No diré que ha llovido mucho desde entonces porque ya no llueve casi nunca, pero hace una pila de años de aquella tarde, qué buena fue, en la que me planté con Fernando García en Sevilla para disfrutar en vivo del mejor programa de radio que podías encontrar a mediados de los noventa, La Ventana. El objetivo era ver en acción a Sardá, comprobar cómo se lo hacía delante del micrófono, y, por supuesto, conocer al señor Casamajó, verle en persona masticar sus ocurrencias. Javier asomó el pelo unos diez minutos antes de que empezara el show, o eso creíamos nosotros porque, en realidad, aquello arrancó en ese preciso instante. El auditorio, hasta las manillas, tronó entre aplausos, gritos de emoción y vivas a la madre que lo parió. El domador calmó a las fieras con dos sonrisas, un par de reverencias y las manos en alto para amortiguar las emociones. Saludó, celebró estar en Sevilla, nos dio cuatro indicaciones de cómo debe comportarse el público en un programa de radio en directo y, por último, con su voz robusta y elegante, punzante, calmada,, esa voz que ya se proyectaba por cada centímetro del salón de actos, nos soltó a bocajarro: “Siento deciros que el señor Casamajó no ha podido venir (oooooohhh)...pero llevo tantos años a su lado que ya puedo imitarlo”. Y entonces comenzó a mantener una conversación consigo mismo en la que intercalaba su voz con la de Casamajó para demostrarnos por vía empírica que ambos eran la misma persona. ¡¡Arrea!! Por aquel entonces muy pocos lo sabían, y entre ellos no estábamos nosotros ni nadie del público por lo que pude percibir a mi alrededor. A todos se nos cayó la mandíbula al suelo. No pude cerrar la boca en las cuatro horas del programa y hasta dos o tres miércoles más tarde.

Unos meses después Sardá dejaba la radio para irse a trasnochar al plató de Crónicas Marcianas, un formato con el que desmontó los audímetros y amplió notablemente las fronteras del espectáculo televisivo durante ocho años consecutivos. Dejó de emitirse en 2005, cuando los españoles volvimos a irnos a la cama a una hora decente Han pasado 18 años en un pestañeo y esta semana Telecinco ha colgado en la parrilla un revival que, con el título de Crónicas Marcianas: el Reencuentro, ha reunido a algunos de los colaboradores y mejores momentos del espacio para recordarnos que entonces había más libertad. Bizarro, atrevido, descarado, rebelde, caótico y a veces zafio, el programa incluía desnudos, parodias de todo tipo, animales, humor sin censura. Uno de los ideólogos de Crónicas, Jorge Salvador, aseguraba al respecto que hoy día podrían terminar entre rejas por algunos de esos contenidos. Porque ahora somos más tolerantes, animalistas, igualitarios y súper mega friendly, pero menos libres.

QOSHE - Sardá y la libertad - Javier Benítez
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Sardá y la libertad

37 19
17.12.2023

No diré que ha llovido mucho desde entonces porque ya no llueve casi nunca, pero hace una pila de años de aquella tarde, qué buena fue, en la que me planté con Fernando García en Sevilla para disfrutar en vivo del mejor programa de radio que podías encontrar a mediados de los noventa, La Ventana. El objetivo era ver en acción a Sardá, comprobar cómo se lo hacía delante del micrófono, y, por supuesto, conocer al señor Casamajó, verle en persona masticar sus ocurrencias. Javier asomó el pelo unos diez minutos antes de que empezara el show, o eso creíamos nosotros porque, en realidad, aquello arrancó en ese preciso instante. El auditorio, hasta las manillas, tronó entre aplausos,........

© Diario de Jerez


Get it on Google Play