Del Libro de la Sabiduría: “el poder, puesto a prueba, confunde a los necios”. La propuesta de ley de amnistía, vulgo Impunidad o Barra Libre para los sediciosos, se aprobó en la festividad de San Leandro, obispo visigodo y cartagenero, hermano de San Isidoro. Presidió el Concilio de Toledo. Se le atribuye la conversión de Recaredo, hijo de Leovigildo, y la unidad católica de la nación. Curiosa coincidencia en esta bofetada jurídica a la unidad de España en nombre de una espurea diversidad.

Si Felipe González tuvo de libro de cabecera Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, su correligionario Pedro Sánchez cogió en la biblioteca de Ferraz con fe de erratas Yo, Claudico, de Robert Graves. Nerón de la cursilería, ha quemado las naves de la moderación; Calígula de la supervivencia, le encargó a Puigdemont el casting de Los siete magníficos para asegurar la perpetuación en la Moncloa. España dejó de ser católica, recemos para que no deje de ser española, pero el presidente en ficciones (lo que ha ocurrido no lo imaginaba el más osado de los guionistas) ha convocado el sínodo de la sillonalidad.

Sería interesante conocer la autoría de cada uno de los despropósitos que aparecen en la propuesta de ley en aras de la convivencia y la pacificación. Como rige desde el 1 de enero de 2012, confiemos en que no incluya la anulación de las cinco Copas de Europa que en esta década ominosa ha ganado el Real Madrid y su madridismo sociológico. ¿De Durkheim o de Max Weber?

El ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero está encantado con la Amnistía. Se lo dijo a Íñigo Alfonso en la entrevista que le hizo en la festividad de San Leandro en Radio Nacional. Es como el primo de Zumosol, el veterano socialista que se arremangó y se echó a las plazas y los foros en la campaña del 23 de julio. Es el David Carradine de Kung Fu para Pedro Sánchez, su pequeño saltamontes. El ex presidente está imperial y defiende la figura del mediador internacional que él ha debido ejercer en la América bolivariana. Hace dos décadas, los atentados del 11 de marzo de 2004 en los trenes de Cercanías de Madrid dejaron 192 víctimas mortales, amén de una hermosa novela de Manuel Gutiérrez Aragón (La vida antes de marzo), un personaje fascinante, Patachula, de la novela de Fernando Aramburu Los vencejos, una crónica periodística exhaustiva, ¡Matadlos!, de Fernando Reinares, y un vuelco electoral. Las encuestas le daban la mayoría absoluta al Partido Popular de Mariano Rajoy. Lo advertían los gurús de la cultura en los días previos a los comicios. La pésima gestión informativa de la masacre volteó los pronósticos y consiguió los objetivos de los terroristas, según asegura Reinares en la investigación de un atentado que se gestó entre Karachi y Estambul.

Rajoy llegó siete años más tarde, después de que Zapatero negara la crisis igual que Sánchez negaba que fuera a aprobar la amnistía. Curiosa paradoja, una España inocente, por crédula, desculpabiliza a los corruptos para que siga en el Gobierno quien entró con una enmienda a la totalidad a la corrupción. La cuadratura del círculo. Desde González, no hay un socialista que gobierne con normalidad y sin estruendo.

QOSHE - Kung Fu y el pequeño saltamontes - Francisco Correal
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Kung Fu y el pequeño saltamontes

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15.11.2023

Del Libro de la Sabiduría: “el poder, puesto a prueba, confunde a los necios”. La propuesta de ley de amnistía, vulgo Impunidad o Barra Libre para los sediciosos, se aprobó en la festividad de San Leandro, obispo visigodo y cartagenero, hermano de San Isidoro. Presidió el Concilio de Toledo. Se le atribuye la conversión de Recaredo, hijo de Leovigildo, y la unidad católica de la nación. Curiosa coincidencia en esta bofetada jurídica a la unidad de España en nombre de una espurea diversidad.

Si Felipe González tuvo de libro de cabecera Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, su correligionario Pedro Sánchez cogió en la biblioteca de Ferraz con fe de erratas Yo, Claudico, de Robert Graves. Nerón de la cursilería, ha quemado las naves de la moderación; Calígula de la........

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