Aveces, la columna navideña se me adelanta unas semanas. A veces, pocas, este juglar escribe para sí mismo, con el deseo de que sea también para usted. Hace años les conté acerca de un viejo recuerdo del que no tenía la fecha, solo que entonces era un crío. Pero… ¿cómo de crío? Lo recupero pues tengo novedades. Visualicemos: salón de mi casa, estoy viendo con mi padre un programa de televisión en el que en cada episodio se utilizaba un refrán o proverbio para contar una pequeña historia. Dirigía Jaime de Armiñán. Recuerdo que en se contaba la historia de un profesor (Fernando Fernán Gómez) que ha perdido su empleo y va a la fábrica de quien años atrás había sido su —mal— alumno (Juan Diego). Este le recibe con altivez, convertido en un señorito en la línea del personaje que interpretaría en Los Santos Inocentes. Y con crueldad le recuerda al docente cuando este le sacaba al encerado para que la clase se burlase. Le pide trabajo y él exalumno, consciente de tenerlo en sus manos, le exige que camine ante él para volver a verlo cojear… y lo hace. Aquí es donde mi padre expresó su repugnancia moral, quizá pensó en voz alta y se lo escuché. Tanto el episodio como su asco irreprimible ante tal vileza me quedaron grabados, como a otros se les queda el olor de la cocina familiar o el azul del cielo de su pueblo. Pero me faltaban la fecha y algunos datos.

Hace días, Marta me llamó para que viese con ella un reportaje que estaban poniendo de homenaje a Juan Diego. Y de repente… allí apareció esa misma secuencia. El programa se llamaba Del dicho al hecho y el episodio Quien tiene boca se equivoca. Y la fecha: 1971. Hoy tengo ya edad para no llamar casualidad a las señales luminosas, aunque no siempre acierte a interpretarlas. Por fin, ahora lo sé: tenía trece años. Aquella vivencia familiar me quedó, como una primera percepción de que mi padre era bueno no solo por ser padre sino porque él mismo lo era.

Sí, el tema de hoy hubiese sido bueno para una de esas columnas navideñas que escribes para ti y, a veces, resultan serlo también para algunos más. Pero, ¿por qué esperar? Aún queda mucho noviembre y el mundo sangra por tantas dolorosas heridas. Mi viejo recuerdo sin fecha…. ya la tienes.

QOSHE - Viejo recuerdo sin fecha - Eduardo Aguirre
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Viejo recuerdo sin fecha

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10.11.2023

Aveces, la columna navideña se me adelanta unas semanas. A veces, pocas, este juglar escribe para sí mismo, con el deseo de que sea también para usted. Hace años les conté acerca de un viejo recuerdo del que no tenía la fecha, solo que entonces era un crío. Pero… ¿cómo de crío? Lo recupero pues tengo novedades. Visualicemos: salón de mi casa, estoy viendo con mi padre un programa de televisión en el que en cada episodio se utilizaba un refrán o proverbio para contar una pequeña historia. Dirigía Jaime de Armiñán. Recuerdo que en se contaba la historia........

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