Aunque no todos los lectores estén dispuestos a creérselo, hay muchos más ácaros que tertulianos del corazón. Incluso que ministros contando sus equipos de asesores. Esos seres que están hechos de casi nada y resultan invisibles a nuestros ojos generalistas de engreídos mamíferos que heredaron la Tierra por un accidente estelar, son legión. Una legión sedentaria y a veces algo incómoda a la que nunca es posible exterminar del todo por más higiene que le apliquemos a nuestros rincones favoritos. Algunos hoteles los cultivan en alfombras y moquetas y en esas condiciones han llegado a contabilizarse miles de generaciones de esas gentes que se reproducen raudas y promiscuas, sin acuciarse con estadísticas de inmigración ni índices reproductivos. Nuestra vanidad de humanos nos hace creernos el culmen de la evolución o de la creación, dependiendo de la corriente filosófica en la que usted milite, cuando en realidad el mayor éxito lo han tenido, pásmese, los escarabajos.

El ácaro nace, vive y muere en una porción de almohada, sin llegar a salir de esos límites nunca. Su patria son esos centímetros cuadrados en los que vive su vida opípara y ciega: en ella medra, se reproduce y muere. Hay ácaros prácticamente en cualquier cosa; incluso hay unos ácaros específicamente humanos que viven en nuestras pestañas y responden al divertido apelativo —pronúncielo en español— de «Demodex folliculorum». También estamos repletos de bacterias y no nos dan ningún asco, aunque es cierto que las mantenemos recluidas casi todas entre las paredes del estómago. Como, además, según algunos científicos, venimos de una bacteria que se merendó a otra, casi podemos considerarlas ancestros lejanos.

A donde pretendíamos llegar es a ese ácaro de alcoba que a veces logra alcanzar notoriedad gracias a la prensa rosa. A esos dinios confundidos por la noche a los que lo mismo les da una yogurina que una marujita y que, en su decadencia, acaso terminen como actores pornos en películas de bajo presupuesto. Davides o fideles, anónimos e invisibles antes de su asalto a los colchones del famoseo, que después fatigan los platós con sus patéticas historias de amores despeñados o infieles, sus consumos y adicciones y pobres hijos echados a rodar por la ladera de un trauma desde el mismo momento en que sus progenitores se ponen a dirimir sus diferencias en pública almoneda. Pensando en esas criaturas, no sé, igual había que prohibir algo, aunque a veces se le llame periodismo.

QOSHE - El ácaro de alcoba - Antonio Manilla
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El ácaro de alcoba

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24.01.2024

Aunque no todos los lectores estén dispuestos a creérselo, hay muchos más ácaros que tertulianos del corazón. Incluso que ministros contando sus equipos de asesores. Esos seres que están hechos de casi nada y resultan invisibles a nuestros ojos generalistas de engreídos mamíferos que heredaron la Tierra por un accidente estelar, son legión. Una legión sedentaria y a veces algo incómoda a la que nunca es posible exterminar del todo por más higiene que le apliquemos a nuestros rincones favoritos. Algunos hoteles los cultivan en alfombras y moquetas y en esas condiciones han llegado a contabilizarse miles de........

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