Los releídos pueden pasarse la tarde entre citas después de la partida, en esos bares en extinción que quedan en los barrios que aún no ha inundado el tíopedro, hasta convertirlos en Peronistán, ni ha vaciado el estado autonómico, capaz de hacer del Benelux la capital del valle del Hambre. Han envejecido mal los consejos de los padres de los chavales que querían apegarse al poder cuando Franco sugería no meterse en política, haga como yo, decía el general, para disuadir a la competencia. Haz lo que sea necesario para que cuando vuelvas, no te falten tres para jugar la partida. Todos los asilos huelen igual, como tienen un aroma común a compañerismo, connivencia y recelo los cafés sin ambigú que dejan la sobremesa libre para el pulso diario de los naipes, el reto de entrenar la astucia con un mazo de cartas, o poner ritmo a la tarde a través del segundero de las piezas del dominó que hacer estallar en la formica. Tac, tac, el tiempo de León que se medía en el reloj de arena de los bastidores de la cuenta atrás del café y el sol y sombra, anisetes de endrinas, faria los domingos y festivos, es pasto de anticuarios empachados por la antropología en una deriva de las ciencias naturales, de la misma manera que la estadística le sale por las orejas a los licenciados en exactas. No hay vuelta atrás. Eso no quita para que haya enviados especiales al nuevo renacer de los pueblos, que lo llaman, a recuperar el territorio, donde señalan el exotismo que supone que un tipo que salió por patas de Getafe encuentre una conexión de fibra para vivir a distancia, igual que algunas divisiones de la administración, después del Cristo de la cita previa. Cuentan que la socialización de la humanidad en torno al fuego sólo fue superada por la de una mano de cartas, en la que salía a flote el talento y el retardo, las apabardas y los raposos, los que comían hierba y la veían crecer. Hace unos cuantos años, cayó la mitad de León en la noche del sacrificio que cerró las escuelas; estaban ocupadísimos con el estatuto de autonomía. El nuevo cambio de régimen, el paso a la zona negra al otro lado del territorio de León, atrapa al ciudadano; al político, ni fu ni fa. Ya asumieron que al regresar, no quedará un alma caritativa para jugar la partida.

QOSHE - La extinción de las partidas - Luis Urdiales
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La extinción de las partidas

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22.11.2023

Los releídos pueden pasarse la tarde entre citas después de la partida, en esos bares en extinción que quedan en los barrios que aún no ha inundado el tíopedro, hasta convertirlos en Peronistán, ni ha vaciado el estado autonómico, capaz de hacer del Benelux la capital del valle del Hambre. Han envejecido mal los consejos de los padres de los chavales que querían apegarse al poder cuando Franco sugería no meterse en política, haga como yo, decía el general, para disuadir a la competencia. Haz lo que sea necesario para que cuando vuelvas, no te falten tres........

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