6 de abril de 2024

Carlos Orozco Carrero

Es bueno reencontrase con la familia en estos días de recogimiento católico, amigos. Un viaje a través de montañas hermosas que, a pesar de estar cargadas de humo proveniente de quemas irresponsables y sin control alguno, nos llevó hasta la hermosa población de La Fundación. Allá se conversa sabroso y se saca un michito exquisito para dar esencia a una caminata en sube y baja por tantos senderos llenos de gente trabajadora y cordial. Me gusta estar en tierras de paz y tranquilidad para cargar con relatos e historias propias de nuestra cultura andina.

Juan Vicente Pérez Mora, gracias por existir en nuestra tierra andina.

Conversando con Mario Vargas Llosa llegamos a la conclusión de la importancia para la lengua española de aquellos escritores tan leídos por todos como Corín Tellado y Marcial Lafuente Estefanía, quienes regaron sus relatos por toda nuestra América y demás países de habla hispana para asegurar la presencia imperecedera de nuestro idioma castellano hasta nuestros días. Más de ocho mil novelitas de consulta diaria escribieron entre ambos. También toma café tinto el peruano, señores.

No falta un desquiciado que proponga obligar a los habitantes de Pregonero a orinar más para que la represa del Uribante suba el nivel de agua y acabar con este racionamiento eléctrico que nos tiene locos. Dice el flaco Elpidio que son ideas que combinan con algunos achaques que sugieren algunos iluminados para explicar el por qué estamos sin energía. –Si la vaina es así, en preferible llevar unos camiones llenos de cerveza gratis para que la labor colectiva sea más placentera, dice el gordo Sósimo. –Con esas pretensiones tan sabias vamos a llegar lejos, refunfuña la tía Pulquería desde el lavadero.

Empezó la pelota grande, señores. Creo que con la despedida de Miguel Cabrera de los diamantes tendremos en José Altuve a un representante de mucho valor en Las Grandes Ligas. Es bueno hacer seguimiento a Mikel García con Kansas City. Ese flaco está volando para convertirse en una gran estrella deportiva venezolana.

Disfrutamos de pescado guisado en leche con cambures por estos días santos. Interesante observar a un caballero en plena masticación de un rollito de bocachico. Todos tenemos miedo a una espina traicionera a la hora de un apuro respiratorio. Eloy empezó a mover la mandíbula sin preocupación alguna. De repente, abrió un pequeño orificio por la comisura de sus labios y echó un resoplido para soltar una lluvia de espinitas que llegaron hasta el lavadero de la casa. Creo que se estrellaron con un matero de peltre porque allá totearon con fuerza. Con unos toletes de chocheco aseguró la limpieza de su aparato digestivo para asombro de todos. Un clarinete abundante dejó la escena servida para seguir en la pernicia cotidiana. Por eso es que somos como somos, cariños.