Quise que lleváramos a Enrique. Tenía un año. Un niño sano, grandote, rubio. De ojos verdes muy abiertos. El colegio electoral estaba cerca de casa. No me podía creer que estuviera ocurriendo aquello, que nos hubieran llamado para votar una Constitución. Habíamos saltado de un barco a la deriva a tierra firme. Era un milagro. Pero es imposible, al parecer, que algunos lo sigan viendo como nosotros. Delenda est España 1978. Enrique lo miró todo, como solía. Andaba ya bastante bien pero no hablaba. Que recuerde. Había mucha gente por las calles, con el sobre de votación en la mano. Habla España, habla. Quienes se oponían a la Constitución entonces formaban parte –en mi visión de aquel ayer– de la España en blanco y negro, híspida, desconfiada y mandona. El que no quiera a España, que se vaya. Por ejemplo a Rusia. Los de antes, para resumir. Pero había un río impetuoso de padres como yo, con sus hijos de la mano en el colegio electoral. Fue un triunfo apoteósico. Había sido el parto de los montes, con un Rey obstetra y un presidente del Gobierno de gerente del Hospital de España. También fue una reunión de departamento universitario, un salón parroquial, una reunión de dirigentes sindicales, una junta de banqueros y españoles de todos los territorios los que se habían puesto de acuerdo en el nunca más. Más o menos. Hasta la abstención, quiero decir. Pero era importantísimo que no saliera el NO, que saliera una mayoría abrumadora del . Que fue lo que ocurrió. Entre aquel 1978 y este 2023 no hemos parado de crecer, de prosperar, de sobrevivir a los espantos. Pese a ETA, pese a lo que fue un nacionalismo inmoderándose, pese a todo lo que habían obtenido. Era el sino. Porque los partidos se habían turnado pacíficamente, como en el siglo XIX no, mucho mejor, y más democráticamente. Y habían llegado a la ruptura del aislamiento, a la posesión de nuestra verdad histórica. Siempre fuimos europeos, siempre quisimos ser lo que éramos. Y lo acabamos siendo. Y además pusimos a cero el reloj territorial. Era muy importante esto, unidos en la diversidad no eran sólo palabras. Hoy lo va siendo porque hay muchas voces secuestradas, en sitios vuelve el miedo y la mentira, la peor política, la que nos enfrenta y divide, se practica con asiduidad, impunemente. Deberíamos ver entre los visillos el futuro de España, para no ser estúpidos y fatales. Es mucho lo que nos jugamos, como nos lo jugamos otras veces. Para el luto y el resentimiento. España es como una medicina que hay que tomar en las dosis adecuadas, o viene lo inevitable.

QOSHE - Llevamos a Enrique - Enrique Montiel
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Llevamos a Enrique

3 0
05.12.2023

Quise que lleváramos a Enrique. Tenía un año. Un niño sano, grandote, rubio. De ojos verdes muy abiertos. El colegio electoral estaba cerca de casa. No me podía creer que estuviera ocurriendo aquello, que nos hubieran llamado para votar una Constitución. Habíamos saltado de un barco a la deriva a tierra firme. Era un milagro. Pero es imposible, al parecer, que algunos lo sigan viendo como nosotros. Delenda est España 1978. Enrique lo miró todo, como solía. Andaba ya bastante bien pero no hablaba. Que recuerde. Había mucha gente por las calles, con el sobre de votación en la mano. Habla España, habla. Quienes se oponían a la........

© Diario de Sevilla


Get it on Google Play