Todo cambia y aunque no te bañes nunca en el mismo río (ese Heráclito al que tanto mentaba Juan Teba en esa columna semanal a la que le he birlado el título) la bulla permanece. Teba se refería a la bulla de la calle, ese hacinamiento feliz de la Semana Santa, sobre todo, verdadera especialidad de la cultura sevillana. La forma más civilizada de habitar la calle, compartiendo emociones, con el codo ajeno clavado en el costillar y el aliento vecino en la nuca. Tempus fugit y sobre todo cambia y hemos de reconocer que ahora bullanguear se ha puesto muy difícil si no tienes quince años, piernas de hierro o sillita de playa que burle a la autoridad. Pero como esta ciudad se adapta como ninguna a las modernidades –que a la que te descuides son ya tradición– la bulla se ha desplazado a las redes y resulta igual de estimulante. ¡Qué sábado de gloria me dieron los tuiteros con la presentación del cartel del Consejo! Que encante a unos y espante a otros es lo normal, el gusto tiene tantos paladares como personas pero que levante tantas pasiones es pura idiosincrasia local, un síntoma de vitalidad y emoción que merece ser patrimonio de la humanidad. Como andamos convencidos de que nuestra opinión es valiosa –sea sobre la crisis climática o la novia del vecino del quinto– hubo de todo y también quien se salió del tiesto y vio en el cartel de Salustiano García una conspiración homoerótica, que habría quebrado la voluntad del Consejo general de Cofradías a fin de acabar con la Iglesia Católica. Esos mejor que no vayan a la capilla Sixtina, por si les da un parraque. Pero en general hubo un muy saludable debate donde el personal demostró que anda sobrado de ingenio y tal vez también de tiempo. A estas alturas, hoy lunes, ustedes habrán visto de todo, desde los memes con la cara de Sergio Ramos al Cristo enfundado en la camiseta del Betis. La explicación del artista es emocionante y creo sinceramente que así se la han tomado la mayoría: hay referencias impecables a iconos reconocibles de la imaginería sevillana, desde la custodia al sudario y está el rostro de un hombre joven y bello que si ofende a alguien es para que acuda urgente a un siquiatra de guardia. Lo siento por quien añora el concilio de Trento, pero qué maravilla que la ciudad bulla por un cartel. Qué alegría de que dejemos rutinas, zozobras, angustias, rencores para saltar todos al coso de la bulla, qué rica esta ortodoxa heterodoxia que nos mete a todos en un mismo saco, cada uno a su bola pero todos en la misma pasión. Bendita polémica si tiene al arte como motivo. Benditas guerras si son de amor. Ya están tardando Cesar Rina, José María Rondón y David G. Romero en convocar otra semana de las suyas. Tomemos los carteles de invierno porque Sevilla gana siempre esta batalla, aunque algunos crean que puede haber vencidos. No se enteran de nada.

QOSHE - La bulla - Mercedes De Pablos
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La bulla

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29.01.2024

Todo cambia y aunque no te bañes nunca en el mismo río (ese Heráclito al que tanto mentaba Juan Teba en esa columna semanal a la que le he birlado el título) la bulla permanece. Teba se refería a la bulla de la calle, ese hacinamiento feliz de la Semana Santa, sobre todo, verdadera especialidad de la cultura sevillana. La forma más civilizada de habitar la calle, compartiendo emociones, con el codo ajeno clavado en el costillar y el aliento vecino en la nuca. Tempus fugit y sobre todo cambia y hemos de reconocer que ahora bullanguear se ha puesto muy difícil si no tienes quince años, piernas de hierro o sillita de playa que burle a la autoridad. Pero como esta ciudad se adapta como ninguna a las........

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