemas que ya teníamos el año pasado gozan de buena salud, algunos empeoran a gran velocidad y vendrán otros nuevos que pueden hacer que 2024 sea el primer año de una nueva era. Pero no adelantemos acontecimientos.

En el ámbito doméstico la bronca está asegurada. Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no le van a faltar charcos que pisar en 2024 para buscar la salida del laberinto en el que él solito se ha metido, para desgracia de todos nosotros. Además de la controvertida ley de amnistía, que se podía haber ahorrado con nuevos indultos, ahora tiene que soplar y sorber al mismo tiempo para cohonestar sus frecuentes flatus vocis con las declaraciones de los nacionalistas vascos y catalanes, a los que se les entiende todo, a ellos sí, incluso cuando lo dicen en catalán o........

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