20 de abril de 2024

Carlos Orozco Carrero

En lo que pudiera llamarse el duelo deportivo del año, se enfrentaron en días pasados los mejores equipos de softball del Club Demócrata y el Centro Latino. Dos experimentados managers, Félix Galavís y Gerardo Colmenares, presentaron sus rosters al ompayita Boris y se cantó la voz de ¡¡play ball!!, señores. Se adelantó el equipo Venados del Latino con extraordinaria actuación del rey del piconazo, traído especialmente de Pregonero como refuerzo de altura. Casi al final del encuentro, el equipo visitante reaccionó violentamente, bateando líneas cortacabezas por todos lados del terreno seco y arenoso. Lo extraordinario del juego ocurrió cuando un pelotero de fuerza vino a batear por Los Astros del Demócrata. Tres hombres en base y sale una tabla por encima de segunda y se pierde en las profundidades del right center, amenazando con un jonrón de pierna. El bateador anotó con la algarabía propia de empatar el juego. El hombre empezó a hacer señas a todos sus compañeros, señalando el terreno entre tercera y home para buscar algo que se había caído en su descomunal carrera. –Qué buscan ahí, preguntaron todos los muchachos en colaboración urgente. -Seguro se le cayó un anillo o una cadena, decían todos. Al fin encontraron lo que buscaban. Entre la raya de cal y la cerca al lado del dugout de tercera un pelotero levantó la mano y mostró el objeto. –¡¡Una muela…Una muela…!! Encontraron la muela entre la arena caliente. El resultado pasó a segundo plano al ver que ese juego pasó a la historia por representar algo insólito en el mundo deportivo.

Hablando de poesía, mi tía Pulqueria nos contaba que ella presentó en un acto cultural realizado en la escuela donde estudiaba primaria una hermosa poesía dedicada a la madre. Por los días de mayo Doña Martiniana, maestra de cuarto grado, la seleccionó para el número principal en homenaje a las madres. Se sabía la poesía de memoria y había ensayado hasta el hastío. Anunciaron a la alumna Pulqueria Salvatierra y ésta salió al escenario. -¡Madre! ¡Madre! Un silencio sepulcral arropó el ambiente. Se le había olvidado con los nervios al ver a tanto público. Le temblaban las piernitas hasta que la maestra, detrás del telón, le susurró: -¡¡Diga otra!! ¡¡-Diga otra!! La niña gritó: -¡¡Madre, cinco pollitos tiene mi tía!! El aplauso ensordecedor premió la valentía de Pulqueria aquella tarde cultural.

Siguen apareciendo objetos extraños en el firmamento de nuestras montañas. Ahora ocurrió que un ruido ensordecedor sacó a los habitantes de sus casas en la calmada población de San Pablo, localidad enclavada en un vértice maravilloso entre La Fundación, Altamira y los pueblos de Queniquea y San José de Bolívar. Era tardecito y el extraño aparato sobrepasó los cerros limpiecitos a esa hora. –¡¡Ese avión se va quemando!! El grito de la mayoría señalaba el humo que dejaba la nave a su paso por encima de las montañas hasta perderse de vista. De inmediato, el comisario García, funcionario encargado del orden en la tranquila población, conformó un grupo de salvamento y emprendieron la búsqueda de los restos que quedaban del infortunado accidente aéreo. A los tres días regresaron llenos de frustración por no encontrar absolutamente nada. –Ni una latica de metal vimos en todas esas montañas, comentaron en la esquina de la plaza ante la preguntadera de todos. Unos días después explicaron en un periódico que trajeron de La Florida que por esa ruta había pasado un avión a propulsión a chorro, dejando su estela blanca en su recorrido. El comisario García sugirió esconder el periódico para que no les siguieran mamando gallo por su ignorancia en materia de vuelos a ras del suelo. Por ahí puso un kiosko en barrio Obrero y se hace el desentendido cuando Nico y Vladimir le preguntan por el avión estrellado en San Pablo.

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Carlos Orozco Carrero

En lo que pudiera llamarse el duelo deportivo del año, se enfrentaron en días pasados los mejores equipos de softball del Club Demócrata y el Centro Latino. Dos experimentados managers, Félix Galavís y Gerardo Colmenares, presentaron sus rosters al ompayita Boris y se cantó la voz de ¡¡play ball!!, señores. Se adelantó el equipo Venados del Latino con extraordinaria actuación del rey del piconazo, traído especialmente de Pregonero como refuerzo de altura. Casi al final del encuentro, el equipo visitante reaccionó violentamente, bateando líneas cortacabezas por todos lados del terreno seco y arenoso. Lo extraordinario del juego ocurrió cuando un pelotero de fuerza vino a batear por Los Astros del Demócrata. Tres hombres en base y sale una tabla por encima de segunda y se pierde en las profundidades del right center, amenazando con un jonrón de pierna. El bateador anotó con la algarabía propia de........

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