Las meigas andan medio locas porque non recoñecen a este Feijóo que antes non alzou a voz e agora truena con la amenaza de dos o tres desastres cada día por culpa de eso que le dicen sanchismo y de la amnistía para un tal Puigdemont de Waterloo, mientras que Sánchez, con olímpico desprecio a la fachosfera, dirige la orquesta del Titanic en el accidentado viaje inaugural de esta legislatura de Armengol. Susto o muerte. Entretanto, los gallegos, de lluvia y calma, como los vio el poeta Miguel Hernández, y para los que se organizó esta fiesta de la democracia que son las elecciones, esperan que les pongan médicos en los centros de salud, asistencia social en su aldea, tren de cercanías, señal de radio de las cadenas que no oyen… Vaya, que les hablen de lo suyo, de lo que ocurre en Galicia y no tanto rollo de las cosas por las que se pelean en Madrid.
La campaña oficial se inauguró el sábado pasado, pero la de verdad empezó con el runrún de que el presidente gallego iba a adelantar las elecciones aprovechando lo que entendía el PP que es un mal momento de los socialistas. Como la agitación de campaña parece el estado natural de los partidos, los políticos se han lanzado en tromba sobre Galicia con su porfolio habitual de amnistía, sanchismo, ultraderecha, España se rompe, líneas rojas …, insultando la inteligencia de los gallegos, que saben que a ellos no les toca ahora pronunciarse sobre una ley de amnistía que no saben si cabe o no en la Constitución, ni sobre tsunamis, CDR´s o la conexión rusa.
Galicia es la quinta comunidad por población y la sexta economía de España, pero tiene un PIB per cápita casi 2.500 euros inferior al promedio nacional, a pesar de ser una de las comunidades con menor porcentaje de paro. Es decir, que los gallegos trabajan como el que más, pero no viven mejor. La Comunidad está también algo por debajo del sexto puesto en gasto por persona en Sanidad, Servicios Sociales y Educación, sin perjuicio de la promesa de la gratuidad de la primera matricula en la universidad y en el master.
A consecuencia del ancestral minifundio, el porcentaje de población rural dobla en Galicia el promedio nacional, lo que, por un lado, dificulta la comercialización de su producción agropecuaria, que las más de las veces solo llega para el autoconsumo, y, por otro, complica y encarece el coste sanitario y de asistencia social de una población dispersa y envejecida, en la que el 26% tiene más de 65 años (cuatro años más que el promedio nacional). Y el futuro no es más halagüeño porque, según el INE, Galicia, que sufre una caída sistemática de población, perderá 200.000 habitantes en el censo de los próximos seis años.
La Xunta tiene competencia exclusiva sobre más de 30 materias y compartida o por delegación en alrededor de otras 60 más. Es decir, que, sin mirar a Madrid ni atravesar Pedrafita o la Portilla de la Canda, hay un centenar de asuntos de interés directo para los gallegos, sean residentes en Galicia o en la diáspora, de Canarias a Australia, pasando por América, Europa, África y la Luna, donde, según Zapato Veloz, llegó uno de Ferrol. Llevamos solo tres días de campaña, pero, por lo visto y oído, me malicio que después del día 18 las aspiraciones de los gallegos seguirán intactas a la espera de mejor ocasión. Me viene a la memoria el lema institucional de una de las primeras elecciones en la Comunidad. Decía “gallego, aunque llueva, vota”, a lo que algunos respondieron en las mismas vallas “aunque votes va a seguir lloviendo”. Pues eso. Se insultarán a cara de perro el PP y el PSOE, como si el Bloque Nacionalista Galego (BNG), que es la segunda fuerza, no existiese, y el día 19 en Galicia seguirá lloviendo.
Sánchez y Feijóo no figuran en las listas, pero les va la vida en estas elecciones autonómicas porque el resultado puede condicionar sus posiciones en el conjunto de España. Si el PP renueva la mayoría absoluta, Feijóo respirará aliviado, aunque se apunte el éxito al candidato del partido, el actual presidente Alfonso Rueda, pero si pierde será un cataclismo para la derecha, Feijóo el gran derrotado y Sánchez, a pesar de la poquedad del PSdeG hoy en Galicia, podrá sacar pecho y, de la mano del BNG, volver al mantra de las fuerzas progresistas. Veremos.

QOSHE - Seguirá lloviendo - Laureano García
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Seguirá lloviendo

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06.02.2024

Las meigas andan medio locas porque non recoñecen a este Feijóo que antes non alzou a voz e agora truena con la amenaza de dos o tres desastres cada día por culpa de eso que le dicen sanchismo y de la amnistía para un tal Puigdemont de Waterloo, mientras que Sánchez, con olímpico desprecio a la fachosfera, dirige la orquesta del Titanic en el accidentado viaje inaugural de esta legislatura de Armengol. Susto o muerte. Entretanto, los gallegos, de lluvia y calma, como los vio el poeta Miguel Hernández, y para los que se organizó esta fiesta de la democracia que son las elecciones, esperan que les pongan médicos en los centros de salud, asistencia social en su aldea, tren de cercanías, señal de radio de las cadenas que no oyen… Vaya, que les hablen de lo suyo, de lo que ocurre en Galicia y no tanto rollo de las cosas por las que se pelean en Madrid.
La campaña oficial se inauguró el sábado pasado, pero la de verdad empezó con el runrún de que el presidente gallego iba a adelantar las elecciones aprovechando lo que entendía el PP que es un mal momento........

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