22 de abril de 2024

Humberto González Briceño

La situación política que vive Venezuela es atípica. No se la puede comparar con otros países. Y en muy poco ayuda a reciclar viejas estrategias de antiguo marketing político.

El hecho de que no hay instituciones ni garantías para la participación política debería abrir un debate sobre el qué hacer antes que lanzarse por inercia a la fiesta electoral.

Desde 1999 la mayoría de los partidos no chavistas se han planteado diversas formas para tratar de sacar al chavismo del poder. Alternando entre el voto, la abstención y la aventura golpista, con periodos de negociación con el chavismo, la oposición agrupada antes en la MUD y hoy en la PU sigue dando vueltas sin encontrar un camino.

¿Es acaso falta de voluntad? ¿O más bien ausencia de claridad para calibrar correctamente la coyuntura y caracterizar al adversario?

Desde un enfoque eminentemente electoralista, los llamados partidos opositores resolvieron que ganarle al chavismo solo era posible con la unión de todos. Esto significa dejar a un lado las diferencias políticas o ideológicas para hacer un frente común que sume y conforme una nueva mayoría de votos.

Sin duda la experiencia del 2015 con la elección de la Asamblea Nacional es el mejor incentivo. Aunque para completar esa valoración habría que incorporar en el análisis qué pasó institucionalmente con esa Asamblea.

En ciertas condiciones la “unidad” de tipo electoral puede producir la suma necesaria para ganar, como se ha visto en elecciones donde hay garantías de integridad política aunque estas sean mínimas.

Pero bajo la situación especial que tiene Venezuela y ante el resquebrajamiento institucional, es pertinente preguntarse si esa idea de “unidad» electoral es incluso conveniente para el propósito que se busca.

El resultado de esa “unidad” electoral que se le ha planteado a Venezuela es una mezcla de partidos que han perdido su identidad y su capacidad para actuar por sí mismos, amparándose unos en el caudal electoral de otros y sin poder distinguir a ninguno.

Al ceder su identidad política a la instancia unitaria (MUD/PU), ante los ojos de quienes no siguen habitualmente estos asuntos, es difícil determinar en qué se diferencia uno de otro. Resultando al final una suma de elementos casi idénticos que están obligados a compartir indistintamente los mismos votos y ahora hasta la misma tarjeta.

La intervención judicial de partidos políticos ha ayudado a esto, pero lo decisivo es la idea dominante entre esos partidos de buscar una “unidad” electoral, aunque no existan condiciones ni garantías electorales, en lugar por ejemplo de construir una unidad de tipo político o programático que defina unas banderas de lucha para el mediano y largo plazo, partiendo de la especificidad de cada organización.

Pase lo que pase el 28 de julio, si la estrategia que se impone es la de la “unidad” electoral, estos partidos que hoy integran la MUD/PU harían bien en disolverse y reabsorberse en un Partido Unitario donde sigan todos unidos, básicamente haciendo lo mismo. Y es que a estas alturas, además de las letras y los colores, ya casi nadie recuerda qué es lo que diferencia a uno de otro.- @humbertotweets

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La “Unidad” se tragó a sus partidos

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22.04.2024

22 de abril de 2024

Humberto González Briceño

La situación política que vive Venezuela es atípica. No se la puede comparar con otros países. Y en muy poco ayuda a reciclar viejas estrategias de antiguo marketing político.

El hecho de que no hay instituciones ni garantías para la participación política debería abrir un debate sobre el qué hacer antes que lanzarse por inercia a la fiesta electoral.

Desde 1999 la mayoría de los partidos no chavistas se han planteado diversas formas para tratar de sacar al chavismo del poder. Alternando entre el voto, la abstención y la aventura golpista, con periodos de negociación con el chavismo, la oposición agrupada antes en la MUD y hoy en la PU sigue dando vueltas sin encontrar un camino.

¿Es acaso falta de voluntad? ¿O más........

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