Vivimos en la era del relato. Al político y al moderno les chiflan. Unos y otros están ahí fuera dándose codazos por venderte el suyo -no hay otro igual, señora-, agazapados en una feria de charlatanes donde los discursos se fabrican con cartón pluma. Como esos decorados de cine que se levantan para convertise en la fachada del Waldorf-Astoria de Nueva York y vistos por detrás no son más que un contrachapado sujeto por cuatro palos de madera. El significado primigenio y natural del término relato ha sido secuestrado, abducido por todo aquel que necesita distraer verdades o construir una realidad paralela que, aunque vaya maquillada y pintada como una puerta, suele dejarles en notable evidencia.

La malversación del lenguaje, la rebelión de los malhablados, el terrorismo gramatical, los desórdenes en las páginas del diccionario, la falsedad conceptual, la sedición de los palabros… todo queda aministiado en favor de un “relato”. Y te quieren meter por la boca una cucharada generosa de ese aceite de ricino para que te lo tragues, a ser posible sin rechistar. Pa’dentro. Todo sea por el mensaje, hasta la perversión del mensaje mismo. En España hemos tenido casos palmarios al respecto. Seguro que les viene alguno a la cabeza.

Dicho esto, yo venía aquí hoy a hablar de mi libro. Mío porque me lo he comprado. Su autor, mi primo Rafael Benítez Toledano, no me lo quería cobrar, pero los libros, y más cuando tienen esta impronta, cuando son para siempre, hay que pagarlos. ‘Prosas Catetas’ (Libros Canto y Cuento, 2023) se presentó el jueves pasado en una pequeña bodega -dicen que la más antigua de Jerez- alojada en el Palacio de Campo Real, en la calle Benavente Alto. Ante nosotros un compendio con 195 páginas de pequeños grandes relatos (estos, sí) que son los más brillantes, divertidos, ácidos y contumaces artículos y colaboraciones en prensa firmadas por Rafa en estos y en aquellos años. El retrato de un Jerez que ya se despidió de sí mismo, días en los que todo era campo más allá de la barriada de Pio XII, una radiografía cáustica y deliciosa al mismo tiempo de los paisajes y el paisanaje. Cada línea, cada descripción encierra un editorial; cada capítulo, cada artículo es nuevo cuando lo vuelves a leer. Sólo un relator como Rafael Benítez Toledano podía hacerlo, sólo alguien que escribe sin rodeos para llevarnos al centro de todas las cosas, sólo un tipo que regala el talento y la gracia por palabras.

Rafael, sé que si te toca el Euromillón te quieres comprar la calle San Pablo con todos sus bares y su gente. Pero vamos a hacer una cosa: una vaquita y te la regalamos entre unos cuantos que te queremos. Y tú, primo mío, tú cómprate tiempo para seguir escribiendo tus relatos.

QOSHE - El relator - Javier Benítez
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El relator

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19.11.2023

Vivimos en la era del relato. Al político y al moderno les chiflan. Unos y otros están ahí fuera dándose codazos por venderte el suyo -no hay otro igual, señora-, agazapados en una feria de charlatanes donde los discursos se fabrican con cartón pluma. Como esos decorados de cine que se levantan para convertise en la fachada del Waldorf-Astoria de Nueva York y vistos por detrás no son más que un contrachapado sujeto por cuatro palos de madera. El significado primigenio y natural del término relato ha sido secuestrado, abducido por todo aquel que necesita distraer verdades o construir una realidad paralela que, aunque vaya maquillada y pintada como una puerta, suele dejarles en........

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