27 de marzo de 2024

Néstor Melani-Orozco

Cuanto de amor nos enseñaron los libros y de las sagradas escrituras fuimos comprendiendo el infinito de Dios. Aún recuerdo leer el «Mártir del Golgota» entre los dibujos que recreaba, mientras mi padre Pepe Melani pintaba el inmenso lienzo para el gólgota de la iglesia matriz y de años haber revivido la presencia del rabino profeta de Galilea en los inmensos telones de las iglesias, entre la Catedral, la misma de los planos de San Juan Bosco a Monseñor Jáuregui en 1885. Fue de apreciaciones el instante del trébol hablando con el hijo de Belén. De no olvidar el teatro de Francisco Octavio Sosa, recreando el Camino de la Cruz y de ternura, de paz el sepulcro gótico alemán de la iglesia de los Ángeles, que bien trajo de Colonia, Alemania, Monseñor José Teodosio Sandoval. Y los monumentos sagrados y creados de Miguel Guerrero donde aún existía el ánfora que regaló el obispo de Santa Marta, José María Estévez, en la visita de Sucre en 1830. En la Semana Santa íbamos en el Colegio Seminario del Sagrado Corazón de Jesús, con las hermanas misioneras vascas y Monseñor Raúl Méndez Moncada nos recibía para el momento del lavatorio. Sonaban las matracas y nosotros niños preguntábamos entre la Gracia de Dios. Mirando el niño Jesús que, en 1897, le trajo de Italia de regalo la Poetisa Isaura a Monseñor Jáuregui. Aún recuerdo una tarde del jueves santo en el momento de «Nostramus» presencié como en el altar mayor de la iglesia del Espíritu Santo, apareció la figura de un capuchino y en instantes, por una de las claraboyas un rayo de luz del atardecer del sol penetró e iluminó la estampa del monje, y él levantando su capucha de fraile envió un beso al destello infinito. Mis lágrimas se descontaron de mis ojos y al retornar a mi casa junto a mi madre y mis tías, se volvieron oraciones benditas. Era yo de siete años, entre dibujos y los libros, la escuela y la fe. Más de ilusiones en el teatro Gandica logramos ver del cine mexicano a Julián Soler haciendo del poeta del «Sermón de la Montaña» donde un hijo de Seboruco, Antonio Rojas afirmaba parte del elenco de la película. Entonces las Sandalias del Pescador se convirtieron en las invocaciones al azul de las estrellas. Quién veintisiete años después presenciaba los relatos inmensos en la obra de Miguel Ángel Buonarroti en la capilla de Sixtina de Roma, y como una plegaria vi el Padre Eterno en el Mural de la capilla del Seminario Eudista francés. Así lo entendí en los sentidos de los libros y hablando de un Dios ante el Cristo de Tadea, para mejorar las ideas místicas. Vi el Teatro de Ramona Mansilla entre los acordes de la verdad. Y como almas peregrinas ofreciéndole al pueblo las esencias de la existencia. Un día describí en mis vitrales para la neo griega capilla del santísimo Cristo de los Milagros. En la hermosa Basílica del Espíritu Santo. Y entre mi arte del fuego concebí las historias de La Grita católica. Desde el milagro a los testimonios de la cultura. Volví una noche de un viernes Santo y el actor Fernando Ramírez encarnaba a Jesús de Nazaret en la Cruz. Mientras dos golondrinas volaron dentro del templo. Y a través de la música sacra un perfume de violetas embalsamó la nave central. Oímos a Longinos y entre el sonido del viento la voz de Dimas pidió perdón y Jesús elevó la mirada a las estrellas dejando escuchar: «Padre, perdónalos, por qué no saben lo que hacen»… y de lágrimas, la Magdalena imploró el amor de María. Sonó el «Popule Meus» y con los mantos morados ¡Lloró la humanidad! Han pasado los hechos de la otra esperanza. Y cada Viernes Santo en la procesión del sepulcro, la banda municipal acompañaba los pasos y los acordes de la Dolorosa. Fue la Profecía de Simeón, quién hizo del amor un sentir en María madre de Cristo. Y desde las siete espadas en los perdones. Los siete sufrimientos en el corazón de la Dolorosa. Vino el clamor y Jesús en la Cruz pronunció: «He ahí a la madre de Dios. Madre de los humildes de la tierra»… la pureza de los ancestros y las luces eternas… Para ayunar cada Semana Mayor, por los que sufren, los enfermos, los que viven las guerras, por los jóvenes a un destino. A los que amancillan al mundo. Por los ancianos esperando las puertas del cielo. ¡Por la verdad del hombre en la elevación de la cruz!

*Artista Nacional. *Cronista de La Grita. *Maestro Honorario. *Doctor en Arte. *Premio Internacional de Dibujo Joan Miró 1986. Barcelona. España. *Miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana de New York. *Premio Nacional del Libro 2021. *Honrado con un Salón en la Gobernación del Táchira. 2022. *La Feria Internacional del Libro 2023 se realizó en su nombre de Escritor y Dramaturgo.

QOSHE - La Semana Santa - Diario La Nación Author
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

La Semana Santa

10 0
27.03.2024

27 de marzo de 2024

Néstor Melani-Orozco

Cuanto de amor nos enseñaron los libros y de las sagradas escrituras fuimos comprendiendo el infinito de Dios. Aún recuerdo leer el «Mártir del Golgota» entre los dibujos que recreaba, mientras mi padre Pepe Melani pintaba el inmenso lienzo para el gólgota de la iglesia matriz y de años haber revivido la presencia del rabino profeta de Galilea en los inmensos telones de las iglesias, entre la Catedral, la misma de los planos de San Juan Bosco a Monseñor Jáuregui en 1885. Fue de apreciaciones el instante del trébol hablando con el hijo de Belén. De no olvidar el teatro de Francisco Octavio Sosa, recreando el Camino de la Cruz y de ternura, de paz el sepulcro gótico alemán de la iglesia de los Ángeles, que bien trajo de Colonia, Alemania, Monseñor José Teodosio Sandoval. Y los monumentos sagrados y creados de Miguel Guerrero donde aún existía el ánfora que regaló el obispo de Santa Marta, José María Estévez, en la visita de Sucre en 1830. En la Semana Santa íbamos en el Colegio Seminario del Sagrado Corazón de Jesús, con las hermanas misioneras vascas y Monseñor Raúl Méndez Moncada nos recibía........

© Diario La Nación


Get it on Google Play