En un solo día histórico se resolvieron los dos grandes proyectos que todo el mundo apostaba que no se acabarían nunca. El Gobierno, que domina como nadie los dobles sentidos y la semiótica, hizo coincidir la inauguración de la Variante de Pajares con el último capítulo de Cuéntame. Más de 20 años de tramas en las que se esconde el funcionamiento de favores y mordidas, personajes que van desde los abnegados trabajadores hasta los medradores sin complejos listos para poner el cazo, desgracias que se llevan por delante vidas, engaños para tapar la ineptitud de los que mandan, mentiras que libran de las responsabilidades a los que más cobran y robos que pagan los que menos tienen. Si la serie de los Alcántara se vende como el mejor retrato de la historia de este país desde 1968 hasta los atentados del 11 de septiembre de 2001, como se ha publicitado siempre, el proyecto de los túneles resume sin igual el abandono, las chapuzas y los desprecios que marcan el destino de esta parte del cuadrante peninsular en la que se soñó fortalecer la unión asturleonesa, pero nos quedamos en el vagón de cola de la Transición.

León se explica por las obras de esta Variante de Pajares y Esteso como España por los avatares de la familia Alcántara. El proyecto acumula 20 años de obras, de los cuales 13 se anotan como retraso, y 4.000 millones de euros de inversión al final del túnel, más del doble del presupuesto que anotó Álvarez Cascos cuando colocó la primera dovela. Seis ministros de Fomento después, y cuatro presidentes del Gobierno mediante, la infraestructura ha sacado el morro de la alta velocidad al otro lado de Los Pontones tras llevarse por delante los acuíferos de la montaña central leonesa, dejar sin captación de agua a los pueblos y provocar un desastre medioambiental del que las administraciones públicas no se hacen responsables. La obra, con cuatro esquelas colgadas en la boca de los tubos en aquellos años en los que se corría de más para que aumentaran los beneficios de las empresas, incentivados por jornadas de 12 horas y atropellos laborales, deja a su paso un rosario de incompetencias del Adif y el ministerio que se estudiarán en las universidades por su negligencia. El sacrificio lo paga León, que ahora espera que el progreso no pase de largo de nuevo. A ver si el tren va a ser la cuna que nos arrolló, como maldeciría Antonio Alcántara.