3 de abril de 2024

Hogan Vega y Dorli Silva

La comunicación, por medio del lenguaje, en la historia del hombre, es un fenómeno que permitió acercarse, compartir y eliminar barreras culturales, geográficas, idiomáticas, de husos horarios y la vinculación entre los actores sociales, de cada época, en el globo terráqueo. De ahí que, con las necesidades diferentes de cada cultura, se generó un intercambio de alimentos, ropas, conocimiento y, lo peor, la demostración del poder de cada cultura, al imponer sus creencias y razones sobre los demás. Todo ello está plasmado en la historia, por cuanto en razón de la comunicación, el planeta Tierra se encuentra envuelto en una lucha eterna de poderes y superioridad, que descontextualiza la realidad que representa vivir en el siglo XXI, en paz que brinde felicidad; ahora bien, qué difícil es el hombre cuando quiere imponer su razón sobre los demás. Se observan el calentamiento global, la immigración, la pobreza, la carencia de servicios, así como una gran desigualdad entre las economías del mundo. Ello abre brechas entre culturas, países desarrollados y subdesarrollados, tecnologías, lo que genera el surgimiento de pandemias y enfermedades nuevas que azotan a la existencia humana.

La comunicación, como criterio básico de cualquier lengua, es economía y simplificación. Su entendimiento es simple; sin complicaciones. No genera dudas, ni malos entendidos que minimicen la problemática que se ha vivido en la historia de la humanidad. El Diccionario de la Lengua Española (2024) de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en sus tres (3) primeras acepciones, define a la comunicación como: “Acción y efecto de comunicar o comunicarse”; “Trato, correspondencia entre dos o más personas”; y “Transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor”. En razón de lo anterior es necesario limitar el discurso narrativo, con la definición de lenguaje, que presenta el ya referido diccionario, en su primera acepción: “Facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos”. Por otra parte, la tercera acepción indica: “Manera de expresarse. Lenguaje culto, grosero, sencillo, técnico, forense, vulgar”.

La comunicación, por medio del lenguaje, permite el acercamiento tan anhelado de vivir sobre un modelo de paz y felicidad, basado en la actuación correcta bajo los valores morales y preceptos jurídicos impuestos por la sociedad. Ello provoca, en el ser humano, sentimientos valiosos, respeto y admiración; puede representar un modelo a seguir por las generaciones, tanto antiguas, como nuevas. Ahora bien, siempre existirá un mundo con cambios y trasformaciones constantes, en el que la actualidad depende de las tecnologías digitales que transforman las comunicaciones, los negocios, la salud, la educación, las finanzas y otras áreas.

Ahora bien, persiste una brecha digital multidimensional entre países, negocios e individuos, que agrava la brecha de desarrollo. Los hospitales, las universidades, los gobiernos y las empresas no pueden funcionar eficaz y eficientemente, sin las herramientas digitales. La brecha digital frena el crecimiento y limita las oportunidades de los miles de millones de personas que aún no están conectados y de quienes sí lo están, pero que no pueden aprovechar todo el potencial de estas tecnologías.

En otras palabras, en el nuevo contexto social se presentan dos (2) tendencias que configuran el futuro digital: la importancia de la infraestructura pública digital y el potencial transformador de la Inteligencia Artificial (IA). Ésta se reduce a conjuntos de algoritmos programados por ingenieros o programadores, en una máquina de aprendizaje. Al mismo tiempo se debe tener claro que las personas tienen emociones y, por lo tanto, pueden ser conscientes de sí mismas para manejar sus sentimientos, en los momentos difíciles y fomentar todo lo positivo que les pueda suceder.

Es decir, la IA simula a las redes neuronales como modelos simples del funcionamiento del sistema nervioso. Una red neuronal es un modelo simplificado que emula el modo en que el cerebro humano procesa la información: funciona como unidades de procesamiento interconectadas, que parecen versiones abstractas de neuronas. La red aprende a través de registros individuales, que generan una predicción para cada registro y realizan ajustes a las ponderaciones, cuando realiza una predicción incorrecta. Este proceso se repite muchas veces; la red mejora sus predicciones hasta alcanzar uno o varios criterios de parada. Al principio, todas las ponderaciones son aleatorias y las respuestas que resultan de la red son, posiblemente, disparatadas. A medida que progresa el entrenamiento, la red se hace cada vez más precisa en la replicación de resultados conocidos. Una vez entrenada, la red se puede aplicar a casos futuros en los que se desconoce el resultado.

Ahora bien, un programa de IA no tiene emociones; no está molesto, ni eufórico. Entonces, qué grado de consciencia tiene si no puede sertirlas para reacionar; un niño crece en una formación constante y envejece al aplicar sus conocimientos en areas específicas, de acuerdo con sus habilidades cognitivas, mentales y destrezas manuales. Todo ello bajo las premisas aprendidas en el seno de una familia, a través de sus interaciones en una sociedad regida por principios y valores. Ese ser humano, puede comprender cómo una persona ve al mundo, interpreta sus sentimientos y se preocupa por ellos; está formado mediante la comunicación de un lenguaje. La IA es una brillante analista del lenguaje, cuando se trata de leer emociones; se supone que la IA puede analizar señales emocionales tales como la expresión facial y el tono de voz.

A diferencia de lo anterior, los seres humanos se caracterizan por prestar atención a las demás personas con las que interactúan, estén presentes o por medio de un servicio de comunicación, como una llamada telefonica, una video llamada, por redes sociales, etc. La IA puede tener esa cualidad, o se le programa para que trate de imitar esa cualidad, lo que traería muchas dudas y generar imprecisiones, así como preocupación a los seres humanos. A primera vista, la confianza en las personas a las que se conoce son dignas de ella, pero la IA puede confundir entre alucinar, y tratar a la fantasía como realidad. Incluye la forma en que se comporta un avatar de IA, la manera en que puede inspirar los esfuerzos de los trabajadores y motivarlos a seguir en el logro de metas y objetivos, dentro de las habilidades y características de un gerente, liderazgo, comunicación, empatía, trabajo en equipo, planificación, entre otros.

Por consiguiente, la idea de que la inteligencia emocional está en el centro del liderazgo resonante, es bien conocida. También se ha arraigado dentro de muchas organizaciones, con distintos grados de aplicación y eficacia. El autoconocimiento emocional es la base de la inteligencia emocional; la autoconciencia emocional es la capacidad de comprender las emociones propias y sus efectos en el rendimiento; se observa en la forma en que se afectan los sentimientos. Los valores y el sentido del propósito ayudan a marcar el rumbo de la acción. La inteligencia emocional, para varios autores, entre ellos David Coleman, está divida en cuatro (4) partes principales: autoconciencia emocional, gestión de las propias emociones, empatía y habilidades sociales. En contraste, la IA se reduce a conjuntos de algoritmos elaborados por programadores, en una máquina de aprendizaje.

Del mismo modo, la IA es una herramienta creada para satisfacer necesidades básicas en salud, educación, tecnología, comunicación, economía, vivienda, entre otra. Es imperativa la medición minuciosa de los avances, especialmente en los países en subdesarrollo, lo que ayudará a reducir la brecha digital, al orientar tanto a los responsables de la formulación de políticas públicas, como al sector privado, hacia aquellas áreas que necesitan atención crucial y soluciones eficaces. Se examinan los progresos de la digitalización en todo el mundo y la producción y el uso de tecnologías digitales en distintos países, lo que abarca desde los empleos digitales, las exportaciones de servicios digitales y el desarrollo de aplicaciones, hasta el uso, la asequibilidad y la calidad de internet, entre otros temas.

En síntesis, la comunicación por medio del lenguaje y una perspectiva positiva en las personas, situaciones y acontecimientos, en la persecución de objetivos, a pesar de los contratiempos y obstáculos, puede ser la oportunidad en situaciones en las que otros verían un contratiempo que podría ser devastador, al menos para ellos. La búsqueda del éxito para alcanzar o superar un nivel de excelencia, en la búsqueda de herramientas que mejoren las cosas, la fijación de objetivos ambiciosos y la toma de riesgos calculados hacia la orientación al logro permite objetivos positivos, y es muy útil. Con la ayuda de la IA como herramienta bien dirigida y el apoyo de la inteligencia emocional, se eliminan puntos debiles de líderes, empresarios, políticos, religiosos, académicos, entre muchos otros. Queda claro que, para los líderes, es importante saber gestionar los conflictos, lo que no significa convencer a los demás de que la tuya es la opinión correcta; hay una diferencia entre ganar y gestionar eficazmente los conflictos, para el logro de la paz y la felicidad.

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La comunicación, por medio del lenguaje, en el siglo XXI

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03.04.2024

3 de abril de 2024

Hogan Vega y Dorli Silva

La comunicación, por medio del lenguaje, en la historia del hombre, es un fenómeno que permitió acercarse, compartir y eliminar barreras culturales, geográficas, idiomáticas, de husos horarios y la vinculación entre los actores sociales, de cada época, en el globo terráqueo. De ahí que, con las necesidades diferentes de cada cultura, se generó un intercambio de alimentos, ropas, conocimiento y, lo peor, la demostración del poder de cada cultura, al imponer sus creencias y razones sobre los demás. Todo ello está plasmado en la historia, por cuanto en razón de la comunicación, el planeta Tierra se encuentra envuelto en una lucha eterna de poderes y superioridad, que descontextualiza la realidad que representa vivir en el siglo XXI, en paz que brinde felicidad; ahora bien, qué difícil es el hombre cuando quiere imponer su razón sobre los demás. Se observan el calentamiento global, la immigración, la pobreza, la carencia de servicios, así como una gran desigualdad entre las economías del mundo. Ello abre brechas entre culturas, países desarrollados y subdesarrollados, tecnologías, lo que genera el surgimiento de pandemias y enfermedades nuevas que azotan a la existencia humana.

La comunicación, como criterio básico de cualquier lengua, es economía y simplificación. Su entendimiento es simple; sin complicaciones. No genera dudas, ni malos entendidos que minimicen la problemática que se ha vivido en la historia de la humanidad. El Diccionario de la Lengua Española (2024) de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en sus tres (3) primeras acepciones, define a la comunicación como: “Acción y efecto de comunicar o comunicarse”; “Trato, correspondencia entre dos o más personas”; y “Transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor”. En razón de lo anterior es necesario limitar el discurso narrativo, con la definición de lenguaje, que presenta el ya referido diccionario, en su primera acepción: “Facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos”. Por otra parte, la tercera acepción indica: “Manera de expresarse. Lenguaje culto, grosero, sencillo, técnico, forense, vulgar”.

La comunicación, por medio del lenguaje, permite el acercamiento........

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